La CDU pos-Merkel insistirá en reforzar las fronteras exteriores europeas

El candidato con más opciones a suceder a la canciller, Friedrich Merz, ha explicado sus objetivos políticos en un encuentro con corresponsales

El posible sucesor de Merkel, Friedrich Merz ABC

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«En la medida en la que disfrutamos de libertad de movimiento de capital, productos y personas, las fronteras griegas, italianas o españolas no son fronteras griegas, italianas o españolas, sino que son fronteras europeas », defiende Friedrich Merz , el candidato con más opciones a convertirse en el sucesor de Merkel al frente de la Unión Cristianodemócrata alemana (CDU). Merz insiste en que Alemania ha de implicarse mucho más que hasta ahora en lograr una política europea común de inmigración y en que la UE debe reforzar las fronteras exteriores para mantener bajo control la cuestión migratoria. «Tenemos un acuerdo con Turquía que lleva cuatro años funcionando, y eso lo considero un éxito, pero también tengo claro que con eso no basta », ha dicho a un grupo de corresponsales extranjeros en Berlín, dejando claro que esa es una opinión mayoritaria en el seno de la CDU y que esa será la línea del partido posterior a la era Merkel, tras las elecciones de 2021, sea cual sea el candidato a canciller.

Merz ha recordado que trabajó cinco años en el Parlamento Europeo y «por eso sé que el día a día interno de la UE es muy complejo, muy trabajoso, pero también sé que esa es la única manera, el único camino por el que Alemania puede hacer frente a los actuales retos ». En su abiertamente declarado antieuropeísmo se ha desmarcado del partido antieuropeo y antiextranjeros Alternativa para Alemania (AfD), al que está confiado en poder robar votos en las próximas elecciones. Por este motivo se le ha atribuido a menudo un deseo de desplazar la CDU a la derecha desde el centro en el que Merkel ha mantenido al partido durante las últimas cuatro legislaturas.

«Se equivoca quien lo vea así», corrige esa lectura, «yo no quiero un desplazamiento de la CDU hacia ningún lado, lo que pretendo de la CDU es una apertura hacia un espectro más amplio de votantes». «Es un hecho que hemos perdido votantes por la resignación, porque no lograban identificar dónde estaba este partido. Los viejos clichés de izquierda y derecha ya no bastan para describir la realidad. Yo llevo años diciendo que considero correcto legislar un salario mínimo, llevo años insistiendo en la necesidad de reforzar la economía social de mercado y un capítulo entero de mi libro está dedicado a subrayar la defensa de políticas ecologistas. ¿Es eso izquierda? ¿Es derecha? En realidad no estamos discutiendo sobre las metas, sino sobre el camino por el que llegar a ellas y, en ese sentido, el votante tiene que tenerlo claro, debe saber lo que está votando», responde Merz a quienes ven en su figura el brazo que devolverá a la CDU su cara más conservadora, «hay quien lo llama polarizar, yo digo que es hacer reconocibles las diferencias entre los partidos políticos».

Lejos de la extrema derecha

Al mismo tiempo, Merz se distancia claramente de AfD y asegura que «no me moveré ni un milímetro en dirección a ese partido, saben que no tienen nada que hacer conmigo». Pero también asegura que «la CDU puede dar un hogar político a votantes conservadores bien intencionados, que en algún momento se han sentido políticamente huérfanos, mantener unida a esa parte del electorado bajo un paraguas cristianodemócrata, integrarla y evitar que se radicalice, especialmente en el este del territorio, donde la democracia es más joven y está menos asentada».

Merz, que según las encuestas es valorado por el electorado como el político más competente en materia económica de todos los partidos alemanes, dice que las ayudas económicas para evitar la recesión, como consecuencia de la pandemia, deberán «prolongarse tan largo como sea necesario pero tan corto como sea posible», y critica la política de Merkel al respecto, alegando que «hubieran sido mucho más efectivas ayudas por la vía fiscal, en lugar de estas, porque nos estaríamos asegurando de ayudar a empresas que van a seguir creando riqueza después de esta crisis, en lugar de inyectar dinero a empresas que muy posiblemente desaparecerán después de que desaparezcan las ayudas». «Commerzbank fue rescatado hace 10 años y el Estado alemán sigue presente en su accionariado, es un ejemplo de cómo no se deben hacer las cosas», señala.

Considera que Biden «es una nueva oportunidad para retomar los intereses comunes entre EE.UU. la UE y Alemania, una nueva oportunidad para reforzar los organismos multilaterales como la OTAN. No estoy de acuerdo con Macron en que la OTAN está muerta, soy más bien de la opinión de la presidenta de mi partido, Annegret Kramp-Karrenbauer, de que desde dentro de la OTAN debemos reforzar Europa». «Hay que hacer sentir a los americanos que no están solos en la tarea de mantener la paz en el mundo, y Europa tampoco está sola», dice, «juntos, no separados».

Proyecto imperial de China

Su discurso se enciende cuando aparece sobre la mesa la relación con China. «Tengo a mis espaldas dos décadas de trabajo empresarial con China y estoy convencido de que hemos infravalorado su velocidad de desarrollo y su plan a largo plazo. A diferencia de las democracias, los regímenes autoritarios disponen de tiempo y China tiene a largo plazo un proyecto imperial global». «Europa no tiene una estrategia común para China, pero les puedo asegurar que China tiene una estrategia para Europa, por eso es muy importante que la UE desarrolle una política común al respecto sobre el concepto de reciprocidad», subraya, «somos demasiado dependientes y, créanme, no hay la más remota ilusión de que China pueda moverse hacia la democracia, seguirá instalada en el capitalismo de Estado, por eso debemos preguntarnos ya qué haremos el día que China compre infraestructuras europeas».

Sobre el gasoducto Nord Stream 2, para transportar gas ruso hasta la costa norte de Alemania y que tanto daño ha causado en la relación con EE.UU., Merz dice que «Alemania no puede parar el proyecto» y considera «inaceptable la intromisión del Senado de los EE.UU. », pero está de acuerdo en una moratoria de dos años antes de permitir que finalice la construcción, «dos años para lograr un consenso entre Rusia, Polonia, EE.UU. y Alemania sobre las condiciones en las que podría entrar en funcionamiento».

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