Sierra Morena sevillana

El Madroño: Viaje al interior de la Sevilla despoblada

Con 282 habitantes, el municipio más pequeño y despoblado de la provincia va a lograr cortar este año la sangría al aumentar por primera vez su padrón

Una mujer pasea en una de las calles principales de El Madroño Vanessa Gómez

Martín Laínez

En la década de los años cuarenta del pasado siglo, El Madroño contaba con una población cercana al millar de habitantes. Ochenta años después, este pequeño pueblo sevillano que linda con la provincia de Huelva apenas alcanza los trescientos habitantes . Y lo más preocupante es que el descenso poblacional ha sido constante año tras año, como también lo ha sido en la mayoría de los municipios que conforman la Sierra Morena sevillana y algunos de la Sierra Sur.

El Madroño v ivió su época dorada en los años 60 gracias a la mina de Riotinto , principal sustento, por aquella época, de un pueblo que diez años después sufrió la sangría poblacional más importante de todas al trasladarse la fundición de la mina de Riotinto a Huelva, llevándose consigo a unas cuarenta familias que tuvieron que cambiar de residencia. Este hecho demográfico marcó el devenir del que es el municipio más pequeño y despoblado de la provincia de Sevilla.

El alcalde de El Madroño, Antonio López Rubiano (PSOE) recibe a ABC para hacer de guía por su pueblo, distante 75 kilómetros de la capital. Al entrar por sus calles se nota esa «falta de vida» que contrasta con un pueblo ordenado y limpio, con algunos vecinos de edad avanzada tomando el sol a las puertas de sus casas y con los servicios básicos más que suficientes para sus 282 habitantes, según el último padrón de 2018.

El Madroño es peculiar hasta en su forma de configurarse puesto que está formado por un núcleo principal (El Madroño), donde residen poco más de 160 habitantes, y cuatro aldeas : El Álamo (40), Villagordo (40), Juan Antón (25) y Juan Gallego (15).

En este pueblo celebran cada nacimiento como si fuera un gran acontecimiento, y «cada empadronamiento» , como reconoce el alcalde, quien comenta con orgullo que este año han nacido tres niños (Rocío, Inés y Alan) y para 2020 se espera la llegada de dos retoños más a este municipio que no tiene policías locales, pero cuenta con una iglesia donde el cura solo viene a oficiar cada domingo, dos bares-tiendas, una piscina, un polideportivo con gimnasio incluido, un consultorio médico que atiende hasta las 15 horas, y una escuela.

Nos detenemos precisamente en este centro educativo donde estudian este año 10 niños de diferentes edades y que comparten un mismo aula , si bien cuenta con espacio reservado para los tres alumnos de Infantil, Jesús, Manuel y Mario, de tres años. Cursan sexto de Primaria Lucía, Juan, Leonor y Ángela, la hija del alcalde; en 5º está solo Paula, que sueña con ser astrónoma, y en 2º estudian Adriana y Daniela.

«Y eso que este año tenemos diez alumnos, porque llegamos a tener solo cuatro un año», recuerda el regidor, quien presenta a los docentes, Manuel Pozo (especialista en Inglés) y Mª Ángeles García (Infantil), quienes aseguran que la escuela es «como una pequeña gran familia , hacemos todas las actividades conjuntamente, se trata de la excelencia de la educación, compartir y aprender todos de todos . Evitamos así repetir tantos conceptos seguidos y seguir avanzando. Conseguimos una competitividad sana entre ellos porque los más pequeños quieren igualarse a los mayores y eso es positivo», explican.

Son el futuro del pueblo , si bien saben que cuando acaben el ciclo de Primaria tendrán que trasladarse hasta la vecina Nerva (Huelva) para seguir con los estudios puesto que no hay instituto en El Madroño. El regidor asegura que el número de alumnos que estudian aquí podría ser superior si algunos padres no llevaran a sus hijos al colegio de Nerva, pero este curso están contentos porque se ha llegado a la decena, si bien el año siguiente perderán a los cuatro de sexto, aunque se incorporarán dos nuevos en Infantil.

A los dos docentes de este colegio hay que sumar una monitora de francés que viene un día por semana y otra monitora que da clases particulares durante dos horas a diario a estos mismos alumnos y «todo ello gracias a la Diputación, que es la que nos facilita estos monitores para garantizar la educación de nuestros niños. Es más y no sólo en el plano educativo nos ayuda, sino que gracias a las ayudas podemos ofrecer unos servicios que no tienen nada que envidiar a ningún pueblo. Si la Diputación nos cierra el grifo tenemos que cerrar como municipio », sentencia.

El médico y la enfermera V. Gómez

A escasos metros de la escuela se sitúa el consultorio, donde de lunes a viernes un médico y una enfermera atienden a los vecinos, aunque no son siempre los mismos: «Cada día tenemos uno nuevo», dice López Rubiano.

El día que se hace este reportaje están en la consulta el galeno José María, con 30 años de experiencia a sus espaldas, y la enfermera Elena, quienes aseguran a ABC que «trabajar en El Madroño es especial, porque atendemos a una población pequeña y podemos estar más tiempo con ellos sin necesidad de despacharlos en cinco minutos ».

