Nutrición

«El consumo de bebidas energéticas en niños incita a un futuro consumo de drogas»

Galicia anunciaba días atrás la elaboración de una ley que equiparará estos productos con las bebidas alcohólicas para prohibir su venta en menores, y varias comunidades, entre ellas Andalucía, estudian posibles acciones de cara al futuro

Una lata de bebida energética contiene el doble de la dosis diaria de azúcares añadidos recomendado para un niño de 14 años

Varias comunidades autónomos estudian la prohibición de bebidas energéticas en menores L. V.

Jesús Mejías

Cádiz

Galicia anunciaba días atrás que estaba en el proceso de elaboración de una ley que equiparase las bebidas energéticas con las bebidas alcohólicas, para que de esta forma, cuando entre en vigor los jóvenes no puedan comprarlas, consumirlas y recibir cualquier tipo de publicidad que les incite a beberlas. La comunidad autónoma gallega no es la única en la que se esté abordando la problemática provocada por la ingesta de estos productos en los menores y que pueden llegar a provocar adicción o ansiedad. Castilla y León, la Comunidad Valenciana, Baleares, Castilla-La Mancha, Cataluña y País Vasco, Aragón y La Rioja también lo sopesan. En el caso de Andalucía, y según ha podido saber este medio, desde la Consejería de Salud y Consumo se están evaluando las diferentes medidas existentes en otros territorios de la geografía española y se trabaja en una estrategia de vida saludable, así como en un decreto de alimentación donde quedarían incluidas las medidas que afectarían a los jóvenes y al conjunto de la población. Por lo tanto, su prohibición en el futuro no está descartada.

El perfil de los consumidores de bebidas energéticas suelen ser personas jóvenes, menores de 35 años, que encuentran en esta serie de productos una dosis extra de energía para el día a día. Es muy habitual ver latas de estas bebidas en espacios como las bibliotecas o salas de estudios, ya que los estudiantes las ingieren para aumentar la concentración mientras se preparan para futuros exámenes. En España, el 45% de los jóvenes entre los 14 y 18 años consumen regularmente estos productos. Según un estudio de la Fundación Márgenes y Vínculos en la provincia de Cádiz, en concreto en el Campo de Gibraltar, el 52% las beben habitualmente.

¿Hasta qué punto son perjudiciales las bebidas energéticas para una persona? ¿Y para un niño? ¿Pueden crear adicción? ¿Pueden provocar enfermedades?. Mariana González, dietista natural de Puerto Real tiene las respuestas. Señala que «las bebidas energéticas contienen dosis muy altas de sustancias como la cafeína, guaraná o taurina» y que «son muy excitantes». De hecho, «el guaraná es un vegetal que está compuesto por diferentes tipos de cafeína».

Estas sustancias «al aparecer en las bebidas energéticas en cantidades muy altas, las hacen muy perjudiciales». Por cada 100 mililitros de bebida, contienen unos 32 miligramos de cafeína, «eso multiplicado por una lata que suele ser de 330 mililitros o medio litro, son unos 150 gramos cafeína», o dicho con otras palabras, «equivaldría a beber tres cafés seguidos», lo que es «una dosis muy alta en un niño». Además, se une «la excitación que producen unos niveles tan alto de cafeína o guaraná con el azúcar añadido que traen».

Efectos del consumo de las bebidas energéticas

La dietista detalla que el consumo de bebidas energéticas producen «una mayor irritabilidad a nivel anímico» ya que «es un excitante» que «te acelera las pulsaciones y puede llegar a producir taquicardias». Es más, «normalmente a los jóvenes que consumen estas bebidas les suele doler el pecho o se sienten intranquilos tras consumir estas bebidas, sobre todo cuando están estudiando porque están sentados y no liberan esa energía».

El consumo de estas bebidas durante el estudio «es uno de los usos que más se le suele dar». Alerta de que «son muy adictivas».

Por otro lado, a nivel cardiovascular «tienen perjuicios muy graves como el aumento de la tensión arterial, arritmia, infartos, hiperactividad, ansiedad o insomnio» e incluso «deshidratan, porque vas mucho más al baño y no eres consciente de ello». A nivel gastrointestinal «pueden producir problemas como indigestiones, vómitos, aumento de las deposiciones al aumentar la motilidad intestinal (pequeñas vibraciones en el intestino)» y por último «es más que evidente que producen aumento de peso porque son bebidas azucaradas, porque al final son latas de medio litro con muchos miligramos de azúcar que hacen aumentar la obesidad en las personas que lo consumen».

«A mis pacientes les digo que tomar una bebida energética es como si eres un coche y quieres ir en tercera marcha a 120 kilómetros por hora, llegará un momento en el que no puedas más», cuenta. Por lo tanto, «si estás cansado, estas cansado, y si te tomas una bebida energética, creas una falsa energía que tu cuerpo no está teniendo de una manera natural».

Sobre su consumo en los menores de edad y en niños pequeños «se agrava muchísimo por dos motivos, por un lado el alto contenido en sustancias como cafeína, guaraná y cafeína y por otro lado el azúcar». Según la Organización Mundial de la Salud la dosis recomendable de azúcares añadidos en un niño de 14 años es de 16 gramos, mientras que «estas lastas de bebidas pueden contener hasta 30 gramos, lo duplica».

«Está muy normalizado que los niños consuman estas bebidas u otras chuches o patatas fritas». Como consecuencias, «hay estudios que certifican que el consumo de bebidas energéticas en niños incitan a un futuro consumo de drogas». Existentes son también los efectos anímicos, debido a que «se atribuye al espectro de esquizofrenia, por la excitación que produce sostenida en el tiempo». Provocan «una baja autoestima, depresión, son niños con peor rendimiento escolar, tienen problemas de obesidad infantil e incluso diabetes a una edad muy temprana».

No hay alternativas a las bebidas energéticas. «La mejor bebida para un niño es el agua, los refrescos no son buenos por el contenido en azúcar o los edulcorantes». Señala que «las bebidas energéticas sin azúcar realmente no llevan azúcares añadidos, pero llevan otros endulzantes como la sacarina, asociada a muchísimos problemas gastrointestinales como la motilidad intestinal», como tampoco son beneficiosos como «los refrescos de cola».

«Actualmente tengo en consulta a varios pacientes que dicen ser adictos a las bebidas de cola o a las bebidas energéticas, porque lo necesitan para trabajar o estudiar, pero cuando se les explica que estas bebidas te dan un pico de energía que no es real, y que realmente estás forzando tu cuerpo, les haces lo que a largo plazo van a contraer, lo dejan en los primeros días, y aunque dicen que les cuesta, después reconocen que ya no les duele la barriga, que descansan mejor y que tienen un mejor estado anímico», concluye.

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