CÁDIZ

Un viaje emocional al Cádiz que se dibujó antes de construirse

El legado oculto de Carlos Solís Llorente, guardado durante décadas, emerge ahora en la presentación del libro 'Cádiz ilustrado', que redibuja la ciudad

Presentación 'Cádiz Ilustrad'. FRANCIS JIMÉNEZ
Esther Macías

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En Cádiz las historias no solo se cuentan. Se dibujan. Y algunas permanecen ocultas durantes siglos, esperando a que alguien vuelva a desplegar el papel. Este lunes, el Colegio Oficial de Arquitectos y el Ayuntamiento gaditano han hecho justamente eso al presentar 'Cádiz Ilustrado: Torcuato Cayón y Torcuato Bejumeda', un volumen que rescata la obra de los dos grandes arquitectos del XVIII gaditano y, con ella, la silueta primigenia de una ciudad que se pensó con precisión matemática y ambición estética.

pero esta no es solo la historia de un libro. Es también la historia de un hallazgo. El de la colección particular del arquitecto gaditano Carlos Solís Llorente, un apasionado de las artes y los objetos que reunió durante su vida un pequeño universo de muebles, estampas, cerámicas, monedas antiguas y planos. Planos que hoy, décadas después de su muerte, revelan un capítulo olvidado de la arquitectura ilustrada.

Gracias a la decisión de sus hijos de ceder estos documentos al Colegio de Arquitectos, 'Cádiz Ilustrado' incorpora 52 piezas gráficas de los siglos XVIII y XIX, muchas inéditas, que permiten revistar la obra de Cayón, Benjumeda, Albisu, Olivares, Machuca y los ingenieros Caballero y Arigorri. Son planos de fachadas, proyectos de iglesias, trazas de hospitales, cárceles, mercados, puentes y viviendas. Fragmentos del Cádiz que fue y del Cádiz que pudo ser. Páginas que permiten asomarnos a un tiempo en el que la ciudad respiraba comercio, ilustración y modernidad.

La ciudad reconstruida desde sus dibujos

El trabajo de análisis, liderado por el catedrático emérito Teodoro Falcón, no se limita a describir los planes. Los ordena, los contextualiza, los vuelve legibles. Cada dibujo es una puerta a una historia. El proyecto para el Hospicio de Cádiz, trazado por Cayón en 1763, marca el inicio del viaje. La planta del convento de San Agustín, firmada por Benjumeda en 1836, lo cierra. Entre ambos puntos se despliega un mapa eocional y arquitectónico que habla de una ciudad en transformación.

Asimismo, los documentos recorren Cádiz casi calle a calle. La Aduana, la Alhóndiga, el Ayuntamiento, la Cárcel Real, el mercado municipal, la Catedral, las iglesias de San Pablo y San Juan de Dios, el antiguo Hospicio. También miran más allá de la capital. La cárcel de Algeciras, la iglesia de San Juan Bautista en Chiclana, el cementerio de San Fernando, un puente sobre el Guadalete en Villamartín. Y también hacia fuera de la provincia. Llegan incluso a Madrid y Salamanca, mostrando que la arquitectura gaditana formaba parte de una conversación más amplia dentro de la España ilustrada.

Un libro que dialoga con el presente

La publicación, prologada por Rafael Moneo, se acompaña de ensayos de especialistas como Adrían Fernández Almoguera y Carlos Sambricio Rivera-Echegaray, que no solo aportan conocimiento, sino que ayudan a establecer puentes entre el pasado y el presente. Un recordatorio de que una ciudad es también su memoria gráfica, y que cada edificio que habitamos o transitamos tiene detrás un trazo, una idea, una mano.

Durante esta presentación, la decana Paula Vilches ha subrayado que el libro se enmarca en la vocación del Colegio de Arquitectos de custodiar y divulgar el patrimonio arquitectónico gaditano, «un esfuerzo compartudo con el Ayuntamiento que enriquece la mirada con la que entendemos nuestra ciudad». La concejala de Cultura, Maite González, ha insistido en que este volumen «será una herramienta fundamental para investigadores, historiadores y, sobre todo, para cualquier ciudadano que quiera comprender Cádiz a través de sus edificios, sus proyectos y sus silencios».

Este mismo lunes, a la tarde, el Salón de Actos del Colegio de Arquitectos reunirá a voces expertas y familiares del arquitecto cuya colección ha hecho posible esta obra. Ignacio Solís hablará en nombre de los herederos, junto a los profesores Sambricio y Falcón. Aunque el verdadero protagonista será el dibujo. Una línea que sostiene la memoria.

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