La Unión Europea llega a un acuerdo con Cameron para evitar el «Brexit»

La parte más espinosa y sobre la que no hay nada previsto en el acuerdo es el resultado incierto del referéndum. Cameron ha actuado hasta ahora como si no tuviera ninguna duda de que puede ganar una segunda vez

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Ha sido una negociación tan áspera que varios presidentes, incluida la canciller alemana Angela Merkel, dejaron el edificio del Consejo Europeo para acudir a la vecina Plaza Jourdan donde se encuentra uno de los puestos de patatas fritas más conocidos de toda Bruselas, para comerse un típico cucurucho. La cumbre que debía haberse terminado antes del mediodía se prolongó durante toda la jornada, de rumor en rumor, a base de pulsos bilaterales entre todoslos participantes. Debido a eso, el primer ministro británico, David Cameron, no pudo repetir como quería la imagen de su predecesor Neville Chamberlain y regresar a Londres aún con tiempo de presentarse agitando un papel en la mano para decir que ha logrado salvar al Reino Unido de la pérfida Europa.

«He negociado un acuerdo para darle al Reino Unido un estatus especial en la Unión Europea», ha expresado David Cameron tras conocerse el pacto entre los 28 y el primer ministro británico.

Durante toda la tarde se sucedieron los intentos de condicionar la negociación a base de anteponer intereses particulares. Primero Grecia, cuyo primer ministro Alexis Tsipras amenazó con no aceptar ningun acuerdo sobre Gran Bretaña si no se le garantiza que los demás países se abstendrán de aislar las fronteras terrestres griegas para no dejar pasar a los refugiados que siguen llegando a sus islas. Después la primera ministra polaca, la nacionalista Beata Szydlo, la que quiso hacer valer los intereses del millón largo de compatriotas que trabajan en el Reino Unido y que pueden ver reducidos sus subsidios a causa de las exigencias de Cameron para que se permita discriminar a los europeos residentes. La resistencia polaca fue sin duda la más encarnizada durante toda la tarde y algunos miembros de su delegación llegaron incluso a evocar la posibilidad de hacer quela cumbre se prolongase durante todo el fin de semana. Cameron contratacó a través de Twitter al reconocer a primera hora de la tarde que no podría celebrar como había planeado un consejo de ministros en Londres, pero que lo aplazaba «para cuando se llegue a un acuerdo», dando a entender que no le importaba seguir en Bruselas.

El presidente francés, François Hollande, es de los pocos que no ha podido disfrutar de las famosas patatas fritas -a pesar de que hay muchos franceses que hacen el viaje para probar las de Chez Antoine- porque se implicó decididamente en las negociaciones, cuidando de que no se rebasasen ciertos límites. El más temido es que este proceso desencadene una efecto contagio de manera que abra las puertas a una sucesión de reclamaciones de particulares por parte de otros países. Pero también la posibilidad de que entre tanta salvaguardia, Londres adquiera una capacidad de bloqueo para el avance de la integración en la zona euro. «Estoy dispuesto a hacer un esfuerzo para llegar a un acuerdo, pero no a cualquier precio» dijo Hollande en una entrevista con una radio francesa ayer tarde. «En realidad ha sido Cameron el que nos está pidiendo que le ayudemos a mantener al país en la UE».

Las cuestiones relacionadas con los recortes a los subsidios de los trabajadores europeos residentes en Gran Bretaña fueron un asunto más espinoso que el de la gobernanza de la zona euro, señal de que el principal objetivo que mueve a Cámeron en este debate es obtener un resultado que pueda tener resultados electorales, aunque conlleve efectos moralmente perniciosos para la sociedad. Los que vayan al Reino Unido a trabajar a partir de ahora deberán esperar siete años antes de reclamar las mismas ayudas sociales que los británicos.

Al final, en vez de un «desayuno inglés», como se había planeado en el programa para consolidar el proyecto de acuerdo, tuvo que ser una «cena inglesa» y aún los platos estaban frios porque por un lado una parte de los presidentes estaban fuera tomando el aire y el presidente del Consejo, el polaco Donald Tusk, y Cameron, aún estuvieron estirando los últimos detalles antes de presentárselos al conjunto de los jefes de delegación y al presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, que participó de forma extraordinaria en la parte deliberativa de la reunión, teniendo en cuenta que el contenido deberá ser ratificado por la Cámara.

La parte más espinosa y sobre la que no hay nada previsto en el acuerdo es el resultado incierto del referéndum. Cameron ha actuado hasta ahora como si no tuviera ninguna duda de que puede ganar una segunda vez, como ya hizo en el caso de la independencia de Escocia. Los demás socios europeos no están tan seguros y es de esperar que este mismo ambiente pesado y casi tóxico seguirá sobrevolando este asunto en todo lo que queda hasta la votación que casi seguro tendrá lugar en junio.

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