Algeciras

La Comunidad Islámica de Algeciras estudia recurrir al Supremo para defender su derecho a enterramientos conforme al rito musulmán

el fallo que avala al Ayuntamiento

«Queremos despedir a nuestros seres queridos conforme a nuestra fe»

Mohamed El Kammas El Moqadem, presidente de la Comunidad Islámica Al Rahmah de Algeciras en un cementerio L.V.
Miren Landeta

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«No pedimos privilegios, pedimos igualdad». Con estas palabras, la Comunidad Islámica Al Rahmah de Algeciras ha defendido su derecho a contar con un espacio habilitado para enterramientos islámicos en el cementerio municipal, una solicitud que, según recalcan, no es un privilegio, sino una cuestión de derechos fundamentales.

La entidad, presidida por Mohamed El Kammas El Moqadem, ha anunciado que analiza un posible recurso ante el Tribunal Supremo, tras la reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) que ha avalado la postura del Ayuntamiento de Algeciras, al entender que no existe obligación legal de reservar dichos espacios.

En un comunicado, la Comunidad Islámica asegura que esta petición se realiza «en defensa de los derechos religiosos y funerarios de los ciudadanos musulmanes de Algeciras», recordando que está amparada por la legislación vigente, en particular por la Ley 26/1992, de 10 de noviembre, de Acuerdo de Cooperación del Estado con la Comisión Islámica de España.

El colectivo aclara que no solicita un cementerio exclusivo, sino una zona dentro del cementerio municipal que permita realizar los enterramientos conforme a los preceptos del rito islámico.

El Ayuntamiento argumentó que en el cementerio de Botafuegos existe «una gran zona» donde pueden reposar «los restos de cualquier ciudadano, independientemente de su confesión religiosa». No obstante, la Comunidad Islámica lo niega, asegurando que «no existe ningún espacio habilitado ni procedimiento administrativo que permita realizar enterramientos en suelo conforme al rito islámico».

«De haber existido dicha posibilidad, no habría sido necesario acudir a los tribunales para exigir el cumplimiento de la normativa y de los derechos reconocidos por el ordenamiento jurídico español», subraya el comunicado.

La entidad recuerda además que no existen impedimentos sanitarios ni medioambientales para atender esta solicitud, y cita el Reglamento de Policía Sanitaria Mortuoria de Andalucía, que en su artículo 21.4 permite eximir del uso de féretro por razones de confesionalidad «con autorización del Ayuntamiento», siempre que no haya riesgo sanitario.

Por ello, insisten en que «no hay obstáculo técnico o legal, sino una falta de voluntad política» para dar cumplimiento a la normativa sobre libertad religiosa y cooperación con las confesiones minoritarias.

Aunque la Comunidad Islámica Al Rahmah ha expresado su respeto por la sentencia del TSJA, considera que el fallo «se centra en cuestiones de procedimiento» y «no niega la legitimidad de la petición». Además, recuerda que otros tribunales españoles sí han reconocido este derecho en casos similares.

«Nuestra intención no es otra que ejercer un derecho legítimo, reconocido por la ley y por el principio de igualdad. Queremos que los ciudadanos musulmanes de Algeciras puedan despedir a sus seres queridos conforme a su fe, en el mismo cementerio municipal que pertenece a todos», ha afirmado Mohamed El Kammas El Moqadem, presidente de la entidad.

Rito islámico

El enterramiento según el rito islámico es un acto profundamente espiritual que refleja los valores de pureza, humildad e igualdad ante Dios. Tradicionalmente, el cuerpo del fallecido se somete a un lavado ritual conocido como ghusl, que realizan familiares o miembros de la comunidad del mismo sexo, con agua limpia y en un ambiente de recogimiento. Tras este lavado, el cuerpo se envuelve en un sudario blanco sin costuras, llamado kafan, que simboliza la pureza y la igualdad de todas las personas ante Alá.

El entierro debe realizarse lo antes posible, idealmente en las primeras 24 horas tras el fallecimiento. La tradición marca que el cuerpo repose directamente en contacto con la tierra, sin féretro, aunque en algunos países o regiones —como en España— puede ser obligatorio el uso de ataúd, en cuyo caso el cuerpo se introduce envuelto en la mortaja blanca. El fallecido se deposita de lado derecho, orientado hacia La Meca, y los presentes recitan oraciones y pasajes del Corán, entre ellos la primera sura, mientras algunos asistentes lanzan puñados de tierra sobre la tumba como gesto final de respeto.

El rito concluye con la oración fúnebre colectiva, en la que los asistentes piden misericordia y perdón para el alma del difunto.

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