Sucesos

Los furtivos, hambrientos de 'pajaritos' en Cádiz

Durante esta época, cuando estas aves migran hacia África, se incrementa su caza ilegal. Su comercialización y consumo se prohíbe y sanciona desde hace años

Perchas, redes invisibles, lazos y aparatos electrónicos que simulan los reclamos, son las técnicas más habituales para capturarlas

Un pajarito capturado con una trampa percha.

M. Almagro

En ventas y casas de comida de toda la vida eran un plato estrella. 'Hay pajaritos' se podía leer cuando avanzaba el otoño y llegaba el invierno escrito a tiza en pizarras a la entrada de estos establecimientos. Por El Puerto, Sanlúcar, Jerez, Chipiona, Arcos, Alcalá... muchos bares de siempre presumían de tener los mejores pajaritos fritos y así se distinguían entre sus clientes que acudían en masa a estos tradicionales negocios a comer o cenar este 'manjar'. Pero el consumo de estas aves se prohibió y al menos el anunciarlo a bombo y platillo en los carteles también se acabó.

Sin embargo hay quien durante todos estos años ha continuado sirviéndolos en una especie de clandestinidad entre clientes de absoluta confianza. O quien los compra para hacerlos en casa. Por lo que cientos de cazadores furtivos aprovechan esta mercado ilícito para hacer caja.

Y así, cuando comienza a apretar el frío diferentes especies de estas aves insectívoras y fringílidos migran, atraviesan nuestras tierras en su camino a África buscando temperaturas más cálidas pero muchas de ellas optan por invernar en nuestras latitudes donde encuentran un clima moderado. El viaje es largo. Llegan a recorrer hasta más de 3.000 kilómetros desde sus zonas de cría.

Y al tiempo los furtivos, cazadores dispuestos a capturar sin permisos ni reglas, buscan estas especies porque saben que la demanda la tienen garantizada y además eluden el tener que pasar ningún tipo de control ni pagar tasas. Sin embargo, esta caza de aves que están protegidas hace ya mucho no está contemplada en la legislación por mucho que su tradición culinaria estuviera tan asentada.

Comercialización, prohibida y castigada

El consumo de 'pajaritos fritos' está penalizado por la Ley 8/2003 de 28 de octubre, de protección de la Flora y Fauna silvestre. Por tanto, su captura y comercialización está completamente prohibida, y a los infractores se les imponen multas que pueden llegar a alcanzar los 60.000 ó 100.000 euros, si la infracción se considera muy grave.

Por ello se persigue a quien no cumple la norma. En estos días se han conocido varios operativos en los que se ha pillado in fraganti a algunos de estos furtivos. En uno de ellos, agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil aprehendían 41 zorzales y liberaban otras 33 aves capturadas en Sanlúcar, Puerto Real, Paterna de Ribera y Villamartín de manera ilegal.

Redes y aparatos intervenidos.

Tras días de vigilancia y laborioso trabajo tanto de de día como de noche, los agentes lograban localizar numerosas artes prohibidas para la captura ilegal de aves migratorias en diferentes fincas de estas localidades. Incluso llegaron a utilizar drones de visión nocturna para dar con ellas. Y así fueron destapando a todos estos furtivos. Cinco investigados en total. Se les acusa de un delito contra la flora y la fauna.

Del mismo modo, los agentes retiraron 450 metros de redes invisibles, una red de libro o abatible, reclamos electrónicos, perchas y una carabina de aire comprimido. Según comprobaron en la investigación, los furtivos colocaban grandes cantidades de estas redes invisibles alrededor de setos donde el zorzal acude a dormir. Y así iban cazando cientos de ellos en unas pocas noches.

En otro operativo, agentes de la Policía Local de Sanlúcar y Chipiona identificaban también a otro hombre que utilizaba perchas para cazar estas aves en Chipiona. El furtivo lo hacía en una zona de viveros. Y en otra investigación más de la Guardia Civil han incautado 42 aves de diferentes especies y mantienen como investigadas a otras siete personas.

Redes invisibles, perchas e incluso pegamento

Los métodos que emplean como vemos son variados aunque sí son las redes japonesas o invisibles las más utilizadas ya que permiten una captura masiva, sobre todo de noche. Y también, las trampas percha,lazos, liga, e incluso pegamento. Además habitualmente hacen uso de unos aparatos electrónicos (similares a un 'walkie') que emite unos sonidos que sirven de reclamo.

Pero además para la captura necesitan cebo. Y es justo este otro de los motivos por el que el furtivismo que esquilma estas especies también se dispara durante estas fechas. Con la llegada de las lluvias las alúas, las hormigas aladas que usan de cebo, salen a la superficie y el furtivo aprovecha para cogerlas. Sin embargo en los últimos años se está detectando que no les hace falta esperar a que llueva sino que ya hay personas que crían directamente estas lúas en cautividad, en cajas.

Y esta caza ilegal parece que les sale a cuenta. Mientras que un cazador por los métodos habituales puede capturar unas 20 aves de forma legal, con los reclamos y todas las artes ilícitas el furtivo llega a coger hasta 200.

Inspecciones periódicas

Ante la insistencia en esta práctica ilegal, agentes del Seprona, las Patrullas Fiscales de la Guardia Civil y también Policías autonómicas o funcionarios de Consumo realizan al margen de trabajo de campo, inspecciones periódicas en establecimientos que investigan y revisan por si en sus neveras hubiera 'pajaritos'.

La ley contempla una batería de multas y faltas para quien vulnere la ley y se dedique a cazar estas aves protegidas. Las que más duelen son las que afectan al bolsillo. Las administrativas. De esta forma se castiga tanto la tenencia de las artes ilegales, infracción leve, como el transportar, portar, cazar o comercializar estas capturas, lo que ya se considera como grave. Las multas van desde los 60 a los 600 euros, las leves, y hasta los 60.000, las infracciones más duras.

Por otro lado se contempla una indemnización por daños y perjuicios que se calcula según el número de aves cazadas. De esta forma los 60.000 euros podrían ser más si se suman varias infracciones y la captura ha sido muy elevada.

Como destacan los grupos ecologistas, las aves insectívoras son «imprescindibles para el mantenimiento del equilibrio ecológico, ya que actúan como auténticos insecticidas biológicos vitales para el hombre y los cultivos agrícolas al controlar el avance de plagas». Llegan a capturar más de 2,5 kilos de insectos al año.

Además se advierte de que su consumo puede ser muy peligroso ya que estos pájaros al capturarse y venderse de esta forma clandestina no pasan por ningún control por lo que su ingesta puede resultar muy perjudicial para la salud humana debido a los parásitos internos que transportan.

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