El PP de Castilla y León siente «asco» por los casos de corrupción

Más allá de lo que decidan los jueces, los responsables políticos del PP parecen haber cambiado el «chip» y han dejado atrás los «paños calientes» con los que solventaban en otras ocasiones los supuestos casos de corrupción que les rodeaban. Es lo que ha ocurrido también entre los principales líderes locales, provinciales y regionales de las filas populares en Castilla y León, que han salido en tromba para criticar con la máxima contundencia el «enésimo» capítulo de una crisis ética y moral sin precedentes entre la clase política. «Repugnancia», «indignación» y «asco» son sólo algunos de los calificativos con los que dirigentes de cada rincón de la Comunidad han resumido la macrooperación «Púnica» por la que el presidente de la Diputación de León, Marcos Martínez, ha acabado de momento en los calabozos de Madrid.

Con mayor o menor claridad a la hora de «condenar» directamente el presunto comportamiento irregular del que fue sucesor de la malograda Isabel Carrasco, las declaraciones de unos y otros no dejaban lugar a dudas. Así, el secretario general del PP de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, se sumaba ayer a la «indignación que siente la sociedad» e hizo «propia la situación de hartazgo y de cansancio» existente ante los últimos casos delictivos conocidos, aunque el también presidente del Comité de Derechos y Garantías del PP defiende por un lado que el Gobierno de España «está facilitando la transparencia para que salgan a la luz estos casos» y sostuvo que los populares han actuado de «manera inmediata suspendiendo de militancia a todos los afiliados» de esta formación implicados en la operación Púnica.

Muy «afectado» por los sucedido se mostró también el consejero de Sanidad, Antonio Sáez, quien reconoció en una entrevista en la Cadena Cope que cuando se conocen estos casos «a veces» le dan ganas de dejar la política. «Es una situación bastante repugnante para quienes ejercemos labores políticas», insistió antes de señalar que la persona detenida en Castilla y León «tiene una responsabilidad muy grande» cuando «aquí no había hasta ahora grandes debates por corrupción».

Mientras, un «colega» de Marcos Martínez tampoco se dejaba nada dentro. El presidente de la Diputación de Soria, Antonio Pardo, aseguraba ayer que el último escándalo de corrupción en España «me da asco», a lo que añadió que «le causa repugnancia e indignación que algunos se tomen el servicio público como servicio particular». En opinión del mandatario provincial, este tipo de actividades delictivas «malogra el esfuerzo de personas anónimas que trabajan a diario por el bien de sus vecinos». «Vemos las circunstancias que nos rodean día a día y nos dan ganas de salir corriendo», aseguró.

«A la cárcel»

Tampoco dudó en «mojarse» -como es habitual en él- el alcalde de Valladolid. Francisco Javier León de la Riva señaló ayer que él tiene muy claro qué hay que hacer con los cargos públicos que incurren en actividades corruptas: «El que meta la mano en la caja, a la cárcel y a devolver el dinero». En una entrevista en el programa «Herrera en la Onda», el regidor consideró que «en este caso sí» que el PP «ha reaccionado con rapidez» al suspender de militancia su Comité de Derechos y Garantías a todos los implicados. Pero, añadió, «habría un segundo paso que habría que dar ya»: que el propio Comité les cite «uno por uno» en la sede de Génova para que expliquen su versión y «tomar decisiones definitivas», reclamó León de la Riva, quien elogió a la expresidenta de Madrid Esperanza Aguirre por pedir disculpas por haber confiado en el detenido Francisco Granados. Por último, el presidente de la Diputación de Valladolid, Jesús Julio Carnero, aprovechó la entrega del Premio de la provincia a la Asociación Amigos del Teatro para parafrasear a Miguel de Unamuno en su «Vida de Don Quijote y Sancho Panza» y trasladar un mensaje de lo más esclarecedor: «¿Tropezáis con uno que miente?, gritadle a la cara: ¡mentira!, y ¡adelante! ¿tropezáis con uno que roba? gritadle: ¡ladrón!, y ¡adelante!... La más miserable de todas las miserias es decir que nada se adelanta con denunciar a un ladrón porque otros seguirán robando».