Una prostituta en la calle Montera de Madrid
Una prostituta en la calle Montera de Madrid - josé ramón ladra

Los clientes que recurren a la prostitución en Madrid son cada vez más jóvenes

El 27 % de los hombres de 18 a 49 años admite haber pagado por tener relaciones sexuales

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El sexoha encontrado su lugar en la nueva generación de «nativos digitales» y sus nuevas formas de comportamiento y ha provocado un cambio de perfil en el cliente de la prostitución. El acercamiento al sexo de pago resulta, cada vez más, algo socialmente aceptado y empieza a ser habitual que muchas noches de fiesta, cumpleaños o despedidas de soltero terminen en un club de alterne o con compañía de pago. La normalización de la prostitución como una actividad de ocio más también ha hecho que la edad media de los clientes haya descendido considerablemente.

Según los estudios de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituida (APRAMP), el cliente habitual en 1998 era un hombre casado, con cargas familiares y mayor de cuarenta años.

En 2005 la tendencia cambió y comenzaron a predominar los jóvenes de entre veinte y cuarenta. Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística (INE) indica que el 27% de los hombres españoles de 18 a 49 años reconoce haber recurrido alguna vez a los servicios de una prostituta.

«Hasta hace unos años, cuando uno hablaba de los clientes de la prostitución se imaginaba a un señor de cuarenta o cincuenta años. En la actualidad esto ha cambiado y ahora la persona que opta por este servicio es más joven, en torno a los veinte o treinta». Fernando Ríos, psicólogo y experto en comportamientos sexuales, considera que esta bajada de edad es algo «natural» que se debe a que ahora los jóvenes se inician en este ámbito mucho antes y «empiezan a mantener relaciones antes incluso de los catorce años». De este modo, justifica que también tengan inquietud por experimentar antes con prostitutas.

Gratificación inmediata

Asimismo, Ríos establece como un factor clave la necesidad por parte de muchos jóvenes de lograr una gratificación inmediata, lo que se traduce en que «no entienden un no o un más adelante». Es el caso de Tomás. Tiene menos de veinticinco años y una actitud muy clara ante la prostitución. «Ligar cuesta mucho trabajo. Tienes que pasarte varias horas hablando con una tía, invitarla a cenar o a tomar una copa y luego puede decirte que no, no hay ninguna garantía de éxito. En cambio en el ‘puticlub’ llegas, pagas y listo. Es todo mucho más fácil, te evitas las complicaciones y te aseguras que esa noche vas a tener sexo».

Sin embargo, no todos los jóvenes acuden a las prostitutas como forma de tener relaciones rápidas y sin compromiso. Hay quienes ven en el sexo de pago una manera de superar sus miedos y su falta de experiencia. Un ejemplo de ello es Alfonso, quien a sus veintiún años reconoce haber perdido su virginidad con una meretriz. «Soy muy tímido y me cuesta mucho relacionarme con las mujeres. Opté por hacerlo por primera vez con una profesional para quitarme la presión y olvidarme de si iba a quedar bien o no». Además, destaca la facilidad con la que se puede acceder a toda la información que se necesite en internet: «Hay foros en los que la gente cuenta sus experiencias con las chicas con las que han estado y te sirve para llamar a la que mejor se adapta a tus gustos y necesidades».

«No me preocupan los años que puedan tener, lo importante es la educación»

Alexandra lleva más de diez años dedicándose a ejercer la prostitución en su propio domicilio. En este tiempo ha sido testigo del cambio generacional experimentado por la mayor parte de sus clientes, aunque asegura que no sabe dónde está el problema con la edad. «No me preocupan los años que puedan tener, lo importante es la educación. Se presenta a los jóvenes como culpables y la mayoría de ellos muestran más respeto por nosotras que las propias autoridades». En este sentido, denuncia que a los gobiernos «solo les preocupan las prostitutas en la calle para poder multar y sacar dinero».

Desde Hetaira, la asociación defensora de los derechos de las trabajadoras del sexo, tampoco sitúan la gravedad en la edad de los clientes, sino en la falta de prevención y concienciación por parte de muchos de ellos. Un descenso en la percepción del riesgo respecto al SIDA que conlleva que desde este colectivo hagan especial hincapié «en la exigencia del uso del preservativo».

Más allá de valoraciones, el perfil del cliente de la prostitución ha cambiado, se ha rejuvenecido. El sexo de pago se ha convertido en algo socialmente aceptado, una opción de ocio más para muchos jóvenes.

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