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El dragón azul da la cara por primera vez en Cádiz: «Cerrar una playa porque hayan aparecido 3 ó 4 ejemplares me produce risa»
Juan Lucas Cervera, catedrático de la UCA y experto en babosas marinas, valora el cierre de la playa de Santa Bárbara, en La Línea, por la presencia de ejemplares de dragón azul
«La densidad de células urticantes que hay en un tentáculo de una carabela portuguesa es infinitamente mayor a la que puede almacenar el dragón azul»
Cádiz
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Iniciar sesiónEl pasado domingo, la playa de Santa Bárbara recibió en sus aguas a un invitado muy poco habitual. Media decena de ejemplares de dragón azul (Glaucus atlanticus) se dejó ver por primera vez en el litoral gaditano. El avistamiento llamó la atención de los miembros de Salvamento Marítimo y Policía Local, que dieron la voz de alarma al Ayuntamiento de La Línea de la Concepción. El Consistorio linense no tardó en izar la bandera roja y prohibir el baño durante un día al tratarse de una especie de babosa de mar que roba las células urticantes a las carabelas portuguesas, entre otras colonias de hidrozoos flotantes, de las que se alimenta. Sin embargo, el dragón azul, que en los ejemplares más grandes puede alcanzar los 3,5 centímetros, está muy lejos de ser tan venenoso —y, por tanto, mucho menos peligroso para los humanos— como los hidrozoos que depreda.
«Cerrar una playa porque hayan aparecido 3 ó 4 ejemplares de dragón azul me produce mucha risa», sentencia Juan Lucas Cervera, catedrático de la UCA y experto en babosas marinas, quien asegura que «la densidad de células urticantes que hay en un tentáculo de una carabela portuguesa es infinitamente mayor a la que puede almacenar el dragón azul». Pero el dragón azul ya tiene colgada la etiqueta de 'peligroso' para los humanos.
En agosto de 2024, el molusco obligó al cierre de la playa de Los Dos Roques, en el municipio de Gáldar (Las Palmas de Gran Canaria). La mala fama del dragón azul, que no fabrica sus propias toxinas, se debe a su dieta: las carabelas portuguesas. «No existe evidencia científica sobre el efecto que puede tener sobre los seres humanos; sino la sospecha de que si se alimenta de algo muy tóxico, el depredador también tiene que serlo», explica el catedrático, quien pone el foco en la escasa cantidad de células urticantes que puede almacenar el dragón azul, en comparación con la carabela portuguesa. «Estoy dispuesto a coger con mis propias manos al dragón azul».
Ha sido la primera vez que el dragón azul aparece por las aguas gaditanas. «Lo valoro como un avistamiento ocasional, lo cual no quiere decir que en un futuro pueda volverse más frecuente», expresa Cervera, quien asegura que no existen informes ni publicaciones científicas que atestigüen la presencia de esta especie de babosa marina en el litoral gaditano. «Si no lo publicas, no existe». Un avistamiento al que el catedrático no le puede otorgar una causa porque «realmente se sabe bastante poco, por no decir casi nada, de la biología de esta especie».
El dragón azul vive en la superficie del agua y, tal y como le sucede a las medusas, son arrastrados por las corrientes. Según el experto, Glaucus atlanticus se encuentra «prácticamente por todo el mundo», pero sobre todo en las aguas del océano Atlántico. Sin embargo, no existe oficialmente ninguna publicación que garantice que se haya encontrado en el litoral peninsular; en cambio, sí hay pruebas científicas de su presencia tanto en las Islas Canarias como en Baleares.
Tras la primera aparición del dragón azul en aguas gaditanas, se abre la puerta para el seguimiento de la especie. «Lo suyo sería que la gente que va mucho al mar que le haga fotos y contacte conmigo o con la UCA para registrarlo». Fue precisamente lo que hizo Jesús Sánchez, socio de la Sociedad Gaditana de Historia Natural, que avisó a Juan Lucas de que se había encontrado en la playa de Santa Bárbara a esta especie de molusco. «He conseguido que me guarden uno para secuenciarlo, es decir, sacar su ADN y hacerle un estudio molecular para confirmar que se trata de esta especie y no de otra».
El dragón azul, lejos de ser una babosa marina cualquiera
Ya solo el nombre llama la atención. El dragón azul está lejos de ser una babosa marina habitual. Su estilo de vida es muy diferente al de sus compañeras. «Las babosas marinas normalmente se arrastran por el fondo marino, bien sea desde la zona intermareal, en las roquitas de Santa María del Mar o de la Caleta o de donde sea, o bien pueden estar ya a más profundidad. Pero esta babosa marina es de las pocas que su evolución las ha llevado a vivir flotando en la superficie del mar», explica Juan Lucas Cervera.
Pero ese no es el único aspecto que las diferencia. Para camuflarse de posibles depredadores, el dragón azul tiene la cara dorsal del color que le da nombre, para ser confundido con el color del mar, y la cara ventral es gris clara para que, vista desde una mayor profundidad, sea difícil diferenciar su silueta con la luz del sol. «Con lo cual, el que quiera venir desde abajo a cazarlo no lo ve bien y el que quiera hacerlo desde arriba tampoco», argumenta Cervera.
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