En memoria de Jesús Moreno

Jesús fue un acumulador de amigos a los que sabía envolver en celofán resistente y permanente. Éramos, «uña y carne», compartíamos pandillas y secretos.

El tiempo pasa rápido. Las familias se amplían, llegan hijos, nietos, etc. El contacto, se va relajando con las nuevas prioridades de cada uno, aunque el cariño y la unión de la fraternidad es un lazo permanente.

En cierta ocasión, un rabino le preguntó a Albert Einstein si creía en la existencia de Dios, y este le contestó: «Creo en el Dios de Spinoza, quien se revela a si mismo en una armonía de lo existente, no en un Dios que se interesa por el destino y las acciones de los seres humanos». Su visión del mundo y de la fe, consiste en que todo lo sagrado está representado en la misma naturaleza, lo cual quiere decir, que Todo es Dios.

Cuando Einstein dijo esto, la mayoría de los que recibieron el mensaje, se fueron a buscar cual era el Dios de Spinoza, un Dios, por encima del entendimiento humano.

Si a veces cuesta mucho trabajo entender las actitudes humanas, más difícil y delicado es explicarlos por escrito, y más duro todavía, cuando se trata de ofrecer un pequeño homenaje a tu hermano, con el que tantas vivencias has compartido.

Jesús se ha marchado. Un alma noble, sin dobleces, cariñoso, sensible y fiel con sus varios cientos de amistades de toda la vida.

La grave depresión contra la que estuvo luchando varios años, ejercieron una presión desproporcionada que lo fueron empujando cada vez más hacía un camino de difícil retorno.

Jesús amaba profundamente la vida, su familia, sus amigos y la música. Entre los cientos de artistas que admiraba, tal vez, Hilario Camacho fuera uno de sus muchos favoritos. Hilario escribió canciones enternecedoras, pues la vida, también le pesaba. Escribió, «Volar es para los pájaros», donde decía.

«Ahora quiero volar, y sé que antes del silencio, antes del bien y del mal, del cruel y del tirano pasaba por el mundo sobre ángeles y cosas un hombre libre con alas en las manos».

Me permito recordar otra canción de Hilario, titulada, «Final de viaje», donde dice esta frase: «No acabo de comprender. He pasado de largo y el final de mi viaje. Sólo puedes ser tú. Sólo tú, puedes ser. El portal de este amanecer. El único aliento que se adentra en mi cuerpo hundiendo mi soledad….»

Cuantas lecturas justifican tus decisiones y explican tu desconsuelo. A veces, no se está a la altura para entender la soledad ajena y ofrecer el calor y la ayuda tan necesaria para aliviar el peso de la tristeza y de la pena.

Como decía Miguel Hernández en su «Elegía a Ramón Sijé», «Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento. Y siento más tu muerte que mi vida».

Me queda el consuelo y la pena, de comprobar cuantas amistades han derramado sus lágrimas recordando al amigo que más cariño repartía entre todos los suyos. Tu actitud permanente de buena persona y la elegancia de tu bonhomía, ha sido destacada por todos.

Los desamparados y necesitados de Cádiz, echarán de menos tu desprendida ayuda y solidaridad del «calor en la noche».

Hasta siempre querido hermano. Te quiero Jesús.

Como dijo Bob Dylan, «la respuesta está en el viento»

Que Dios te bendiga. (Ignacio Moreno)