Las poblaciones de fauna salvaje disminuyen un 68 por ciento en menos de medio siglo

WWF alerta de que estamos destruyendo la naturaleza a un ritmo sin precedentes

En Latinoamérica y Caribe se ha producido un descenso medio del 94% de las poblaciones analizadas

El descenso de las especies de agua dulce alcanza el 84%

Charo Barroso

Vamos mal, muy mal. Hace menos de un mes que la Tierra alcanzaba su sobrecapacidad natural, cuando se agotan los recursos naturales que es capaz de regenerar en un año. Vivimos en un planeta inmerso en el cambio climático, asfixiado por la contaminación del aire, amenazado por la escasez del agua, por la degradación del suelo... La lista es larga y la destrucción de la fauna salvaje lejos de salir de ella escala puestos. Las poblaciones mundiales de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces han disminuido un 68% como promedio desde 1970, según revela el informe Planeta Vivo 2020 de WWF, que da buena cuenta del estado mundial de la biodiversidad y de los recursos naturales, de los que el ser humano depende para vivir.

Este informe, en el que han participado más de 125 expertos, evidencia que durante las últimas décadas, la actividad humana ha dañado gravemente los hábitats y los recursos naturales de los cuales dependen la vida silvestre y la humanidad, como los océanos, los bosques, los arrecifes de coral, los humedales o los manglares. Y destaca que esta situación es especialmente grave en la región de Latinoamérica y Caribe, donde se ha producido un descenso medio del 94 por ciento. También el dato relativo a las especies de agua dulce resulta preocupante, ya que la caída alcanza el 84 por ciento.

Para llegar a esta preocupante conclusión, se ha analizado la evolución desde 1970 a 2016 de 20.811 poblaciones de 4.392 especies diferentes de vertebrados, lo que supone casi 400 especies nuevas y 4.870 poblaciones más que el último informe, con una mayor representación en la mayoría de las regiones y grupos taxonómicos, particularmente de especies de anfibios. Asimismo, destaca el dramático descenso de las poblaciones de plantas, con un riesgo de extinción comparable al de los mamíferos y más alto que el de las aves, junto al súbito y reciente descenso de las poblaciones de insectos, su distribución y biomasa.

Riqueza natural frente a pandemias

Además, los expertos precisan que este análisis se hace público en un contexto de crisis sanitaria mundial en el que ya ha quedado demostrado que enfermedades como la Covid-19 están vinculadas de forma directa con la destrucción de la naturaleza, y se insiste en que proteger nuestra riqueza natural se convierte en el mejor antivirus para evitar futuras pandemias. Marco Lambertini, director general de WWF Internacional señala que «en medio de esta pandemia, ahora es más importante que nunca poner en marcha una acción mundial coordinada y sin precedentes para detener y comenzar a revertir la pérdida de biodiversidad para finales de esta década. Nuestra propia supervivencia depende cada vez más de ella».

«La naturaleza está siendo transformada y destruida a una velocidad sin precedentes en la historia, con un coste muy alto para el bienestar del planeta y de la humanidad. La pérdida de biodiversidad es un auténtico reto para la economía, el desarrollo y la seguridad global», puntualiza Enrique Segovia, Director de Conservación de WWF España.

Además. este año el informe analiza la evolución de las Contribuciones de la Naturaleza a las Personas (CNP), es decir, los bienes y servicios que nos ofrece la naturaleza y de los que depende nuestra supervivencia, como la regulación de la calidad del aire, la polinización, la generación de recursos medicinales o de alimentos, la creación de hábitats o el control del clima. De las 18 categorías de CNP analizadas, 14 han sufrido un descenso desde 1970.

La huella humana está llegando a todos los rincones del planeta. En los últimos 50 años, el mundo se ha visto drásticamente transformado por una explosión del comercio y el consumo a nivel global y por el aumento de la población humana, así como por una expansión urbanística acelerada. No en vano, el 75% de la superficie terrestre no helada ha sido modificada por el hombre y los últimos lugares vírgenes se concentran en apenas unos pocos países, Rusia, Canadá, Brasil y Australia.

Desde WWF se insiste en que para revertir la curva de la pérdida de biodiversidad no es suficiente redoblar los esfuerzos en conservación, sino que es necesario también transformar los patrones de producción y consumo de alimentos, impulsar un modelo donde los límites del planeta sustenten las decisiones políticas y económicas, y emprender acciones que ayuden a detener los motores del cambio de uso de suelo, reducir los residuos y favorecer dietas más saludables y sostenibles. De continuar con el actual modelo de desarrollo, la tasa de pérdida de biodiversidad y CNP será catastrófica en los próximos años. «Sabemos que esta gran transformación requerirá un esfuerzo colectivo global sin precedentes; que el aumento de los esfuerzos de conservación es imprescindible, pero que debe sumarse a los cambios en la forma de producir y consumir nuestros alimentos y energía. Los ciudadanos, los gobiernos y los líderes empresariales de todo el mundo deberán formar parte de un movimiento por el cambio con una escala, urgencia y ambición nunca antes vistas», concluye Segovia.

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