Carlos Conde, rector de la UPM
Carlos Conde, rector de la UPM - isabel permuy
VALLE DE LA FUENFRÍA

Carlos Conde: «La naturaleza está escrita en lenguaje matemático»

Al rector de la Universidad Politécnica de Madrid le preocupa el cambio climático, «del que aún no se conocen todas sus consecuencias. En los últimos años hemos agredido a la naturaleza y ahora se está defendiendo»

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Ocio, relax, tranquilidad, comidas campestres, ratos de diversión con los amigos y la familia... Son algunas de las ideas que este valle de la Fuenfría evoca en Carlos Conde, rector de la Universidad Politécnica de Madrid. Un poco de tranquilidad en el complicado quehacer diario. No corren buenos tiempos para la Universidad, y tal vez por eso, aunque solo sea de vez en cuando, es saludable tomar una bocanada de aire fresco y pararse a reflexionar. A mirar al pasado para afrontar con más optimismo el futuro. De volver la vista a los días en que las preocupaciones eran pocas y los ratos de ocio más abundantes, en compañía de amigos, con los que realizar excursiones por este valle que separa Madrid y Segovia.

Una tradición que aún se conserva y resulta muy atractiva para los madrileños, que disfrutan de la naturaleza algo domesticada en las distintas áreas recreativas, con aparcamientos, restaurantes, merenderos, senderos que recorren el valle y piscinas naturales construidas sobre el arroyo de la Venta.

Aquí se encuentra también la residencia Lucas Olazábal, gestionada por la Fundación General de la Universidad Politécnica de Madrid, donde hacen prácticas los futuros ingenieros de Montes y que además abre sus puertas a empresas y organizaciones de carácter privado que deseen realizar encuentros, convenciones, congresos o cualquier actividad enmarcada en el ámbito de la formación y de la empresa, en un entorno tranquilo, explica el rector.

El nombre de la residencia es por Lucas Olazábal, un ingeniero de Montes nacido en 1829 en Begoña (Vizcaya), que fue jubilado anticipadamente por oponerse a la venta libre de los montes. Ha pasado a la historia forestal por su tratado de ordenación y valoración de los montes. Curiosamente, en 1956 no tenía trabajo, igual que les ocurre a muchos jóvenes hoy. Él lo resolvió presentándose a un concurso público convocado por la Academia de Ciencias en 1956, que ganó y que impulsó su carrera.

El rector de la Politécnica, ingeniero de Minas, se lamenta de que hoy los jóvenes no elijan las ingenierías. Por eso aquí en este entorno de la Fuenfría se ha puesto en marcha un campamento para el fomento de vocaciones tecnológicas tempranas. Con mucho éxito, explica el rector, que comenta divertido que las preguntas de los chavales están entre las más difíciles que le han hecho nunca.

«Este paisaje es un legado para las generaciones futuras»

En la misma línea estuvo la I Feria de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, celebrada a finales de septiembre pasado, que con el lema «El Aprendiz de Ingeniero» se proponía fomentar las vocaciones entre los más pequeños. Y es que vivimos en una sociedad muy tecnologizada cuyo progreso se pararía sin estos profesionales. No hay ámbito en el que no estén presentes. Ni siquiera aquí, en medio de la naturaleza. Un ejemplo, la milenaria calzada romana, que data del siglo I, y que «está cargada de historia vinculada a la ingeniería civil», apunta el rector.

Naturaleza matemática

Poco a poco, las preocupaciones se van disipando y la mente se aquieta en contacto con la naturaleza que, por cierto, «está escrita en lenguaje matemático, como decía Galileo», recuerda Carlos Conde, que durante mucho tiempo ha impartido esta asignatura. «En la naturaleza, y de la naturaleza, vivimos y tenemos que preservarla al máximo», reflexiona. Una visión que cada vez tienen más en cuenta los profesionales de la ingeniería en todas sus ramas.

Al rector de la Politécnica le preocupa el cambio climático «del que aún no se conocen todas sus consecuencias. En los últimos años hemos agredido a la naturaleza y ahora se está defendiendo». Una defensa que los humanos vivimos en forma de desastres naturales, la forma que tiene de acomodarse a los cambios que provocamos, apunta Conde.

Pero no hay que olvidar que la naturaleza es «un legado para las generaciones futuras y debemos conservarla». Aquí, en el valle del agua, donde los arroyos corren por todas partes, especialmente este año, el líquido elemento no se escapa a las reflexiones de este ingeniero que está al frente de la Politécnica. Y su mirada tiene una mentalidad muy práctica, muy de andar por casa, como no podía ser menos en un ingeniero. Y se lamenta de toda el agua que dejamos escapar a diario: «El agua de la lavadora podría ir a los sanitarios. Para ello el diseño de las casas debería ser de otra forma. En lugar de estar en el suelo, las lavadoras deberían estar a media altura. Sería más práctico a la hora de cargarlas y permitiría reutilizar el agua». Una mirada técnica a problemas comunes. Así son los ingenieros, que hacen posible que vivamos un mundo lleno de artefactos que nos facilitan la vida. Y eso sin perder la capacidad de admirar un paisaje como el de la Fuenfría.

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