¿Por qué es probable que Biden no haga nada por los palestinos?

La nueva Administración, que prometió impugnar la política pro-israelí de Trump, se escuda en problemas legales

El líder palestino Abás con el entonces vicepresidente Biden en 2010 REUTERS

Francisco de Andrés

Una de las promesas emblemáticas en política exterior de Joe Biden , la reapertura de la misión diplomática de la Autoridad Palestina en Washington, será congelada sine die «por problemas legales», según han apuntado fuentes de la Casa Blanca a varios medios norteamericanos. En su comparecencia la semana pasada en el Consejo de Seguridad de la ONU, el enviado especial para Oriente Medio, Richard Mills, confirmó públicamente que el paso «se dará» en algún momento, sin especificar fecha.

La rehabilitación del pueblo palestino -consecuencia del rescate del tradicional papel de mediador de Estados Unidos en el proceso de paz de Oriente Medio- fue una promesa expresa del candidato demócrata Joe Biden. Donald Trump , con el consejo de su asesor aúlico para la región -su yerno judío Jared Kushner -, rompió la política de cierta equidistancia con la decisión de cerrar las oficinas palestinas en Estados Unidos en 2018, y la suspensión de las millonarias ayudas a Cisjordania y Gaza. Después llegaron decisiones determinantes y polémicas, como el traslado de la embajada de EE.UU. de Tel Aviv a Jerusalén, y el plan para reconocer la soberanía israelí sobre los asentamientos judíos en los Territorios Ocupados en la guerra de 1967. Palestina, en ese proyecto, tendría derecho a crear su propio Estado en el 70 por ciento del actual territorio de Cisjordania, pero sin continuidad territorial -al estar rodeado por los asentamientos- y sin Jerusalén este como capital.

Según una ley aprobada por el Congreso de EE.UU. en 2919 y ratificada por Trump, los palestinos están obligados a pagar 655,5 millones de dólares en multas contraídas en los tribunales norteamericanos antes de poder reabrir sus oficinas en Washington. Esta ley se suma a otra aprobada en 2018, la Taylor Force Act, que prohíbe enviar ayudas económicas a la Autoridad Palestina de Cisjordania dado que el gobierno de Mahmud Abás las usaba en parte para realizar pagos a presos palestinos en cárceles israelíes por delitos de sangre. Para cumplir con las promesas de Biden a los árabes, las dos leyes deberían ser abolidas en el Congreso, donde los demócratas cuentan ahora con mayoría en las dos cámaras.

No obstante, fuentes de la Administración Biden han filtrado a la agencia Reuters que por ahora no hay ningún proyecto de hacerlo.

La resistencia del nuevo presidente demócrata a plantear algún gesto en favor de los palestinos desconcierta a muchos en su partido y en el mundo árabe. Dada la facilidad de Biden para firmar decretos dirigidos a anular la etapa anterior, no sería por difícil por otra parte elaborar alguna orden presidencial que retome la tradicional oposición de EE.UU. a reconocer la soberanía de Israel sobre los Territorios Ocupados; o a devolver la embajada a Tel Aviv.

Pero el presidente Biden quiere enviar el mensaje de que su prioridad absoluta no es la política exterior sino hacer tabla rasa del legado de Donald Trump en política interna , desde las medidas sobre el Covid-19 hasta la protección de la inmigración o la reanudación de las ayudas federales al aborto. Así se entienden las alabanzas de su nuevo secretario de Estado a la reanudación de relaciones diplomáticas de varias capitales árabes con Israel, un éxito de la era Trump, y el ostracismo al que Washington parece haber condenado a los palestinos. La buena noticia de este chapuzón de realismo es que podría contribuir a que los dirigentes de Cisjordania y de la Franja de Gaza reflexionen y entierren definitivamente la disputa cainita entre los moderados de la Autoridad Palestina y los radicales de Hamás.

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