Campo Gibraltar
Colas, controles y gasolina barata: la Verja de Gibraltar, símbolo de la separación, se despide de su historia
Durante décadas fue la frontera física de la disputa entre España y Reino Unido y una barrera diaria para miles de vecinos del Campo de Gibraltar | Cerrada en 1969 por orden de Franco y reabierta en los 80, la frontera ha vivido décadas de tensiones políticas, controles exhaustivos y colas interminables
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M. Landeta
Cádiz
La 'Verja', la frontera que separa Gibraltar de La Línea, ha sido testigo de una historia de desencuentros, acercamientos diplomáticos y complejas negociaciones que parecen encaminarse a su final definitivo.
La desaparición de esta frontera depende ahora de la culminación del tratado sobre el futuro de Gibraltar, cuyo texto se prevé cerrar este otoño y someter posteriormente a la ratificación del Parlamento Europeo.
El siguiente paso es plasmar por escrito el acuerdo político alcanzado el pasado 11 de junio sobre la nueva relación del Peñón con la Unión Europea, un tratado que todas las partes esperan tener ratificado antes de final de año. Si se cumplen los plazos previstos, el acuerdo podría ser una realidad en los primeros compases de 2026.
Un poco de historia
El 8 de junio de 1969, el régimen de Franco ordenó el cierre de la Verja y la interrupción de comunicaciones (peatonales, viarias, aéreas y marítimas). Aquella decisión se mantuvo durante años y tuvo un fuerte impacto social y económico a ambos lados.
Franco pretendía forzar a Londres a negociar la recuperación de la soberanía de Gibraltar, que llevaba casi tres siglos bajo control británico ya que con la firma del Tratado de Utrecht (1713) España cedió Gibraltar a Gran Bretaña «en plena y entera propiedad».
Desde entonces, España ha mantenido su reivindicación histórica y el Reino Unido ha sostenido que no habrá cambios en soberanía sin el consentimiento de los gibraltareños y que cualquier acuerdo debe ser «sin perjuicio» de sus posiciones. Este principio se ha reiterado en debates parlamentarios y comunicados oficiales.
La tensión alcanzó uno de sus momentos más notorios en 1981, cuando los recién casados príncipes Carlos y Diana iniciaron en Gibraltar su luna de miel a bordo del yate Britannia, lo que provocó el boicot oficial de España y subrayó la vigencia del conflicto. Miles de familias del Campo de Gibraltar y de la colonia sufrían entonces las consecuencias directas del aislamiento.
La visita, que se produjo con la frontera cerrada desde 1969, fue interpretada en España como un gesto político de reafirmación británica sobre el Peñón. El Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo respondió con un boicot oficial en un clima de fuerte tensión diplomática.
Apenas un año más tarde, el 14 de diciembre de 1982, ya con la joven democracia consolidándose tras el 23-F y con Felipe González en la Moncloa, España dio el primer paso hacia la normalización: se reabrió la Verja al tránsito peatonal, aunque los controles siguieron siendo muy estrictos. La reapertura coincidió con un momento en que España estaba ultimando su entrada en la Comunidad Económica Europea.
Ese proceso culminó el 5 de febrero de 1985, cuando la frontera se reabrió plenamente al tráfico rodado y comercial, en cumplimiento de la Declaración de Bruselas de 1984. Fue un hito histórico que puso fin a 16 años de aislamiento casi total y que permitió reanudar los vínculos económicos y sociales entre Gibraltar y el Campo de Gibraltar, aunque sin que se resolviera el contencioso de fondo sobre la soberanía.
Sin embargo, aún con la frontera reabierta la Verja siguió siendo escenario de controles exhaustivos y frecuentes tensiones diplomáticas durante los años noventa, con disputas sobre pesca, contrabando y el uso de las aguas.
En 2002, los gobiernos de España y Reino Unido exploraron una fórmula de cosoberanía compartida que se encontró con un rechazo rotundo de los gibraltareños: en un referéndum, el 98,97% de los votantes se mostró contrario a esa opción. Cuatro años más tarde, en 2006, se inauguró el Foro de Diálogo de Córdoba, que reunió a España, Reino Unido y Gibraltar en un espacio de negociación «tripartito» centrado en asuntos prácticos.
El gran punto de inflexión llegó en 2016, cuando el referéndum del Brexit en Reino Unido arrojó un resultado prácticamente unánime en el Peñón: el 96% de los votantes eligió permanecer en la Unión Europea, conscientes de la importancia de la movilidad y la integración europea para su economía y vida diaria. A partir de ahí, la cuestión de la Verja cobró de nuevo protagonismo.
El 31 de diciembre de 2020, España y Reino Unido alcanzaron el llamado Acuerdo de Nochevieja, un marco político que proponía eliminar los controles en la frontera y trasladarlos al puerto y aeropuerto de Gibraltar, con integración en el espacio Schengen y España como estado responsable.
Esa hoja de ruta desembocó en el acuerdo político del 11 de junio de 2025, alcanzado entre la Unión Europea, Reino Unido y Gibraltar, que fija las bases del tratado definitivo: el fin de los controles en la Verja, la aplicación de Schengen en el Peñón, la cooperación aduanera y fiscal y la garantía expresa de que no se altera la cuestión de soberanía.
De compras y a trabajar
Más allá de los discursos diplomáticos, la Verja de Gibraltar ha marcado durante décadas la vida diaria de miles de personas en el Campo de Gibraltar. Cada jornada, miles de trabajadores cruzan la frontera para ganarse la vida en el Peñón lo que convierte esta frontera en un auténtico termómetro económico y social.
El trasiego cotidiano no se limita al empleo: durante años fue habitual cruzar para repostar combustible, más barato en Gibraltar gracias a una fiscalidad reducida, o para adquirir tabaco y alcohol a menor precio, productos que alimentaron un intenso comercio fronterizo y también el contrabando, objeto de frecuentes controles policiales y fuente recurrente de fricciones entre Madrid y Londres.
Para muchas familias linenses, la frontera ha sido tanto una oportunidad de ingresos como una barrera incómoda que condicionaba su rutina diaria, con largas colas, revisiones exhaustivas y la incertidumbre política siempre de fondo.
Tres siglos después del Tratado de Utrech y 56 años desde aquel cierre de la frontera, la 'Verja' encara su derribo histórico: La Línea y Gibraltar están más cerca que nunca de convivir sin fronteras.
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