Francisco Vázquez, durante la entrevista con ABC
Francisco Vázquez, durante la entrevista con ABC - miguel muñiz
entrevista al Exregidor de La Coruña

Francisco Vázquez: «El bipartito fue una gran desgracia para el PSOE y la ciudad»

Más de un cuarto de siglo al frente de la ciudad y seis mayorías absolutas avalan a un hombre que destaca por decir siempre lo que piensa, sin importar si ello molesta a algunos compañeros

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—Estamos celebrando el vigésimo aniversario de ABC en Galicia, ¿en qué ha cambiado La Coruña en este tiempo?

—La Coruña siempre ha sido una ciudad dinámica, de vanguardia en todos los sentidos y con una sociedad muy permeable, pero en estos años el cambio más importante es el haber dado un gran salto en las infraestructuras y comunicaciones: se pone en marcha el aeropuerto, amplía el puerto y se culmina el proceso de acceso por tierra mediante las autovías. Todo ello sin olvidar el asentamiento de una gran multinacional como Inditex, así como el hecho de convertirse en una ciudad universitaria y referencia en el ámbito sanitario.

—¿En estos años la ciudad ha perdido pulso institucional?

—En mi opinión sí, porque durante mi tiempo como alcalde tenía una presencia que no era acorde con su tamaño, ya que yo también era diputado y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), lo que nos daba acceso a cualquier ministro, alcalde o presidente provincial.

Aún así, creo que se puede recuperar, ya que en este momento el color del gobierno local, provincial, autonómico y central es el mismo, algo que siempre lo facilita todo.

—¿Qué habría sido de La Coruña sin Francisco Vázquez?

—Las ciudades nunca dependen de una persona, pero a veces necesitan liderazgos que las impulsen. Creo que mi aportación es que le di la ilusión y el orgullo de ser coruñeses. Conseguí volver a crear un sentimiento colectivo en un momento de desconcierto en el que habíamos sido castigados con la pérdida de la capitalidad y desposeídos de instituciones que llevaban muchos años aquí. En ese sentido, quizá supe dotar a la ciudad de un proyecto mayoritario al que se sumaban también muchas personas que no eran socialistas.

—A usted se le acusaba de localista.

—Al contrario, este «coruñesismo» no tiene nada de localismo. El localismo es una reducción profunda de las ideas hasta excluir todo lo que no comulgue con su proyecto, como hace el nacionalismo. El municipalismo es la proyección de una ciudad hacia fuera, y el de La Coruña se basaba en nuestra propia historia: siempre liberal, progresista y tolerante. A mí se me acusaba de localista por enfrentarme a cualquier gobierno, independientemente del color del mismo, en defensa de los intereses de mi ciudad, pero esa era mi obligación como alcalde.

—Y utilizando esa vara de medir de localismo y municipalismo ¿entiende a Abel Caballero?

—Sí, porque es un alcalde identificado con los problemas de Vigo, pero lo que le falta es un plus en el diálogo. A veces uno no se puede quedar en el enfrentamiento. Por ejemplo, hoy es público y notorio que las relaciones entre un alcalde socialista como Vázquez y un presidente conservador como Manuel Fraga eran óptimas.

—¿Entiende que a día de hoy se siga intentando agitar la confrontación entre La Coruña y Vigo?

—No. Vigo y La Coruña tienen mucho más en lo que unirse que en lo que enfrentarse. Con la autonomía ha habido un intento de neocentralismo en el que las dos ciudades más grandes de Galicia tienen que hacer frente común para no ser discriminadas. Ya lo decía cuando era alcalde: nuestra rivalidad tiene que limitarse al fútbol.

—¿Cuáles son los desafíos de futuro primordiales para la ciudad?

—Tres fundamentales: fomentar la inversión reduciendo trabas que la desincentivan, recuperar el discurso coruñés que han perdido los grandes partidos y apostar por el puerto exterior como oportunidad de crecimiento.

—¿Aprueba las reformas emprendidas en infraestructuras por el actual alcalde, Carlos Negreira?

—Es que muchas de ellas fueron proyectadas e iniciadas por mi gobierno, como la Tercera Ronda o la ampliación del aeropuerto. Lo que ha conseguido Negreira es superar el parón del bipartito, que fue una gran desgracia para el PSOE y para la ciudad. Permitir a los nacionalistas controlar áreas en un lugar con la idiosincrasia de La Coruña fue un error histórico. Se puede vestir como se quiera, pero desde que me fui mis sucesores en el partido han sido una máquina de perder votos.

—Siguiendo con su partido, ¿cómo ve lo que está sucediendo en la federación madrileña?

—El gran problema del PSOE es que los burócratas se han hecho con su control sin ningún respaldo de las urnas, y esto es otra muestra de ello. Tomás Gómez apoya a Susana Díaz, que quiere ser candidata a presidenta del gobierno, y el equipo de Pedro Sánchez tiene miedo de perder el puesto.

—¿Entonces la lideresa real está en Andalucía?

—En Andalucía está la federación más importante y, si gana las elecciones, Susana tendrá la legitimidad de las urnas. No será un líder gestado en una conspiración de pasillo como lo es Pedro Sánchez o como lo hubiera sido Eduardo Madina. Y este es otro de los problemas que nos ha traído hasta aquí: desde Zapatero ninguno de sus dirigentes viene de una victoria institucional. Además, después de tanto revuelo con las primarias, ahora se pretende imponer a un candidato a la Comunidad de Madrid que no es ni militante. Apaga y vámonos.

—Hemos hablado del Vázquez alcalde, pero nos falta el Vázquez embajador. ¿Qué recuerdos guarda de esta época?

—La mejor de mi vida pública y la más gratificante desde el punto de vista personal y familiar. Vivir en una ciudad única como Roma fue una oportunidad excepcional. Creo que los embajadores son los mejor y más cualificados servidores de España. Es curioso, porque como interlocutor, la diplomacia vaticana siempre me recordaba mi condición de católico y en Madrid hacían lo propio con la de socialista. Aquello era un tira y afloja ideal para un gallego.

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