El eurodiputado de la UKIP Steven Woolfe vota en un pleno de la Eurocámara en Estrasburgo
El eurodiputado de la UKIP Steven Woolfe vota en un pleno de la Eurocámara en Estrasburgo - Reuters

La pelea a golpes entre sus dos eurodiputados aflora la crisis en el UKIP

Steven Woolfe, aspirante a dirigir el partido, acabó en un hospital de Estrasburgo, y la formación, envuelta en la incertidumbre

Corresponsal en Bruselas Actualizado: Guardar
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La política europea no había conocido nada parecido en toda su historia. Según la versión más extendida -y más creíble- una trifulca interna en una reunión del partido de los nacional-populistas británicos acabó con un eurodiputado en el hospital. Otros decían incluso que con tantas versiones incoherentes como han corrido podría tratarse de una simple comedia para lograr notoriedad en los medios. El resultado, en uno u otro caso, puede ser un golpe mortal para el eurófobo partido UKIP que, falto de objetivos y razones después del referéndum sobre el Brexit, no tiene muy clara su razón de ser ni encuentra un líder capaz de sustituir al inefable Nigel Farage.

Lo único cierto es que el eurodiputado que sufrió las consecuencias de la discusión, Steven Woolfe, que se presentía como el próximo líder del partido, intentó tranquilizar a sus seguidores con un mensaje desde el hospital de Estrasburgo en el que aseguraba encontrarse «más lúcido y feliz que nunca».

Nadie lo diría después de haberlo visto tumbado inconsciente en una de las pasarelas del edificio del Parlamento Europeo tras un «altercado» poco amistoso con uno de sus correligionarios. En efecto, los diputados del partido que logró empujar a los británicos por el camino de la salida de la Unión Europea protagonizaron ayer un oscuro suceso en la sede de la Eurocámara, cuando una discusión sobre el futuro liderazgo en el partido acabó con este diputado en el hospital con un moratón en la parte izquierda del rostro.

La sucesión de acontecimientos no se conoce con precisión, sobre todo porque las versiones más escandalosas que han sido publicadas en la prensa británica y los intentos por disimular la verdad por parte de los propios representantes populistas, no ayudan a aclarar nada. Además, si hubo una relación entre el forcejeo y los manotazos con otro diputado y el hecho de que se desplomase en una zona pública del Parlamento, no fue inmediata. En efecto, Woolfe salió de la reunión donde supuestamente se produjo el enfrentamiento con sus correligionarios y pudo ir normalmente al hemiciclo para participar en la votación. Fue al salir de hemiciclo cuando se desplomó en la pasarela, por lo que debió ser atendido por los servicios de emergencia.

Cadena de dimisiones

El antiguo líder del partido, Nigel Farage, ha intentado justificar los hechos y no ha negado que el desvanecimiento súbito de Woolfe se ha producido «a resultas de un altercado» en una reunión del grupo parlamentario, pero sin aclarar los detalles. Woolfe había anunciado su intención de intentar convertirse en líder del partido, un cargo vacante después de la dimisión de Farage y de su sucesora, Diane James, que abandonó a su vez el puesto esta misma semana, alegando «razones personales». El problema parece ser que antes de esta segunda dimisión Woolfe había amenazado con dejar el partido. Según la prensa británica, el autor de la agresión sería otro miembro relevante del partido, Mike Hookem, aunque este no lo ha confirmado.

Woolfe fue auxiliado por los servicios de emergencia del Parlamento Europeo y trasladado a un hospital, desde donde ayer tarde decía que «en estos momentos me siento más lúcido, feliz y sonriente que nunca». Aseguraba que su único mal es «un ligero entumecimiento» en la parte izquierda de la cara y no una conmoción cerebral como se había publicado, pero «como precaución, permaneceré ingresado una noche».

Diana James dimitió después de que un ciudadano que la reconoció le escupiese en la cara. Farage ha dicho que no volvería a hacerse cargo «ni por diez millones de libras». Es decir que el UKIP tiene ante sí un horizonte complicado, una vez que ha alcanzado su máxima aspiración.

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