Protestas en Italia por el infierno de los inmigrantes «esclavos del campo»

Dos accidentes mortales revelan las condiciones de vida infrahumanas de los trabajadores de las «agromafias»

Un hombre sostiene un tomate para protestar contra las «agromafias» en Foggia (Italia) AFP

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Viven en un infierno. Comienzan el «tajo» en el campo a las tres de la madrugada, trabajan de 8 a 12 horas cada día , y reciben un jornal de miseria de entre 20 y 30 euros al día . Son los nuevos esclavos: inmigrantes literalmente explotados, desde el alba hasta la caída de la tarde, en la agricultura en el sur de Italia. Muchos no ganan ni dos euros a la hora. Después viven en guetos hacinados como animales. Son las condiciones que impone el llamado «caporalato», un sistema ilegal de reclutamiento de mano de obra agrícola.

Dos accidentes mortales entre camiones con tomates y furgonetas, que se cobraron la vida de 16 inmigrantes el sábado y el lunes pasado, han reabierto el debate sobre las condiciones infrahumanas de los trabajadores del campo en el sur de Italia.

Todas las mañanas, al alba, un marroquí los recogía con el furgón, que tenía matrícula de Bulgaria. Tenían que pagarse incluso el transporte, desde 2 euros hasta 5 por cabeza. A pocos kilómetros del siniestro, un par de días antes otro furgón chocaba con un camión lleno de tomates. Murieron cuatro inmigrantes, y otros cuatro resultaron gravemente heridos. Estos inmigrantes -con y sin papeles-, a los que se les priva de su dignidad, recuerdan a los esclavos en EE.UU. en el siglo XIX. Los dos accidentes están siendo analizados por la magistratura, que ha hallado indicios de ilegalidad por la explotación de los trabajadores.

Un gran negocio

El término «caporalato» alude a las figuras que se ocupan de facilitar mano de obra muy barata por trabajos fatigosos, tanto en el campo como en la construcción. Los inmigrantes son reclutados diariamente según las exigencias productivas. En verano, para tomates; en el resto del año, espárragos, alcachofas, uvas… Los inmigrantes son obligados a utilizar los furgones de los caporales, a vivir en guetos en condiciones de vida infrahumanas, y a pagar por la comida y el agua que se les ofrece. Son maltratados. Los caporales están en contacto directo con los grandes propietarios de las explotaciones agrícolas o constructores y perciben una recompensa, pactada anteriormente, por esa mano de obra barata.

Un informe de la Federación de Trabajadores del Campo estima que este negocio mueve 4.800 millones de euros , con una evasión fiscal de 1.800 millones de euros. En total, son entre 400.000 y 430.000 los inmigrantes que trabajan bajo estas condiciones, siendo irregulares las relaciones laborales en el 39 % de los casos. El contrato nacional para este tipo de trabajo agrícola impone un mínimo salarial mensual de 874 euros, pero en el sur de Italia se puede llegar a pagar incluso 1 euro a la hora. Tras estos accidentes, decenas de inmigrantes se manifestaron ayer en Foggia para protestar contra las «agromafias» al grito de «nunca más esclavos».

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