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Niña Pastori revela su capricho más dulce… y se hace en un convento de El Puerto de Santa María: «Los mejores del mundo entero»

La artista isleña confiesa que los pestiños elaborados por las monjas portuenses son su debilidad

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Para Niña Pastori los mejores pestiños son los de las monjas del Espíritu Santo de El Puerto
Ana Mendoza

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Niña Pastori nunca ha ocultado su amor por los sabores de su tierra, pero hay un dulce que ocupa un lugar especial en su corazón: los pestiños artesanales que preparan las monjas del monasterio del Espíritu Santo de El Puerto de Santa María. La artista isleña lo dice con rotundidad: «Los mejores pestiños del mundo entero los hacen ellas, son las mejores».

La cantante, nacida y criada en San Fernando, ha crecido como es normal rodeada de tradiciones culinarias que forman parte de la identidad gaditana. Pero estos pestiños tienen algo diferente para ella, un aroma reconocible, una textura única y un sabor que recuerda a hogar, a familia, a fiestas... Un dulce humilde y antiguo, convertido hoy en uno de los secretos mejor guardados de este monasterio de la Bahía de Cádiz.

Un convento tradicional

El convento portuense en el que se elaboran estos pestiños lleva décadas preparando el mismo dulce, siempre con una receta transmitida de unas hermanas a otras: harina, vino, aceite, naranja, ajonjolí, matalahúva, miel y azúcar… ingredientes sencillos, pero manejados con un talento que solo da la experiencia y la paciencia monástica.

Para las monjas, el obrador es parte de su vida diaria y, al mismo tiempo, una forma de mantener viva la tradición. Quienes prueban sus dulces, sin duda repiten. Y para Niña Pastori acudir al torno de este convento es indispensable ya que allí siempre encuentra ese «sabor a casa» que tanto le inspira.

El valor emocional del dulce

Los pestiños del convento no son sólo un bocado exquisito, es la conexión profunda con la tradición. La propia artista reconoce que «cada año no me falta, así que por favor venid y probarlos que os van a encantar». Y es que esa receta le recuerda sus raíces y la cocina de su infancia.

Su testimonio en el torno de las hermanas del Espíritu Santo de El Puerto sirve para poner en valor la labor silenciosa de las religiosas y también acerca al público un patrimonio gastronómico que, en ocasiones, pasa desapercibido.

Pestiños del convento de l Espíritu Santo de El Puerto

Dulces que atraviesan generaciones

No es extraño que quienes visitan el convento se marchen con los brazos llenos de cajas de pestiños. Pero no sólo de pestiños de miel y de chocolate. Las monjas de este reconocido monasterio portuense elaboran otros dulces exquisitos y muy propios para estas próximas fechas navideñas: alfajores celestiales, almendras de chocolate, bizcocho celestial, de chocolate, delicias de yema... y por supuesto, las tradicionales y genuinas encomiendas, unas pequeñas tortas realizadas con una masa deliciosa y selladas con una cruz doble que es la que llevan estas religiosas en el escapulario.

Más allá de su fama, los dulces y pestiños del convento de El Puerto resumen algo esencial que les imprime un valor único: la importancia de los pequeños placeres, las manos que trabajan sin prisa y el cariño que se cocina en silencio.

Y entre tanta variedad, Niña Pastori lo ha dicho claro. Y quienes los han probado, también: «estos pestiños son los mejores del mundo entero».

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