Al consultorio acuden, «sobre todo, las personas mayores por los problemas típicos de la edad, como el control de la tensión arterial, recetar pañales, sintrón...». El Ayuntamiento, para dar cobertura a las cuatro aldeas que componen el término municipal, facilita un coche oficial a estos sanitarios para hacer una ruta semanal por las mismas, «y eso sin tener la obligación de hacerlo como administración», apunta el regidor.

Con farmacia y piscina

Siguiendo el recorrido visitamos una pequeña farmacia que está atendida por Sara, quien está cubriendo una baja maternal. Ella nació aquí, pero se fue a vivir a Huelva junto a sus padres. « Nunca hemos perdido el vínculo con El Madroño y al final hemos acabado regresando aquí para vivir », junto a su hijo Juan, uno de los diez niños escolarizados, y otro pequeño de dos años que el próximo curso comenzará su etapa educativa en el colegio. Para los pocos que somos, este año la natalidad no ha estado tan mal», comenta entre risas.

El caso de Sara es similar al de otras personas que han empezado a retornar, como el de una pareja de octogenarios, que ha vuelto a empadronarse en El Madroño, que «presume» de contar, en palabras del regidor, con «una de las piscinas más bonitas y tranquilas de la provinci a, tanto es así es que cada verano viene desde Camas una familia que tiene un niño autista que huye del bullicio del área metropolitana». Entre los servicios que ofrece la piscina (hay dos, una más pequeña para los niños) está la de un bar donde «las familias pueden traer su propia comida y sentarse en las mesas de las que disponemos».

El alcalde nos abre las puertas del polideportivo que cuenta con un gimnasio completo con varias máquinas de musculación y que son atendidas por otra monitora que nos facilita la Diputación», explica, mientras recorremos las calles en busca del albergue municipal que está a punto de licitarse para abrir sus puertas «gracias» a una ayuda de la institución supramunicipal. Son diez habitaciones preparadas para el turismo las que están proyectadas en medio del pueblo y con unas vistas envidiables.

Un grupo de vecinos en el bar Marcelo

El turismo, para un municipio enclavado en este paraje, resulta clave para darle vida. «Cada vez tenemos más vecinos que alquilan sus casas . Desde hace un par de años tenemos una alta demanda para los meses de verano porque, por servicios no va a ser, puesto que además tenemos en cada aldea un parque infantil y otro para personas mayores», narra el primer edil de un Consistorio que está conformado por seis concejales del PSOE y uno del PP , José Ramón Pichardo, con quien las relaciones son «fantásticas, puesto que nos entendemos a la perfección aun siendo de diferentes partidos. Él me aprueba todos los años los presupuestos —este año es de 800.000 euros— y yo le cuento todo antes de llevarlo a pleno». Precisamente, el edil popular fue uno de los que trabajó en la mina de Riotinto en la época de mayor esplendor.

Dos bares

El núcleo principal cuenta con dos bares-tienda (hay otro en el Álamo) en los «que vendemos todos los desavíos que la gente necesita», comenta Juan Francisco, el dueño del bar Marcelo, donde un grupo de personas mayores pasan el tiempo. Hoy están Eusebio, su mujer Araceli y su hijo Miguel Ángel, que tras jubilarse del negocio de restauración que tenían en la capital pasan el tiempo en su casa de siempre de El Madroño.

A la oferta de los dos bares existentes hay que sumar la venta ambulante . «Todos los días tenemos o bien el de la fruta o el pescadero, el panadero a diario, incluso una furgoneta que trae de todo», señala el alcalde, quien muchos días se levanta con la ropa de trabajo «para cortar el césped de la piscina, vaciar las papeleras..., no soy un alcalde de sillón en la oficina».

Ahora anda enfrascado con la recuperación del puente de las Majadillas , construido por los mineros ingleses, para el que necesita 300.000 euros, puesto que se trata de un enclave turístico con un «potencial enorme, que puede servir de un estímulo más para ciclistas y moteros, muy frecuentes los fines de semana».

El alcalde de El Madroño, Antonio López Rubiano V. Gómez

En el debe de este pueblo están los incendios . El último, este pasado verano que arrasó cerca de 300 hectáreas y el más grave, en 2004, que devastó el 80% del pueblo . Además, como recuerda el primer edil, «no tenemos ningún plan de evacuación ante un posible desastre de un vertedero construido hace dos décadas de residuos peligrosos y tóxicos que tenemos a escasos kilómetros y del que sufrimos muchas veces los olores que llegan hasta aquí », critica.

Sin empresas instaladas en el municipio, algunos vecinos han empezado a montar negocios, como el de una granja avícola o una plantación de aloe vera . Este hecho, junto con e l retorno de las familias que emigraron a Huelva , más una tasa de natalidad más generosa van a servir, como adelanta el alcalde a ABC, que «por primera vez en su historia, El Madroño recuperemos población en el próximo padrón, sobrepasando los 290. Eso sí que es una gran noticia. Hemos conseguido cortar la sangría poblacional», concluye.

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