Nueve meses sin carreras en las pistas del hipódromo madrileño
Nueve meses sin carreras en las pistas del hipódromo madrileño - Belén Díaz
hipódromo de la zarzuela

Más de 3.000 familias, en vilo por la vuelta de las carreras de caballos en septiembre

Mañana se sabrá si las competiciones regresan por fin al recinto, tras la guerra por los derechos audiovisuales

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Cuatro de mayo de 1941, desde las gradas del hipódromo de la Zarzuela, miles de aficionados escuchan el emocionante estruendo de una veintena de purasangres enfilando la recta final. Es el primer Gran Premio del emblemático recinto madrileño y cuando el caballo «Merin d’Or» cruza la línea de meta, una gozosa barahúnda estalla en vítores. Ahora, más de 3.000 familias, dependientes del sector, esperan la reapertura del coloso del ingeniero Eduardo Torroja para este mes de septiembre.

A lo largo de sus 74 años de historia, el hipódromo ha estado capitaneado por administraciones que lo han hundido y relanzado como si de un viaje en montaña rusa se tratase, siempre al borde del descarrilamiento. Es una especie de enfermo crónico tan afecto a la sanación temporal como al del empeoramiento definitivo.

Hace diez años consiguió salir de un profundo coma en el que estuvo sumido durante casi una década tras la irregular gestión del empresario Enrique Sarasola. Desde 2005, su mejoría fue notable, incluso sobrevivió a la peor parte de la crisis económica del país; pero cuando parecía que estaba fuera de peligro, volvió a recaer en diciembre de 2014. Tras nueve largos meses de incertidumbre y dos temporadas sin carreras —primavera y verano—, el pasado martes el turf español rebosaba optimismo durante la firma del convenio en el Consejo Superior de Deportes, por el que la Selae (Loterías y Apuestas del Estado) volvió a apostar por los galopes hasta diciembre de 2016.

Aunque son buenas noticias para el sector (pues en la mayoría de los hipódromos españoles se podrán celebrar carreras), La Zarzuela no puede cantar victoria. A pesar de que Faina Zurita, presidenta del recinto, aseguró que el próximo 20 de septiembre volverá la competición a las instalaciones para dar comienzo a la temporada de otoño, antes habrá que solucionar el conflicto con el ente regulador de las carreras de caballos.

Desde hace dos siglos, la Sociedad de Fomento de Cría Caballar de España (SFCCE) ha regulado el turf en nuestro país, siendo la única entidad reconocida internacionalmente para avalar y acreditar genealogías y resultados de las competiciones. Pero en 2014 entró en guerra, primero con el Hipódromo de la Zarzuela y después con la Asociación de Hipódromos, con Carlos Rodulfo a la cabeza.

Conflicto de intereses

El origen del conflicto fueron los derechos audiovisuales de la competición, que Zurita vendió en enero de 2013 a uno de sus accionistas, Selae, por 5,5 millones de euros al año. La Sociedad de Fomento los reclama como propios y están en sus «activos» desde que entró en Concurso de Acreedores. «Muerto el propietario legal de los derechos, desaparece el problema. Así han querido acabar con Fomento», dice a ABC Fabián Barreiro, director general de la SFCCE. Se aceleró el proceso concursal y Fomento entró en liquidación después de que los acreedores no aceptaran su plan de viabilidad. Con la SFCCE moribunda, La Zarzuela, una empresa pública en la que se invirtió en remodelación más de 50 millones de euros entre 2003 y 2014, prescindió de sus servicios argumentando que un informe de la Abogacía del Estado impide firmar un contrato con una empresa privada en liquidación —con un pasivo de 2,5 millones de euros—. Un informe que, por cierto, muchos no han visto, y según Barreiro «carece de valor jurídico».

Cuando el pasado diciembre los hipódromos rompieron con la SFCCE, la Real Federación de Hípica Española quiso ocupar su lugar, pero se echó atrás después de que SFCCE denunciase a Faina Zurita por supuestas irregularidades en un contrato para retransmitir las carreras. No había un plan B, y el resultado fue la emigración y la jubilación de caballos.

Pasaron meses de desesperación hasta que recientemente nació Jockey Club, una entidad reguladora que apoya el Hipódromo de la Zarzuela, pero que carece de validez legal hasta que no tenga el reconocimiento de la Federación Internacional de Autoridades Hípicas (IFHA, en sus siglas en inglés). Jesús Fernández Mur, socio fundador de esta entidad y propietario de 14 caballos apuesta, por una pronta solución: «Mañana nos vamos a reunir con la IFHA en París y tenemos plena confianza en que nos acrediten para que en septiembre podamos comenzar a regular las carreras en Madrid», asegura a ABC. «La Sociedad de Fomento ya está agonizando y necesitamos una nueva institución», sentencia Fernández Mur.

Duro revés para el sector

No obstante y mientras se resuelve el litigio, lo cierto es que las principales damnificadas son las aproximadamente 3.000 familias que, directa e indirectamente, dependen de este negocio. Jinetes, preparadores, mozos, propietarios, criadores… Que hasta ahora han vivido del turf, hoy ven su futuro laboral en el alero. Manuel Rodríguez, entrenador de la Sociedad Equipo 38, es uno de los profesionales que se vio obligado a emigrar. Llevaba tres años en La Zarzuela haciendo frente a la crisis económica de la que justo hace un año estaban empezando a salir, pero con «la guerra entre la dirección de La Zarzuela y SFCCE todo se derrumbó». «Vi cómo los propietarios se llevaban a sus caballos a cuadras europeas, cómo jockeys colgaban sus botas y, hace tres meses, no me quedó más remedio que cerrar mis cuadras y poner rumbo a Chantilly».

En el recinto había alrededor de 400 equinos estabulados antes de que el sector entrase en «stand by», pero la cifra actual ha bajado hasta los 190. Jesús López, otro preparador que lleva 27 años dedicándose a esta profesión, ha sido de los pocos que no han emigrado. «Me he quedado porque, desde que comenzó la crisis, los directivos del hipódromo nos prometían cada poco tiempo que la solución estaba por llegar… Así han pasado ya nueve meses», explica López desde la tribuna central vacía, mientras observa a sus caballos entrenar en la pista de arena. Su cuadra ha mermado de 30 equinos hasta los 13 que le quedan actualmente. «El conflicto me ha afectado económica y personalmente. A estas alturas hace un año, había ganado 20 carreras, en comparación con una sola en 2015. Me agarro como a un clavo ardiendo a la solución de París. Yo no voy con un bando ni con otro de esta guerra absurda. Lo único que quiero es que vuelvan las carreras a Madrid».

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