Exministra de Defensa

Sylvie Goulard, llamada a dirigir la diplomacia francesa

El escándalo de los presuntos empleos ficticios de los que pudieron beneficiarse varios asistentes parlamentarios del MoDem ha precipitado su dimisión como ministra de Defensa

Corresponsal en París Actualizado: Guardar
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Sylvie Goulard (Marsella, 1964) estaba llamada a ser una de las grandes figuras de la nueva diplomacia francesa. Gran señora, conocedora emérita de los laberintos institucionales europeos -como consejera de Romano Prodi, como eurodiputada centrista, como profesora en París y Brujas- tiene una influencia intelectual muy superior a su puesto en la burocracia del MoDem (el grupúsculo centrista aliado del presidente Macron).

Goulard se inició en los asuntos europeos, trabajando en Exteriores, como diplomática que formaba parte del grupo de trabajo francés que negoció la reunificación alemana. Siguió una larga y brillante carrera en París, Nueva York, Estrasburgo y Bruselas, como investigadora y consejera de Romano Prodi, eurodiputada, militante (junto a Daniel Cohen Bendit) favorable al federalismo europeo y expresidenta del Movimiento Europeo en Francia.

Asesora del candidato Emmanuel Macron, germanista emérita, urdió los primeros encuentros del actual presidente con Merkel. Parecía llamada a dirigir la diplomacia francesa…

El escándalo de los presuntos empleos ficticios de los que pudieron beneficiarse varios asistentes parlamentarios del MoDem ha precipitado su dimisión como ministra de Defensa, uno de los «peones» capitales del proyecto de relanzamiento de la UE del presidente Macron.

Sin renunciar a la política

Goulard presentó su dimisión y renuncia a formar parte del nuevo gobierno a las pocas horas de hacerse públicas las primeras sospechas. Consideraba «insoportable» continuar siendo ministra acusada de unos presuntos delitos insufribles para su sensibilidad. No renuncia a la política ni descarta «volver más adelante». Pero prefiere demostrar su inocencia para restablecer su integridad moral. Se trata de un caso muy raro de reacción expeditiva ante unas sospechas en curso de investigación judicial. La celeridad de su dimisión contrasta con las maniobras de Bayrou, ministro de Justicia, y Sarnez, ministra de Asuntos Exteriores, sobre quienes pesan las mismas sospechas, pero se aferran a sus sillones ministeriales.

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