CUADERNO DE VIAJE

Cambio de perspectiva

Entre tractorada y tractorada, los ganaderos tendrán que asumir que no es posible fijar un precio mínimo

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Decía Einstein que «no podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos» y eso es lo que necesita entender el sector lácteo gallego. Han llegado hasta aquí con mucho intervencionismo, poca capacidad de asociarse y nula voluntad de invertir en proyectos innovadores en la transformación que le den valor añadido a su producción. El remedio no puede ser el mismo.

Entre tractorada y tractorada, los ganaderos tendrán que asumir que no es posible fijar un precio mínimo y garantizarles la recogida de la totalidad de su producción, al igual que ellos tampoco estarían dispuestos a asumir cláusulas de ese tipo en sus relaciones comerciales con sus proveedores. A los tenderos tampoco les garantiza el Gobierno que los consumidores vayan a comprar lo que ponen a la venta.

No se puede imponer una subida lineal del precio de la leche por lo mismo que se le exige a Competencia que no haga la vista gorda con casos de concertación en el ámbito, por ejemplo, de los carburantes. Y si en Francia lo hacen, habrá que denunciarlo, no copiarlo. Es tan disparatado como exigir que la Administración vuelva a retirar leche del mercado para destinarla a ayuda humanitaria. Eso solo sirve para paliar el problema a corto plazo, pero no resuelve la enfermedad. Se hizo hace unos meses y estamos otra vez en las mismas.

A base de huir hacia delante no han conseguido nada. Crisis cíclicas, salen a calle, mejora un poco la situación por la propia inercia del mercado y regreso al mismo punto al mínimo traspiés. Dejó escrito el profesor Ludwig von Mises que «la vida consiste en ajustarse a las condiciones reales y tomar las cosas como realmente son, no como uno desearía que fueran». Y en ese sentido, el sector lácteo gallego haría bien en tratar de ser realmente competitivo en un mercado cada vez un poco más libre. Con subvenciones e intervencionismos solo pueden aspirar a cronificar su crisis. La salida al laberinto está en otra puerta, la que implica redimensionar las explotaciones, reestructurar el sector y una apuesta decidida por asociarse para invertir en proyectos de transformación que les permitan crear valor añadido. Hay experiencias en ese sentido que se están poniendo en marcha en Galicia. No todas tendrán éxito, pero deben al menos intentarlo.

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