Macron, antiguo banquero de negocios, presidente «laxista»

El jueves día 5, Francia batió un récord histórico: la mayor demanda de deuda pública de la historia nacional, en un solo día, en los mercados internacionales

El presidente de Francia, Emmanuel Macron REUTERS

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Antiguo banquero de negocios, Emmanuel Macron gestiona la economía del Estado francés a la manera más tradicional de los regímenes «laxistas»: recurriendo masivamente a la deuda pública , incumpliendo sus promesas electorales de recorte del gasto público y equilibrio de las cuentas de la nación.

El jueves día 5, Francia batió un récord histórico : la mayor demanda de deuda pública de la historia nacional, en un solo día, en los mercados internacionales.

Beneficiándose de un interés negativo (-0,36 %, los bonos a diez años; -0,03 % los bonos a quince años), la Agencia Nacional del Tesoro (ANC), dependiente del ministerio de Economía y Finanzas, pidió y obtuvo en los mercados internacionales 10.139 millones de euros, el jueves. Acontecimiento sin antecedentes en la historia financiera nacional.

A lo largo de este año, Francia ha necesitado pedir a los mercados internacionales 237.000 millones de euros , para seguir financiando las necesidades del Estado a través de la deuda pública, que asciende (a primeros del verano pasado) a los 2.359 millardos, rozando el 100 % del PIB.

La crisis de la franquicia de los chalecos amarillos, entre noviembre del 2018 y el pasado mes de marzo, agravó la «tentación macroniana»: gobernar con deuda pública . El presidente de la República hizo «gestos» presupuestarios «amarillos» por un montante de 20.000 a 25.000 millones de euros, según las estimaciones, alejándose definitivamente de las promesas electorales y de la disciplina monetaria de la zona euro, para mayor irritación del gobierno alemán.

Zanjada provisionalmente la crisis «amarilla», Macron confirma su nueva política económica. Candidato a presidente, había prometido la supresión de 120.000 puestos de funcionarios , para recortar el gasto público. Promesa abandonada. Recurriendo masivamente a la deuda pública, el presidente da un giro parcialmente «laxista» a su promesas electorales.

La bonanza excepcional en los mercados de deuda, ofreciendo dinero a algunos Estados, privilegiados, con intereses negativos, quizá sea la comprensible «coartada» , que no convence en absoluto en Berlín, donde el «laxismo» real o presumido de Macron es percibido como un indicador próximo a los modelos de todo el sur europeo: gobernar con cierta «ligereza» presupuestaria, gastando más de lo que se produce o ingresa, pagando el «bienestar» con la deuda que se deja por pagar, mañana y pasado mañana.

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