Ramón Pérez-Maura - HORIZONTE

No se empeñen, no tiene arreglo

Lo que Johnson hizo esta semana con el Parlamento encaja en la Constitución no escrita del Reino Unido

Ramón Pérez-Maura

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Esta semana hemos visto y oído reacciones muy duras a la decisión del primer ministro británico de dar por finalizada una sesión parlamentaria y comenzar otra. Eso es una práctica constitucional absolutamente normal y es una competencia del primer ministro decidir cuándo ocurre eso. Y la sesión que Boris Johnson ha cerrado, que había sido extendida por su predecesora, Theresa May, ha sido la más larga en 400 años de parlamentarismo británico.

La última vez que se dio un periodo de sesiones tan prolongado, la democracia británica era mucho más imperfecta que ahora. Las mujeres no tenían derecho de voto, reinaba Jacobo I (Estuardo) y todavía no le habían cortado la cabeza a Carlos I. Se aduce que Boris Johnson ha cerrado el Parlamento durante varias semanas, pero la realidad es que el Parlamento nunca se reúne durante las conferencias de los partidos políticos y si descontamos las semanas que va a ocupar eso, resulta que el cierre para empezar un nuevo periodo de sesiones –que el laborismo había pedido a gritos durante meses– va a ser de sólo seis días hábiles. Lo normal en cualquier cambio de periodo de sesiones antes de que las cámaras escuchen el Discurso de la Reina.

Johnson puede ser un tipo disparatado. Yo lo creo desde que lo conocí en 2002 en el despacho del director de «The Daily Telegraph», cuando comprendí que era una persona errática. Boris era entonces director de «The Spectator» y ya buscaba sacar al Reino Unido de la UE a toda costa. He ratificado mi opinión en conversaciones con él en las Tertulias Hispano-Británicas. Pero lo que seguro que no es es idiota. Puede ser un radical, pero todos los cargos políticos del 10 de Downing Street están rodeados de la mejor cohorte de altos funcionarios que les indican lo que pueden hacer y lo que no.

Y lo que Johnson hizo está semana con el Parlamento encaja en la Constitución no escrita del Reino Unido. Se puede discrepar con detalles del procedimiento, pero lo que Johnson presentó a la Reina a la firma es lo mismo que han presentado todos los primeros ministros de sus 68 años de reinado. Y ella no vio nada diferente en las formas. Sólo habilidad política para usar en su beneficio los instrumentos de poder que el primer ministro tiene a su disposición.

La pregunta ahora es para qué quiere la oposición echar a Johnson. Supongamos que lo consigue. O simplemente que pasan una ley que no permite un Brexit sin acuerdo. ¿Y qué? ¿Cree Macron que los 28 países de la UE podemos empezar a negociar otra vez un acuerdo? ¿Van a llegar a una reforma del vigente acuerdo que se aplique sin ser ratificada por los 28 Estados? Sacar adelante el que está en vigor fue una tarea titánica. ¿Quién cree que debemos pactar otro tratado diferente con mayores concesiones a los británicos y mayor coste para nosotros? Estos parlamentarios que quieren buscar una prórroga son los que han votado tres veces «no» al único acuerdo posible. ¿Vamos a hacer otra prórroga para que nos peleemos durante meses? Seamos conscientes que este rechazo tres veces reiterado representa la primera vez desde 1864 que el Parlamento británico rechaza aceptar un tratado internacional alcanzado por su Gobierno.

Los europeístas tenemos que darnos cuenta de que lo menos malo que puede ocurrirnos es que se vayan de una vez. Será ruinosamente caro, pero mantener la UE bloqueada más tiempo con esta charada puede serlo mucho más. Por favor, no se empeñen: esto no tiene arreglo.

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