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Veinte años esperando la indemnización para su padre, al que una mula dejó tetrapléjico: «Murió desesperado»

La familia de Algodonales de Juan Carretero continúa sin recibir el pago de la multa judicial impuesta a los dueños del animal que dejó impedido al jornalero

La víctima falleció hace catorce años, lastrado a una cama sin que el juzgado «resolviera nada»

«Vamos a seguir luchando por el honor de mi padre, por lo que le hicieron»

Ana, la hija de Juan en una foto junto a su padre. la voz
María Almagro

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Era un 29 de febrero de 2004 cuando Juan Carretero volvía a coger el asfalto para seguir peleando su jornal, para atender su casa, a su mujer y a sus tres hijos, y la vida le pegó un volantazo . Salía de Algodonales para Huelva rumbo a trabajar la fresa. Sin embargo en su camino se cruzó una mula a la que no pudo evitar. El impacto fue tal que el cinturón de seguridad se rompió de cuajo. Juan, que entonces tenía 54 años, se quedó tetrapléjico. Entonces su lucha pasó del campo al hospital, a la UCI, y después durante años se trasladó a su propia casa. A su cama donde su familia tenía que estar por entero pendiente de él.

Su mujer Josefa tuvo que dejar su empleo en una residencia de mayores para poder atender a su marido. También castigó a sus hijos que veían impotentes como su padre, un «luchador incansable», se iba rindiendo . Tras años de litigio, la justicia les dio la razón y condenó a los dueños de la finca de donde había salido el animal a pagarle una indemnización de un millón de euros. Sin embargo, Juan jamás vio ese dinero. Falleció sin recibir lo que la justicia le había otorgado.

Pues desde entonces, su familia continúa sin recibir un euro, tal y como denuncia el abogado Fernando Osuna. «La vida de este hombre fue amargada y desesperada», dice en el comunicado. «Murió frustrado tras catorce años de pésimo funcionamiento de Utrera» que, según advierte, «continúa igual» ya que hace más de 19 años que el pleito sigue sin resolverse a pesar de que hubo sentencia.

Según expone, el embargo de una finca rústica propiedad de los condenados podría resolver ese problema. «El desacierto y despropósito es ilimitado, como cuando se tardó un año en llevar un atestado entre dos oficiales judiciales distintas que están físicamente a 30 metros». «Por esto se aplazó el juicio varias veces y además llevaron el equivocado...».

Además y tal y como ya contó LA VOZ, hace unos años recibieron «como una broma» el cobro de unos diez euros del millón que se supone que se les resolvió a favor como indemnización. «Vamos a seguir luchando por el honor de mi padre, por lo que le hicieron», decía su hija Ana a este periódico.

El abogado asegura que la familia se ha reunido varias veces con instituciones y administraciones que son conocedoras del asunto pero de momento no ha habido resultado. Y siguen esperando.

 

 

 

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