semana santa 2025
Crónica: Veracruz y Soledad: el alma antigua del Viernes Santo portuense
Dos joyas centenarias que custodian la Pasión portuense. Entre la cruz de Veracruz y el silencio de la Soledad, El Puerto se viste de luto y eternidad
Horarios e itinerarios de la Semana Santa de El Puerto 2025
El Viernes Santo en El Puerto no se explica sin el duelo, sin la solemnidad, sin la huella que dejan los siglos. Es rigor, luto, muerte, esperanza… y vida. Una jornada que se clava en el alma con la sobriedad de las antiguas promesas, con el peso de la cruz y la ternura del silencio. Es la conjunción perfecta entre lo religioso, lo artístico y lo humano. Una liturgia viva que se hace carne en Veracruz y Soledad: dos Hermandades que se dan la mano en la encrucijada del tiempo, donde la Pasión se convierte en patrimonio.
Veracruz, cinco siglos entre la cruz y la gloria
La más antigua. La más castigada. Veracruz no es solo historia, es resistencia. Fundada en 1505, esta Hermandad ha soportado más que ninguna el látigo del cielo —con la lluvia como condena— y el desgaste de decisiones desacertadas que, durante años, la alejaron del lugar que merece.
Pero sigue en pie. Con 520 años a la espalda y el futuro en la mirada. Porque hay Hermandades que se sostienen sobre columnas invisibles: la fe, la memoria, el compromiso silencioso de quienes no se rinden. Veracruz conserva un patrimonio humano y artístico inigualable que la impulsa, paso a paso, hacia la recuperación de su lugar natural en la Semana Santa portuense.
Este 2025 es testigo de su empuje. Entre los estrenos: candelabros tallados para el paso del Cristo, así como un nuevo juego de ciriales y pértiga que embellecen el cortejo del palio. Y, como novedades musicales, la Banda de Cornetas y Tambores Zoilo Ruiz Mateos de Rota debuta tras el paso de misterio, mientras que la Banda de Música Arunda, de Ronda (Málaga), viste de melodía y solemnidad el andar de María Santísima de Consolación y Lágrimas.
Veracruz no solo camina. Avanza. Y lo hace con dignidad, con el alma reconstruida y el corazón prendido a la cruz que la nombra.
Soledad, la belleza herida
A la pena de una madre que ha visto morir a su hijo se le suma la más femenina de las devociones portuenses: la mirada de la Soledad. Una belleza irrepetible que atraviesa las almas sin pedir permiso. Silencio, ternura, súplica… todo cabe en los ojos de la Virgen cuando la noche cae y El Puerto se arrodilla ante su paso.
El primer misterio, la Escalerita, desfila sin música. Cruz vacía. Canina. Un símbolo brutal del abandono y del desprecio al hombre. Pero también una mano tendida hacia la vida.
Después, la urna del Cristo Yacente —otra joya de la imaginería portuense— guarda un tesoro de 1580, obra del escultor Miguel Vallés. En su origen, un crucificado con cabello natural y brazos articulados utilizado para la ceremonia del Descendimiento. Hoy, imagen del reposo, de la espera y del luto más íntimo. Lo acompaña la Capilla Musical Vía Sacra, que vuelve a envolverlo en oración.
El palio de la Virgen cierra el cortejo con la Banda de Música de la Hermandad del Nazareno de Rota, que acompaña su andar majestuoso y compasado. La Soledad, además, se presenta este año con importantes estrenos: un nuevo llamador para el paso de Nuestro Señor Jesucristo, obra del orfebre Olmo, inspirado en la fachada del antiguo convento de la Victoria. También dos nuevos faroles de Paula Orfebres para iluminar a la Virgen durante el recorrido. Y los antiguos faroles del palio, ahora adaptados, proyectan su luz sobre el manto, aportando aún más elegancia.
Como broche, el Grupo Joven ha donado un nuevo fajín para la Virgen, símbolo de la fe que no se agota, de la devoción que pasa de generación en generación.
Porque cuando la cruz se planta firme y la belleza se hace madre, el Viernes Santo en El Puerto vuelve a ser eterno. Con Veracruz y Soledad, el tiempo se detiene… y la historia continúa escribiéndose a golpe de fe.
