Virgen de Valme

Virgen de Valme, después de todo y antes que nada

En torno a 20.000 peregrinos acompañan a la Protectora de Dos Hermanas hasta el cortijo de Cuarto en una jornada histórica repleta de emoción

Virgen de Valme ha visitado por primera vez el Hospital que lleva su nombre F.R.M.

Fernando Rodríguez Murube

El tradicional toque de clarines de la Agrupación Musical Nuestra Señora de Valme advertía a las cuatro y media de la madrugada de que estaba a punto de empezar el día más esperado del año para la ciudad de Dos Hermana s , ese tercer domingo de octubre marcado en rojo en todo calendario nazareno. Era nuncio precoz de una jornada histórica para la Hermandad de Valme, para la ciudad y para cada uno de los 20.000 fieles que acompañaron a su virgen al cortijo de Cuarto .

A las cinco en punto la Virgen de Valme apareció en la puerta de la Parroquia de Santa María Magdalena llevada en andas por miembros de la hermandad, que se turnaron durante el recorrido hacia el cortijo del Cuarto, en el barrio de Bellavista. La Plaza de la Constitución , repleta de fieles, esperaba expectante el momento de volver a verla en la calle.

El vínculo emocional , la comunión existente entre los nazarenos y su Virgen generó en el inicio de esta peregrinación tan extraordinaria en todos los sentidos u n misterioso imán para el sosiego del espíritu , de un espíritu que huye del mundo vano para reencontrarse con Ella, para volver a volver, para retomar ese diálogo entre el peregrino y la Protectora de Dos Hermanas que tiene lugar cuando ambos están frente a frente, en silencio, en la más íntima y paradójica soledad, rodeados de otras decenas de miles de soledades, todas en silencio, al unísono. Sensaciones todas que palpitaron indelebles en cada uno de los miles de nazarenos que este domingo han peregrinado al Cortijo de Cuarto.

Había ganas de verse y decirse, sin decir nada, que ahora sí, que ahora la dinámica positiva de los datos de la pandemia sí ha llegado para quedarse, que ahora sí marcha la cosa y que por fin pueden estar juntos sin temor, algo realmente impensable hace tan solo unos meses . Por segundo año consecutivo no ha sido posible celebrar la tradicional Romería , en proceso de ser catalogada como Bien de Interés Cultural . No obstante, la ausencia de la plasticidad y el colorido que tradicionalmente imprimen galeras y jinetes en absoluto deslució la peregrinación, simplemente fue diferente. Más sobria, acaso aún más espiritual.

En plena madrugada, al socaire de la oscuridad reparadora de la noche y con el único y anémico alumbrado que la carretera vieja prestaba, la comitiva iba avanzando hacia Bellavista. Un trayecto tranquilo, reposado, sentido, lleno fe y de rezos a la Madre de Dios. Este año el recorrido incluía una parada más que especial. A las 8 de la mañana la Protectora de los nazarenos enfiló la alameda que cruza la zona de aparcamientos del Hospital Virgen de Valme hasta desembocar en su puerta principal, donde la esperaban un numerosísimo grupo de sanitarios para hacerle una ofrenda floral y cantarle sentidas letras de sevillanas inspiradas en Ella.

Emocionante reconocimiento al personal sanitario

Programada por la Junta de Gobierno de la Hermandad como reconocimiento a la labor realizada por el personal sanitario durante la pandemia, esta visita excepcional supone todo un hito en la singular leyenda de advocación , ya que es la primera vez que ocurre. Casualidad o no, con la llegada de la Virgen a las puertas del hospital se pasó a un nuevo marco lumínico. Los primeros y tímidos rayos de sol aportaron al alba dibujaro una bella estampa. Un amanecer repleto de simbolismo en el que la luz se abrió paso entre la oscuridad para dar inicio a un nuevo día con la Virgen dando fe de ello, algo entroncado metafóricamente con el firme propósito de esta peregrinación extraordinaria.

Durante unos metros fueron los propios sanitarios quienes, ataviados con su pertinente bata, llevaron sobre sus hombros la imagen hasta colocarla frente a la fachada, mientras otros compañeros entonaron sevillanas al son de unas guitarras que ellos mismos tocaban.

F.R.M.

El encuentro entre la talla gótica y el personal que ha tenido que lidiar en primerísima línea de batalla con el coronavirus hizo estallar el termómetro de la emoción. Momentos repletos de sentimientos encontrados , de recuerdos, buenos y malos, en el que las pérdidas humanas y el sufrimiento provocados por la dichosa pandemia fueron dolorosamente tangibles. En un instante todos los presentes experimentaron mentalmente el repaso de nuestra historia reciente, la del último año y medio, y lo hicieron con el espíritu sembrado de congoja, posiblemente el grado más dramático y heridor de la tristeza.

Sensaciones encontradas porque el lamento y la esperanza se daban la mano con una naturalidad pasmosa entre las lágrimas derramadas por muchos de los asistentes. Esperanza por dejar atrás definitivamente las desoladoras cifras de contagios y muertes, esperanza por seguir doblegando al virus, esperanza en que impere la buena salud, esperanza por retomar la senda de la alegría, esperanza en que la Santísima Virgen otorgue su especial valimiento a los enfermos. Todo ello se le imploró con oraciones y cantos en un episodio para la historia que los miles de fieles presentes no olvidarán jamás.

Con los sentimientos todavía a flor de piel por todo lo vivido, llegaba el momento de retomar el camino hasta la casa original de la Virgen de Valme, el Real Santuario de Cuarto , donde tuvo lugar la Santa Misa en su honor que ofició Manuel Sánchez de Heredia , párroco de Santa María Magdalena y director espiritual de la Hermandad. Con buen criterio este año se ha optado por celebrarla al aire libre en vez de hacerlo en el interior del templo como es costumbre. Numerosos hermanos, fieles y devotos se dieron cita en Cuarto para rezar junto a su imagen y cantar junto al coro de la Hermandad.

A las doce del mediodía, tras el acto eucarístico, comenzó el camino de vuelta a la parroquia. A esa hora la agradable brisa que había acompañado durante toda la noche y la mañana dio paso una temperatura que frisaba con los 30 grados y a un calor que comenzó a hacer mella entre los peregrinos . Pese a ello, la Virgen continuó acompañada por todos sus fieles hasta la llegada a su parroquia.

Los ocho kilómetros que separan Cuarto de Santa María Magdalena se completaron a las tres de la tarde con la satisfacción del deber cumplido y volver a colocar a la Virgen en su altar mayor de la capilla del Sagrario, el gozo de haber disfrutado de una jornada histórica y sin incidentes reseñables y la ilusión de que el próximo año pueda tener lugar la sin igual Romería de Valme con total normalidad.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación