Al menos 52 muertos en un ataque yihadista en el norte de Mozambique
El atentado podría ser una represalia ante las últimas derrotas de Al Shabab a manos de excombatientes que se unieron al Gobierno contra ese grupo, según el semanario independiente «Savana»
Cincuenta y dos aldeanos fueron asesinados por yihadistas en el norte de Mozambique el pasado 7 de abril, la mayoría decapitados o fusilados, tras negarse a ser reclutados por los terroristas. A nivel local el grupo insurgente es conocido como Al-Shabaab de Mozambique («los jóvenes»), aunque no tienen vínculos conocidos con la organización homónima somalí. Se trata del peor ataque hasta la fecha de un conflicto que suma 900 muertos en tres años.
Los asesinatos tuvieron lugar en la aldea de Xitaxi, en la provincia de Cabo Delgado, una de las regiones más pobres del país, a pesar de disponer de una considerable riqueza en recursos minerales y de alojar multimillonarios proyectos de gas liderados por grandes petroleras como Total. «Los jóvenes aldeanos estaban a punto de ser reclutados, pero se resistieron, lo que provocó la ira de los terroristas, que mataron indiscriminadamente a los 52», dijo el portavoz policial Orlando Modumane. La «cruel masacre» ocurrió hace dos semanas, pero los detalles se conocieron el martes.
Los militantes de este grupo, también llamado Estado Islámico de África Central (ISCA, según sus siglas en inglés), han intensificado los ataques en las últimas semanas, los cuales suelen llevar a cabo en aldeas aisladas, para «hacerse fuertes» en la región rica en gas. La semana pasada, el jefe de la Policía Nacional, Bernardino Rafael, negó que parte alguna de la provincia estuviera bajo el control de los insurgentes y restó importancia a los ataques, pero admitió que hubo «incursiones criminales». Los disturbios han forzado la huida de más de 200.000 personas y han generado preocupación entre los gigantes energéticos que operan en la provincia.
Lucha antiterrorista en el Sahel
La muerte de 75 detenidos en abril en la región del Sahel ha hecho saltar de nuevo las alarmas sobre posibles ejecuciones y torturas a manos de las fuerzas armadas ; algo que han denunciado durante años las organizaciones de derechos humanos. El sábado pasado 44 supuestos yihadistas de Boko Haram murieron intoxicados en una cárcel en la capital del Chad, Yamena. Mientras que el gobierno habla de un «suicidio colectivo», el fiscal general sospecha que fueron envenenados. Otras 31 personas fueron detenidas y posteriormente «ejecutadas extrajudicialmente» a manos de soldados en Djibo, Burkina Faso, el pasado 9 de abril.
