El movimiento contra las armas apunta a las elecciones de noviembre en EE.UU.

La esperanza para los defensores de la causa es que el debate provoque un vuelco en el Congreso

Cientos de miles de personas asistieron el sábado a la marcha contra las armas en Washington Efe
Javier Ansorena

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«Salid y votad, salid y registraos en el censo electoral» , fue lo último que se escuchó en el escenario de la Marcha para Nuestras Vidas, en Washington . Lo dijo Emma González , una de las líderes estudiantiles surgidas de la masacre en el instituto Stoneman Douglas de Parkland , Florida, en la que murieron 17 personas a manos de un exestudiante del centro. González, que ha destacado por sus discursos cargados de emoción, arrebató el micrófono a Jennifer Hudson, la cantante que cerraba las actuaciones (su madre, hermano y sobrino murieron en un tiroteo en 2008), para incidir una vez más en el gran objetivo de la movilización: que haya un cambio político en EE.UU. que permita una mejor regulación sobre el acceso a las armas.

La oportunidad está en un horizonte no muy lejano, en las elecciones legislativas de noviembre , que renovarán por completo la Cámara de Representantes y parte del Senado . Los estudiantes y las organizaciones a favor de restringir el acceso a las armas han calentado el debate en el momento en el que los candidatos republicanos y demócratas pelean en las primarias de sus partidos para tratar de ser elegidos en otoño. La tragedia de Parkland, la marcha de los estudiantes y su impacto en la opinión pública forzará a que los candidatos se posicionen en el debate durante la campaña.

Es algo que no consiguió la Marcha de las Mujeres del año pasado , una movilización con mucha más fuerza en las calles de EE.UU., pero a la que le faltó un objetivo político claro y unas elecciones a la vuelta de la esquina para materializarlo. Se celebró el 21 de enero de 2017, con manifestaciones en todo el mundo, comandadas por una de proporciones históricas en Washington. Fue un día después de la investidura de Donald Trump en el mismo escenario, y pareció más una reacción airada a la elección del multimillonario neoyorquino que una movilización concreta.

El sábado, en la avenida Pensilvania de Washington, la referencia al músculo político de la Marcha por Nuestras Vidas era constante. Junto a los ataques a la Asociación Nacional del Rifle (NRA , en sus siglas en inglés), el principal «lobby» de la industria de las armas, los gritos más repetidos eran los llamamientos al voto en noviembre. «Saquémoslos a votos» fue el grito más repetido en la marcha y en los miles de carteles de los manifestantes se leían llamamientos a votar solo a aquellos que tengan en su programa la regulación de las armas y se atacaba a quienes reciben financiación de la NRA.

Tropas en Irak

La esperanza para los defensores de la causa es que el debate de las armas se convierta en un asunto que dé un vuelco al Congreso, como ya ha ocurrido en ocasiones anteriores: la presencia de tropas en Irak recuperó ambas cámaras para los demócratas en 2006 , Obama perdió la mayoría total en 2010 por la reforma sanitaria y las dos cámaras en 2016, ante la desafección popular en el final de su presidencia.

Entre quienes se juegan su escaño está Marco Rubio , senador republicano por Florida. Rubio ha tenido que posicionarse desde la matanza de Parkland por un doble motivo: ocurrió en el estado que él representa y ha tenido a la NRA como apoyo financiero a sus campañas, como muchos políticos republicanos. El senador se expuso a la opinión pública en un encuentro comunitario televisado por la CNN poco después del tiroteo, donde escuchó las recriminaciones de estudiantes del instituto y de padres de víctimas, pero se mantuvo firme en no romper su relación con la NRA.

Este fin de semana, tras la marcha multitudinaria, recordó que hay «muchos estadounidenses» que no apoyan una mayor regulación al acceso a las armas y que «también quieren evitar tiroteos masivos» sin minar la Segunda Enmienda de la Constitución de EE.UU. (la que consagra el derecho a portar armas). La posición de Rubio deja clara su apuesta política: el acceso a las armas es un asunto muy polarizado en EE.UU. y que hay millones de personas -también en Florida, un estado donde las armas son populares - que no quieren que se toque , a pesar de que no salgan a la calle.

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