A Rosario le gusta recorrer las rutas que rodean el embalse de Entrepeñas, que este año está bajo mínimos
A Rosario le gusta recorrer las rutas que rodean el embalse de Entrepeñas, que este año está bajo mínimos - BELÉN DÍAZ
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Rosario Pardo: «Sufro cuando no se cuida la naturaleza»

Filóloga de formación, esta polifacética actriz jienense se ha criado en plena naturaleza. Y en tierras alcarreñas, a orillas del Tajo, ha encontrado su refugio

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Castilla también tiene mar, aunque sea artificial. Lo forman un conjunto de embalses situados en su mayor parte en Guadalajara. Entre ellos destacan Entrepeñas y Buendía, que según algunos entendidos tienen vocación de lagos. Al lado de ese «lago» de Entrepeñas, la actrizRosario Pardo tiene un refugio de madera donde recrearse, rodeada de naturaleza, a solo una hora de Madrid. «Siempre he estado en el campo, mi padre tenía un cortijo en Úbeda, que es, entre comillas, parecido a Guadalajara. Allí viví hasta los 18 o 19 años. Conocí la playa supermayor. Estoy muy bien en el campo. Me dan igual, los del norte, del sur, el desierto, el hielo... Me convierto en un animalico más», señala.

Se nota que lo que dice le sale de dentro, especialmente cuando habla de la naturaleza, con la que está muy concienciada: «Nos encanta vivirla, cuidarla.

Soy de las que va recogiendo las latas por los parques. ¡Qué cuesta tirarlas a la papelera que está al lado! Intento reciclar todo lo que puedo. Sufro mucho cuando veo cosas que son de dejadez, que no cuestan trabajo, como traerte la basura del campo y tirarla a un contenedor. Antes la gente vivía del monte y lo cuidaba. Había incendios pero eran accidentales, no provocados para algunos intereses. Para mí un árbol es sagradísimo. No se puede maltratar. No sé por qué no entendemos la naturaleza», argumenta con vehemencia.

«Reciclo lo que puedo. No uso bolsas de plástico. Voy al mercado con cesta»

No solo le gusta disfrutar de la naturaleza, también quiere sentirla cerca: «Yo la necesito. Si estoy en un sitio raro, como a veces me ha pasado, me compro aunque sea una maceta. En Londres me compré violetas africanas y las puse en la ventana. Aunque vivía en una casa con jardín, había mucho césped, mucha lluvia... Y yo necesito tener tierra alrededor». Una necesidad que también ha incorporado a su casa de Madrid. «Tengo una terraza grande, con naranjos. Uno es chino y da naranjas que comes con piel. Todos los años hago dos tarros de mermelada con ellas».

Cuando puede escaparse de la urbe se va con su familia a tierras alcarreñas, en los alrededores del «lago-embalse» de Entrepeñas, que despierta recuerdos de su niñez en Úbeda. Le gusta «patearse el monte» haciendo excursiones a pie desde su casa. Una que recomienda especialmente es la que lleva a la ermita de Nuestra Señora de la Esperanza: «Estaba en el valle y la sacaron antes de construir el pantano. La subieron piedra a piedra a un cerro vecino, algo muy egipcio». Olla Espesa, un cerro respetado por la erosión, un «cerro testigo» del paisaje de hace miles de años, es el paraje que alberga ahora este lugar de culto al que se refiere Rosario. Desde ahí se divisa Entrepeñas, «que tiene muy poca agua este año». Algo paradójico, porque la mayoría de los embalses están llenos.

