MOVILIDAD

Cádiz sobre ruedas... o casi: el transporte urbano en la cuerda floja

Usuarios del autobús de la ciudad denuncian «averías, calor sofocante y un sistema de pago desfasado»

La flota de los autobuses urbanos de Cádiz hace aguas

Parada de autobús de Plaza España, en Cádiz. NACHO FRADE
Esther Macías

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La movilidad en Cádiz atraviesa uno de sus momentos más delicados. Lo que antes era un problema soterrado, hoy se muestra sin tapujos: el transporte público urbano, concretamente el servicio de autobuses gestionado por Tranvía de Cádiz a San Fernando y Carraca S.A., ha dejado de ser una opción fiable para muchos gaditanos.

La última escena ocurrió la pasada semana en plena avenida del Puerto, a la altura del Muelle. Un autobús quedó inutilizado en mitad de la calzada, con el motor abierto, echando humo. El incidente no solo retrató el deterioro de la flota, sino que reavivó una indignación que ya venía fraguándose desde hace meses.

Cabe recordar la reciente huelga indefinida en el mes de julio, cuando los trabajadores de la compañía pararon el servicio durante semanas para exigir mejoras laborales, renovación de vehículos y una reorganización de los turnos. Aquella protesta, que dejó a miles de usuarios sin transporte diario, fue la expresión más visible de una crisis que, lejos de resolverse, sigue afectando a los usuarios habituales, quienes cada día se enfrentan a retrasos, vehículos abarrotados, fallos técnicos y una frecuencia cada vez más errática.

Basta con acercarse a las paradas de las líneas más frecuentadas, como la 1 o la 5, en Plaza de España durante la hora punta -dos de la tarde- para comprobarlo. Largas colas hasta ocupar parte de la acera, rostros de resignación y un murmullo constante de quejas. No son turistas despistados los que esperan, sino gaditanos que dependen a diario del autobús para llegar a sus trabajos o compromisos.

«Somos de las pocas ciudades donde no se puede pagar con tarjeta»

Jesús Buendía tiene 29 años y es educador social en una casa de acogida en Cádiz. Vive en Extramuros, cerca del barrio de Segunda Aguada, y cada mañana se desplaza en la línea 2 para llegar a su centro de trabajo. Lo que antes era una rutina sin complicaciones, ahora se ha convertido en una carrera de obstáculos.

«Hay días que tardo más de 30 minutos en llegar, y lo peor es que si me voy andando, tardo 25. Es absurdo. Me estoy planteando seriamente comprarme una moto», confiesa, con resignación. Su experiencia diaria lo ha llevado a reflexionar sobre las carencias estructurales del servicio: «Somos de las pocas ciudades en España donde no se puede pagar con tarjeta. Es ridículo en pleno 2025. Si quieres pagar en efectivo y no tienes suelto, ya estás generando un problema. Todo eso habría que cambiarlo».

Jesús no solo critica los tiempos de espera, también señala que muchos autobuses pasan de largo por estar saturados de pasajeros. «Esto no es solo una incomodidad, es un obstáculo para quienes necesitamos el bus para llegar a trabajar, y eso debería importar».

Durante la ola de calor

Mariana López, funcionaria de la administración pública, utiliza la línea 1 a diario, una de las más saturadas. Su relato refleja otra de las grandes carencias del sistema: la falta de mantenimiento de los equipos de climatización.

«Estas últimas semanas de ola de calor han sido un infierno. Literalmente. Había días que el aire no funcionaba y estábamos todos dentro con el abanico, sudando, intentando no marearnos. Un día no aguanté más y me bajé a mitad de trayecto para coger un taxi. No es justo», explica, indignada.

Para Mariana, el servicio necesita una revisión profunda, no solo técnica, sino también en términos de planificación: «Los autobuses de Cádiz tienen que mejorar desde las instalaciones, el sistema de pago, la frecuencia y, sobre todo, la cantidad. Aunque seamos una ciudad pequeña, somos muchos los que dependemos del transporte público para llegar a nuestros trabajos, y eso no se está teniendo en cuenta».

«Nunca el transporte urbano de Cádiz ha estado tan mal»

Jerónimo Sánchez vive en el casco antiguo de Cádiz y cada mañana se dirige a su trabajo, situado en Cortadura. En teoría, la línea 1 debería ser suficiente para cubrir ese trayecto, pero en la práctica, la saturación de la línea lo obliga a improvisar.

«Hay días que tengo que coger la línea 5 para intentar llegar antes. A veces el 1 pasa tan lleno que ni se detiene. Nunca el transporte urbano de Cádiz había estado tan mal. Esto es un caos», asevera.

Jerónimo considera que el problema también está en la organización: «Habría que poner una línea más, reorganizar los recorridos. No tiene sentido que para ir de un punto a otro tengas que esperar media hora».

Un cambio «muy necesario»

El deterioro de la flota, la falta de modernización en los sistemas de pago, la ausencia de aire acondicionado en plena ola de calor, la huelga de trabajadores y los retrasos continuos componen una imagen clara: el transporte urbano en la ciudad no está respondiendo a las necesidades de sus ciudadanos. El transporte urbano en Cádiz parece enquistado.

Las instituciones locales, responsables de velar por el buen funcionamiento del servicio concesionado, ya están tomando decisiones firmes para que autobús no deje de ser una opción viable para quienes aún confían en él.

El autobús de Cádiz sigue circulando... pero cada vez con más baches.

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