Veintitrés países de la UE, entre ellos España, dan un paso «histórico» hacia la defensa común

Se comprometen a utilizar la inédita Cooperación Estructurada Permanente (Pesco), prevista en los tratados de la Unión, que permitirá metas más ambiciosas en este terreno

Federica Mogherini, con los ministros de Defensa y Exteriores de 23 países de la UE, tras la firma del compromiso sobre la colaboración en defensa, este lunes en Bruselas Efe

ENRIQUE SERBETO

La Defensa Europea se ha puesto en marcha. Los ministros de Defensa de 23 Estados miembros firmaron ayer la notificación conjunta sobre la cooperación estructurada permanente, y se la entregaron a la Alta Representante y al Consejo, lo que ha sido el primer paso formal para levantar las estructuras institucionales conjuntas de una defensa europea. Los países que se han sumado a este primer grupo que forma el núcleo de este proyecto son, además de España, Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, República checa, Chipre, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Países Bajos, Polonia, Rumanía y Suecia.

La fórmula utilizada para lanzar esta política común es la de la Cooperación Reforzada Permanente que se definió en el Tratado de Lisboa, pero cuya utilización fue sistemáticamente vetada por el Reino Unido. Por ello, el Brexit –junto al aumento de la amenaza terrorista en los propios países europeos y la inestabilidad en las fronteras exteriores, sobre todo en el Mediterráneo– ha creado un ambiente propicio que explica el hecho de que este proyecto se haya desarrollado a una velocidad tan extraordinaria. Eso ha favorecido que algunos países tradicionalmente neutrales, que no son miembros de la OTAN, como Suecia, Finlandia o Austria, se hayan sumado con entusiasmo a este proyecto.

Irlanda, Malta, Dinamarca, Portugal son, además de los británicos, los países que aún no se han planteado adherirse al proyecto. Sin embargo, la fórmula utilizada –la primera vez que entra en vigor– presupone que se trata de un marco abierto a las futuras incorporaciones. Y, de hecho, para que pueda tener un encaje en las instituciones comunitarias, aún debe ser aprobado en el Consejo Europeo, por los jefes de Estado o de Gobierno, por mayoría cualificada. Los países participantes deben acordar ahora una primera lista de proyectos que se emprenderán en el marco de esta cooperación estructurada que abarcarán ámbitos como la formación, el desarrollo de capacidades y la disponibilidad operativa en materia de defensa.

Menos para llegar a más

Excepcionalmente, ciertos países que no son miembros de la UE pueden ser invitados a participar en algún proyecto concreto. Los expertos señalan, por ejemplo, a Noruega, que es miembro de la OTAN y que participa en otras cooperaciones reforzadas como Schengen. En esta reunión de ayer también participó el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg .

El pasado viernes, el Consejo de Ministros de España ya dio su visto bueno para que la ministra Maria Dolores de Cospedal estampase su firma en a esta iniciativa, fuertemente defendida también por otros como Francia, Alemania o Italia. De hecho, la semana pasada que hubo un Consejo de ministros de Defensa de la OTAN, también en Bruselas, los ministros de estos países celebraron una reunión separada, para empezar a hablar de esta cooperación reforzada.

El principal problema que se presentaba para los países más pequeños es que se tienen que comprometer a asumir proyectos concretos y que, además, ello plantea dificultades para que los demás puedan sumarse efectivamente en el futuro. Los expertos deberán ver ahora cómo adaptan el funcionamiento de esa coordinación militar de manera que sus estructuras queden abiertas a nuevas incorporaciones. En términos políticos se considera que en lugar de la visión francesa, que presuponía un grupo de países más limitado pero dispuestos a cooperar de forma mucho más intensa, se ha impuesto la fórmula alemana, que consiste en ajustar las ambiciones al mayor número posible de países, aunque para ello se rebajen ciertas ambiciones.

Sin embargo, la maquinaria ya está en marcha. Esta primavera ya se activó el estado mayor europeo, que dirige ahora mismo tres operaciones no armadas en África, y la Comisión está preparando la base legislativa para poner en funcionamiento un presupuesto militar europeo, que puede llegar a los 5.500 millones de euros y que será utilizado sobre todo para inversiones en investigación tecnológica y en desarrollos industriales. Los países están pensando sobre todo en áreas de las nuevas tecnologías, como son el desarrollo de drones o satélites conjuntos. También se interesan sobre todo en el diseño de nuevas estructuras de planeación.

Marcar la diferencia

Los países signatarios se comprometen a aumentar progresivamente sus presupuestos militares –algo que por otro lado ya es una obligación para la mayoría puesto que lo han decidido en la OTAN– y en este caso será jurídicamente obligatorio. También se obligan a consagrar al menos el 2% del presupuesto de defensa para inversiones tecnológicas y en cuanto a la compra de material se comprometen a invertir en material que ayude a suplir las carencias específicas en los arsenales de los ejércitos europeos.

Teóricamente, con esta fórmula debería ser mucho más sencillo poner en marcha operaciones militares conjuntas en el exterior, incluyendo a la hora de decidir comprometer la presencia de tropas sobre el terreno.

La alta representante, Federica Mogherini, agradeció el "papel de liderazgo" en este proceso de los cuatro países grandes (España, Francia, Alemania e Italia) e insistió en que "sigue siendo un proceso inclusivo" que pretende "aprovechar el valor añadido" que supone la cooperación entre los países, por ejemplo en la economía de escala en el presupuesto militar. "Este es un logro histórico –señaló– pero es solo el principio. Es un sueño de los padres fundadores de Europa" y que en su funcionamiento puede llegar adonde no hace mucho tiempo era un territorio desconocido para la integración europea. "A veces en la UE no creemos en nuestras propias capacidades" hasta que no se ponen a pueba, dijo la responsable europea, y se puede hacer con proyectos "que pueden marcar la diferencia en materia de seguridad no solo en el interior, sino también en el exterior de Europa".

A su juicio "a veces los políticos tienden a pesar que las condiciones ambientes son inamovibles, pero en los últimos meses hemos visto cosas como el referéndum británico y la elección de Donald Trump que han creado las condiciones para que podamos plantearnos cómo podemos hacer frente mejor a la complicada situación de la seguridad en el mundo, que está cambiando en distintas direcciones, y que nos ha permitido dejar de pensar que el tema de la defensa europea era un tabú".

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