La pedida de mano es uno de los momentos más emotivos en la vida de toda pareja. En el caso de Tamy fue, además, muy original. «Mis amigos me engañaron diciéndome que mi chico se había caído. Lo dejé todo y fui a ver preocupada. Entonces apareció con una moto rosa y blanca que era una preciosidad. Desplegó un cartel, me pidió que me casara con él y me regaló, en vez de un anillo, la moto del circuito», recuerda emocionada.
Este año, en julio, se casa y como no podía ser de otra forma han organizado una boda motera muy poco convencional. «Entraré en moto, con mi vestido de novia pero con mi moto», asegura la madrileña.
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