obituario

La gran familia del colegio San Felipe Neri llora la muerte repentina del 'maestro' Daniel Rodríguez

«Aunque su ausencia física nos duela profundamente, el legado de bondad, alegría y amistad que dejó seguirá vivo en los corazones de quienes lo amaron», resalta su amigo y compañero Ramón Buenadicha

Daniel Rodríguez la voz
José María Vilches

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El colegio San Felipe Neri de la capital gaditana ha lamentado en las últimas horas a través de las redes sociales la repentina muerte de una persona muy querida en el centro: «el jugador de ajedrez Daniel Rodríguez, que ha trabajado en el colegio como monitor y juez principal del Open Internacional San Felipe Neri y padre de nuestro actual profesor de la extraescolar de ajedrez«. »D.E.P«, se añadía con lamento y pesar desde la gran familia de San Felipe Neri.

«Se van los mejores», confirma Ramón Buenadicha, amigo, compañero de su club de ajedrez y, al igual que lo era Daniel, monitor del colegio desde hace unos años. Y es que los profesores de ajedrez no son empleados directos del centro, pero ambos eran los encargados de llevar la escuela de ajedrez en las instalaciones.

«Era una persona que se cuidaba, alegre, deportista...», resume a este periódico lamentando su inesperada muerte y antes de ir más allá. «¿Puedo escribir algo sobre él y me lo publicáis?». Pues claro, por eso, entre otras cosas, el periódico se llama La VOZ de Cádiz...

«Aunque su ausencia física nos duela profundamente, el legado de bondad, alegría y amistad que dejó seguirá vivo en los corazones de quienes lo amaron», destaca Ramón con el corazón de su corazón.

Este es su escrito completo para inmortalizar a un buen amigo y a buen compañero, a una buena persona:

«Daniel Rodríguez fue una luz brillante en la vida de quienes lo conocieron, y su partida repentina deja un vacío imposible de llenar. A lo largo de sus 52 años, dejó una huella imborrable como una persona excepcional, llena de bondad, alegría y generosidad.

Su corazón siempre estuvo dispuesto a ayudar a los demás, y su sonrisa contagiosa iluminaba cualquier lugar al que llegaba. Amigo leal y compañero fiel, Daniel era el tipo de persona en la que podías confiar en cualquier situación. Su amabilidad y simpatía lo convertían en alguien muy querido por todos los que tuvieron el privilegio de compartir momentos a su lado.

Apasionado por el deporte, Daniel encontraba alegría y vitalidad en cada encuentro en la cancha de pádel, donde desplegaba su habilidad y competitividad con entusiasmo. Además, su amor por el ajedrez lo llevó a ser no solo un jugador apasionado, siendo socio de la Peña Ajedrecística Isleña de San Fernando, sino también un dedicado monitor y árbitro, compartiendo su pasión por el juego con otros de manera desinteresada. Era también un hombre de fe, desempeñando su función como cofrade.

Y, por supuesto, no podemos olvidar su devoción por el Cádiz CF, un equipo que ocupaba un lugar especial en su corazón y que lo acompañó a lo largo de su vida, tejiendo recuerdos y emociones que perdurarán por siempre.

Aunque su ausencia física nos duela profundamente, el legado de bondad, alegría y amistad que dejó seguirá vivo en los corazones de quienes lo amaron. Daniel Rodríguez será recordado no sólo por sus logros deportivos, sino por la calidez de su alma y la luz que irradiaba a su alrededor. Que su memoria nos inspire a ser mejores personas y a valorar cada momento compartido con aquellos que amamos. Nos deja a su hijo Daniel que es un reflejo fiel de su padre y a su esposa Eva de quien era difícil verle separado. Descanse en paz«.

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