El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan - AFP

Turquía y su relación con el autodenominado Estado Islámico

Después de que el país euroasiático derribara ayer un cazabombardero ruso, Putin acusó a Turquía de «cómplices del terrorismo»

Corresponsal en Estambul Actualizado: Guardar
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Cuando el presidente ruso Vladimir Putin dijo durante el G-20 celebrado en Turquía que entre los asistentes había «varios países» que financian al grupo terrorista autodenominado Estado Islámico, todos los ojos se tornaron hacia Arabia Saudí. Pero Putin habló entonces en plural, y ayer, tras el derribo de uno de sus cazabombarderos junto a la frontera siria, denunció directamente a Turquía de ser «cómplices del terrorismo».

Las acusaciones de que desde Ankara, la capital turca, se está apoyando directa o indirectamente a los terroristas yihadistas no son nuevas. Turquía siempre ha negado tajantemente cualquier tipo de proximidad a estos, y tilda las acusaciones como «un ataque sistemático a la reputación internacional» del país.

En septiembre del año pasado, el Instituto para el Estudio de los Derechos Humanos de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, recogía en un informe las numerosas noticias publicadas, tanto por prensa local turca como internacional, que denunciaban una relación demasiado estrecha entre el ISIS y Turquía.

Las acusaciones iban desde la compra de su petróleo, al apoyo logístico o la permisividad para que militantes de todo el mundo se unieran al grupo terrorista a través de la frontera turca.

En agosto de 2014, el Washington Post citaba un comandante del ISIS de la siguiente manera: «La mayoría de los combatientes que se nos unieron al principio de la guerra vinieron a través de Turquía, así como nuestros equipamientos y suministros».

La falta de actuación cuando Estado Islámico atacó la ciudad siria de Kobani, en la frontera con Turquía, y también las trabas puestas para tomar la región de Jarabulus, la última en la frontera turco-siria que continúa en poder de los yihadistas, son otros ejemplos que diversos analistas remarcan.

Críticas tras el atentado de Ankara

El partido gobernante, el AKP, que fue fundado por Recep Tayyip Erdogan hace 14 años, volvió a sufrir acusaciones similares tras el atentado perpetrado hace poco más de un mes en Ankara, en el que murieron 102 personas.

Aquel ataque, el peor golpe terrorista sufrido por Turquía en su historia, fue llevado a cabo por militantes turcos del Estado Islámico. La mayoría de víctimas eran personas vinculadas al partido opositor y prokurdo del HDP, puesto que la explosión se produjo pocas horas antes de la celebración de una manifestación convocada por asociaciones próximas al partido. Los que sobrevivieron denunciaron la falta de policía en el lugar, algo muy poco común en cualquier manifestación en Turquía, así como la facilidad que tuvo el terrorista para explotar la bomba que llevaba con él. «El Gobierno permitió que ese atentado se produjera», contaba una partidaria del HDP en vísperas de las elecciones del 1 de noviembre, que el AKP volvió a ganar por mayoría absoluta.

Numerosos arrestos

Desde el suceso de Ankara las detenciones de presuntos miembros del autodenominado Estado Islámico en territorio turco se han disparado. Las fuerzas de seguridad han llevado a cabo redadas en prácticamente todas las zonas del país. También en los aeropuertos se ha extremado la seguridad, y se han incrementado las deportaciones de extranjeros que, supuestamente, se querían unir a las filas yihadistas.

Por ejemplo, poco antes de la celebración de la cumbre del G-20 en la turística región de Antalya, la policía detuvo a 20 personas acusadas de pertenecer a los terroristas de ISIS.

También, la Administración turca filtró la noticia de que se había conseguido evitar un «atentado importante» en Estambul el mismo día que se produjo la masacre de París, según contó un alto funcionario turco a la agencia AFP.

Aun así, los interrogantes sobre la efectividad de la lucha del Gobierno contra el ISIS no se han disipado entre la oposición. Asimismo, existen dudas entre los servicios de seguridad europeos sobre si, en algunos casos de deportaciones, verdaderamente se trata de militantes o son simples inmigrantes. En concreto estas fuentes se refieren a la detención la semana pasada de ocho marroquíes que, supuestamente, pertenecían al grupo terrorista y se querían infiltrar entre los refugiados para llegar a Alemania. La única prueba que trascendió fue que los norteafricanos habían asegurado falsamente tener una reserva de hotel en Estambul. Poco después fueron liberados.

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