Pedro Rodríguez - DE LEJOS

Kurdos y armenios

El imperio turco contraataca en Siria con el riesgo de recrear el peor capítulo de su historia

Pedro Rodríguez

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La Turquía de Erdogan se ha embarcado en una más que cuestionable incursión militar en Siria dirigida contra la minoría kurda. Con el criticado beneplácito de la Administración Trump, la denominada «Operación Primavera de la Paz» corre el riesgo de recrear el más sangriento capítulo en la historia del contumaz fantasma otomano empeñado en rondar al mundo moderno.

Aunque hayan transcurrido más de cien años, los armenios no olvidan el 24 de abril de 1915. Es la fecha en la que ellos consideran que empezó el exterminio perpetrado contra su pueblo por el Imperio Otomano. Sin embargo, apenas una veintena de los 193 miembros soberanos de Naciones Unidas cree que aquella tragedia, con más de un millón de víctimas mortales, fuera un genocidio.

Turquía –como heredera del Imperio Otomano que en su encarnación más poderosa logró llevar el islam a las puertas de Viena y expandirse por el norte de África, el Golfo Pérsico y hasta las orillas del río Volga– ha sido contumaz en no reconocer su responsabilidad en aquel terrible crimen. Su defensa se basa en la premeditación, es decir, que aquella matanza por muy grande que fuera no fue deliberada.

En el contexto de la Primera Guerra Mundial, en la que los otomanos se alinearon con alemanes y austrohúngaros, con el fin de hacer «más turco» el periclitado poderío de Estambul se decidió forzar la deportación en masa de los armenios que vivían, sobre todo, en el este de Anatolia. Esa minoría cristiana, tolerada a cambio de pagar mayores impuestos, fue señalada por el gobierno nacionalista de los Jóvenes Turcos como una intolerable amenaza interna que había que erradicar.

Como resultado, la señalada población armenia fue sometida a una creciente represión que culminó en su forzoso traslado hasta el desierto de Siria. Entre 1915 y 1916, cientos de miles fueron asesinados a lo largo de su forzada marcha o cayeron víctimas de condiciones infrahumanas. Los muy pocos que lograron llegar fueron descritos como lo más parecido a muertos vivientes.

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