Washington retrasa la salida de sus tropas de Siria hasta acabar con Daesh

EE.UU. quiere además la seguridad que Turquía no atacará a sus aliados kurdos

El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, John Bolton y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en Jerusalén AFP

David Alandete

El presidente de EE.UU. está padeciendo los problemas de prometer algo en Twitter y dejarle a su Gobierno que se encargue de los detalles después. Hace tres semanas, asesorado por el presidente turco, Trump prometió que en un mes saldrían de Siria los 2.000 soldados norteamericanos que allí combaten al Daesh. Esos planes quedan en suspenso ahora, porque no hay forma de precipitar una salida ordenada sin poner en peligro los intereses de EE.UU. y sus aliados en la zona.

El Consejero de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton , visitó Israel el domingo, y tras una reunión con el primer ministro Benjamín Netanyahu anunció que no habrá repliegue hasta que el califato esté completamente derrotado y Turquía se comprometa a no atacar a las milicias kurdas que colaboran con las fuerzas norteamericanas en la zona.

Las condiciones de Bolton imposibilitaban los planes de retirada inmediata anunciados por Trump, por lo que este corrigió ayer en Twitter: «Saldremos a un ritmo adecuado, y mientras seguiremos luchando contra el Daesh ». Como suele hacer, Trump no admitió rectificación alguna y dijo que en realidad ese era su plan desde el principio.

Ahora, la Casa Blanca dice que contempla un plazo de hasta 120 días para la retirada. Los kurdos, aliados tradicionales de EE.UU., batallan desde hace décadas por su independencia en un territorio comprendido por partes de Siria, Irak, Irán y Turquía.

Credulidad de Trump

De fondo, un problema inquieta al Gobierno de Trump y a los dos partidos en el Capitolio: que el presidente se deje aconsejar por alguien como Erdogan sin sospechar de segundas intenciones. Antes de hacer su anuncio, el 14 de diciembre, el presidente habló por teléfono con su homólogo turco y le dijo: «Siria es toda tuya, nos vamos». Erdogan, según revelaron fuentes de la Casa Blanca, le dijo: «Como amigo tuyo, te doy mi palabra de que acabaré con el Daesh».

La credulidad de Trump en este caso ha sido duramente criticada y ha llevado al analista David Leonhardt a pedir la recusación del presidente en una polémica tribuna en «The New York Times»: «Esta Administración está cada vez más llena de cómplices y lacayos. Trump tiene más libertad que nunca para convertir sus caprichos en política, como clausurar el Gobierno por consejo de Fox News o sacar las tropas de Siria por asesoramiento de Erdogan».

Ya indignó profundamente a republicanos y demócratas que el presidente dijera durante una reunión ministerial que «la razón por la que Rusia entró en Afganistán es que había terroristas entrando en Rusia, tenían todo el derecho de estar allí». Trump repitió, sin motivo aparente, la línea argumental del Kremlin ignorando que la Unión Soviética invadió Afganistán para tratar de imponer una dictadura comunista afín. El diario conservador «The Wall Street Journal» dijo en un editorial que no recuerda «un engaño más absurdo sobre historia por parte de un presidente americano».

En un intento de pulir sus credenciales diplomáticas lo que sí ha hecho el presidente norteamericano es invitar a los presidentes de Serbia y Kosovo a una cumbre de paz en la Casa Blanca.

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