EL PUERTO
El arco de la Santísima Trinidad ya luce en El Puerto tras su restauración
Se ha llevado a cabo una intervención integral que ha permitido frenar su deterioro, consolidar su estructura y proteger su piedra original
L.V.
Las obras de estabilización y consolidación del Arco de la Santísima Trinidad, en la plaza de Los Jazmines, ya han concluido logrando devolver a este monumento histórico su esplendor original.
Germán Beardo, ha destacado que «con esta intervención se recupera una joya única del patrimonio portuense, devolviendo a uno de los rincones más bellos del centro histórico su carácter monumental y reforzando la identidad cultural de la ciudad».
Tras varias semanas de trabajos especializados, el arco luce ya consolidado y protegido para garantizar su conservación a largo plazo. El paso del tiempo había afectado considerablemente su estructura, ya que la piedra presentaba una importante pérdida de material debido a la acción de los agentes atmosféricos, un fenómeno agravado por su baja resistencia y elevada porosidad, lo que hacía imprescindible una intervención para frenar su deterioro.
La restauración, realizada por la empresa portuense Construcciones Francisco Manzano S.L. con una inversión municipal superior a 42.000 euros, ha permitido consolidar la estructura y devolver a la piedra arenisca de la Sierra de San Cristóbal el aspecto original, siguiendo la inspiración barroca.
El Arco de la Trinidad
El Arco de la Trinidad, situado entre la Calle de la Santísima Trinidad y la Plaza de los Jazmines, es una obra de mampostería de finales del siglo XVIII, construida con piedra de las canteras de San Cristóbal (calcarenitas) y ladrillo cerámico cocido. La estructura se compone principalmente de elementos pétreos, que conforman las pilastras, el arco y la mayor parte de la fachada superior.
El Arco de la Trinidad, enmarcado entre pilastras con entablamento de triglifos y metopas, coronado por un frontón partido con roleos y con el relieve de la Santísima Trinidad en su interior, vuelve a brillar como símbolo de la memoria colectiva de los portuenses. Este vestigio, de autoría desconocida, que antaño conectaba la plaza con los telares y huertas de la zona, se convierte de nuevo en un referente patrimonial, junto al Parque de la Victoria y el histórico Hotel Duques de Medinaceli.
La actuación culmina además las mejoras ya ejecutadas en la Plaza de Los Jazmines, donde se renovó la pavimentación, se ganó en accesibilidad y se mejoró la iluminación, regenerando un enclave urbano estratégico en el vértice de las calles Cielos y Larga, presidido por el monumento del Sagrado Corazón de Jesús.
La historia de la paloma
Como curiosidad, durante los trabajos de restauración un vecino se detuvo a observar el arco y señaló la paloma que corona el relieve, preguntando si era de madera. Contó que su padre la había tallado en 1926, con tan solo 16 años, mientras aprendía el oficio de ebanista en los Jesuitas, y que posteriormente trabajó en el aserradero de Don José María Pastor. Este gesto recuerda cómo el patrimonio no solo se construye con piedra y oficio, sino también con historias familiares que atraviesan generaciones.
«Seguimos recuperando espacios de enorme valor cultural e histórico, cuidando la herencia que nos define y que también nos proyecta hacia el futuro, porque conservar nuestro patrimonio es construir identidad y ciudad», ha subrayado Germán Beardo.
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