Pillado tras tragarse la droga que su madre le había llevado escondida a la cárcel de Botafuegos

Según informes que se manejan sobre la conflictividad penitenciaria, casi un 40 por ciento de la droga que entra en las cárceles de España lo hace a través de las comunicaciones íntimas o de convivencia que familiares y allegados mantienen con los reclusos. Y así ha podido volver a ocurrir en una de las prisiones gaditanas, tal y como ha denunciado el sindicato Acaip-UGT.

En este caso ha sido en Botafuegos, en Algeciras. Allí, como relata el sindicato ACAIP-UGT una madre aprovechó hace unos días la visita de vis a vis que iba a tener con su hijo para entregarle estupefacientes. Según explican, la mujer fue detectada en un primer momento en los controles por el guía canino que la marcó como posible portadora de droga. Sin embargo cuando se le cacheó el registro no dio resultado.

Aún así, y manteniendo las sospechas, tras la visita, los funcionarios registraron al interno y le hicieron una placa radiológica. Fue entonces cuando ya localizaron en el interior de su cuerpo cinco bellotas de hachís de 57 gramos y dos papelinas de cocaína de 1,7 gramos.

El recluso es un condenado de 22 años que cumple cinco de prisión y que, como se destaca, acumula numerosos incidentes y sanciones desde que llegó a Botafuegos hace un año.

Ante estos hechos, el sindicato recuerda que la entrada de drogas en las prisiones tiene muchas y complicadas consecuencias. Por un lado, «altera la convivencia ordenada y pacífica» del centro. Por otro, perjudica al interno ya que puede ser trasladado de prisión, ser autor de un delito y además víctima de sobredosis debido a la ingesta. Y a los familiares que participen en esta introducción ilícita de sustancias porque puede acarrearles una pena que va desde los seis a los nueve años de cárcel.