Poco concienciados

Pero Entrepeñas es un caso peculiar, como explica Rosario. «Aquí vivo el famoso trasvase Tajo-Segura. Ahora que acabo de volver de Murcia, me parece una locura. Murcia es un desierto. ¡Claro que si le das un poco de agua es muy fructífera! En Murcia la gente se queja porque se está muriendo de sed. Pero esa agua viene de otros sitios que también se quedan secos. No sé cual será la conclusión. Seguro que más ahorro. No se pueden mantener chalés con césped y habría que cambiar el diseño de los campos de golf...» Y ese contraste del agua despierta recuerdos y reflexiones de épocas pasadas: «Recuerdo que en verano en Andalucía tenías que coger agua porque la cortaban. Aquí puedes regar. No hay conciencia de ahorro. Cuando vienen los alemanes se llevan las manos a la cabeza».

En Murcia ha rodado algunos episodios de «Cuéntame», serie en la que volverá a intervenir, como Nieves, la antigua socia de Mercedes. «Nieves viene de haber estado por el mundo: se ha casado, divorciado, está un poco más vivida. Pero sigue siendo la misma cateta de siempre, aunque muy positiva y echada para adelante. Lo de echada para adelante lo tenemos en común. Cuando se creó el personaje me dieron libertad y yo decidí que fuera andaluza, y me lo he acercado a mí. Es un personaje con el que me lo he pasado muy bien», explica.

«Se empieza a considerar que la logopedia es necesaria para la salud»

La crisis azota a todas las profesiones. También a la escena. Por eso Rosario ha decidido reinventarse. «Tengo que buscarme la vida de alguna manera, me he tirado tres años en paro y he pensado, escrito, trabajado y hecho de todo. Ya no podía hacer más cursos de reciclaje. Y decidí seguir con una parte relacionada con mi carrera como es el cuidado de la voz. Acabo de terminar un Máster de Logopedia, que para mí es una continuación, porque soy lingüista [filóloga]», explica. Entre sus planes, trabajar con personas mayores. Porque la logopedia va más allá de enseñar a pronunciar correctamente. También puede ser útil para ayudar a personas con alzhéimer que están olvidando incluso cómo tragar. «Se empieza a considerar que la logopedia es necesaria para la salud. También para personas que han sufrido un ictus. Ejercicios como soplar, que es difícil en estos casos, ayudan a mantener esa musculatura», explica con convicción, hablando de esa etapa de la vida que puede asemejarse al otoño.

Despliegue de colores

Un otoño que empieza a mostrarse en paisaje, «a desplegar sus colores rojos y amarillos». Para Rosario, cualquier época del año es buena para disfrutar de la naturaleza alcarreña. «Incluso el frío, que también tiene su cosa: la chimenea, una buena comida... Cuando nieva ves un paisaje blanco maravilloso. La desnudez de los árboles en invierno me encanta, con esas formas tan bonitas. Y puedes ver las ardillas, saltando de árbol en árbol».

Una época propicia también para las setas: «Conozco cuatro o cinco, las de Guadalajara, que por lo que leo están en riesgo de extinción, las fotografío o las pinto. Siempre voy con mi libreta. Alguna vez he pintado al natural las setas recogidas. Ahora con el móvil cuando salgo al campo hago fotos y luego lo pinto tranquilamente». La pintura no es la única afición de esta polifacética actriz. «También escribo. Antes, relatos cortos y, ahora que he tenido más tiempo, acabo de terminar un guión de cine. A ver si sale adelante. Estoy muy ilusionada».

«En Canarias tenía cuervos que enseñaba a hablar»

Además de las setas, también presta atención a los pájaros, a los que asegura que entiende perfectamente: «Aunque me tomen por loca. Cuando he vivido en chalés he tenido mirlos, son absolutamente domesticables. Una vez se había caído un pajarillo del nido y había un gato cerca. De pronto vi un pájaro que piaba mucho y me di cuenta de que había sido una llamada de atención. Los mirlos son muy inteligentes. Imitan cantos de otros pájaros, sonidos de coches, sonidos cotidianos. En general, todos los córvidos son muy listos. Recuerdo que en Canarias tenía cuervos que enseñaba a hablar. Supongo que para eso tendría que tener mucha paciencia».

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