Una activista en favor de la democracia hace una representación hoy, en el 20 aniversario de la devolución de Hong Kong a China por parte de Reino Unido
Una activista en favor de la democracia hace una representación hoy, en el 20 aniversario de la devolución de Hong Kong a China por parte de Reino Unido - EFE

La lluvia agua la manifestación por la democracia en Hong Kong

Según la organización, participaron 60.000 personas, menos de lo previsto. Pero la Policía reduce los asistentes a 14.500, la cifra más baja desde 2003

ENVIADO ESPECIAL A HONG KONG Actualizado: Guardar
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Aunque menos numerosa de lo esperado, una multitudinaria manifestación reclamando democracia ha tomado este sábado el centro de Hong Kong como colofón al vigésimo aniversario de su devolución a China por parte del Reino Unido. Según los organizadores, en la marcha han participado unas 60.000 personas, bastante menos de las 100.000 originalmente previstas. A tenor de la Policía, solo ha habido 14.500 asistentes, la cifra más baja desde 2003.

Como todos los años, la multitud partió del Parque Victoria. Pero no desde su interior porque, curiosamente, el Gobierno local se lo había cedido a la Asociación de Celebraciones de Hong Kong, que engloba a unos 40 grupos y cámaras de comercio leales al autoritario régimen de Pekín. Bajo un arco en la entrada decorado con vistosos caracteres en mandarín, invitaban a “unirse al sueño de China”, el lema acuñado por el presidente Xi Jinping imitando al “American way of life”. A pesar de este cambio, que provocó que algunos despistados se colaran por la fuerza del hábito en pleno territorio enemigo, decenas de miles de partidarios pro-democráticos se congregaron en los alrededores del parque desde el mediodía.

Antes de que la manifestación partiera pasadas las tres de la tarde (nueve de la mañana, hora peninsular española), los grupos que reclaman plena democracia y sufragio universal daban mítines en los puestos montados en las estrechas aceras de la vecina zona comercial de Causeway Bay, por donde apenas se podía caminar. Encaramados a escaleras y taburetes, combativos activistas como el joven Joshua Wong y el veterano “Pelo Largo” Leung Kwok-hung se desgañitaban para movilizar a los transeúntes y, de paso, captar fondos.

«¡Queremos votar!»

¡Queremos votar! ¡Queremos decidir nuestro futuro!”, gritaban los portavoces con sus megáfonos, acoplándose unos a otros, rodeados de banderolas y pancartas. Entre las imágenes que acompañaban sus proclamas, algunos retratos del presidente Xi caracterizado como Mao y muchas fotos del Nobel de la Paz Liu Xiaobo. Condenado a once años de cárcel por liderar la “Carta 08” por la democracia, este famoso disidente acaba de ser puesto en libertad condicional por un cáncer terminal y está ingresado en un hospital del nordeste de China, donde la enfermedad consume sus últimas horas.

Protestas en las calles de Hong Kong
Protestas en las calles de Hong Kong - EFE

Homenajeándolo como icono de la lucha por la democracia, la manifestación estaba encabezada por un retrato gigante de este profesor de Literatura, que participó en las protestas de Tiananmen en 1989. A lo largo del recorrido, que distaba tres kilómetros hasta la sede del Gobierno local en Admiralty, la manifestación se iba encontrando con partidarios de Pekín, que les increpaban con algunos de los más coloristas insultos en mandarín. “¡Estúpidos huevos podridos! ¡Macarras!”, les gritaban tras el cordón policial que protegía el trayecto mientras entonaban loas al régimen. “¡Larga vida al Partido Comunista!”, chillaban agitando banderas de China. Aunque los improperios, amenazas y peinetas iban subiendo de tono, afortunadamente no se registraron incidentes violentos y la marcha discurrió bajo un tono festivo. Sin olvidar, por supuesto, la reivindicación política.

“He venido con mi hijo, que tiene 25 meses, para que disfrute de la libertad la y democracia en el futuro”, explicaba Hugh Chan, quien trabaja en una empresa de logística y empujaba entre la multitud un carrito de bebé, donde dormía su pequeño. A sus 34 años, Chan recuerda la época colonial británica y asegura que “la situación de Hong Kong es ahora incluso peor, ya que se está perdiendo la libertad de expresión y la economía y los negocios se hallan en poder de China”.

Banderas exhibidas durante las manifestaciones
Banderas exhibidas durante las manifestaciones - EFE

Lanzadas por los líderes de los partidos pandemocráticos o por los más diversos colectivos sociales, las críticas al régimen de Pekín eran constantes durante toda la marcha. Pero no las únicas. Aprovechando la ocasión, se manifestaban desde las numerosas empleadas de hogar del Sudeste Asiático, que son víctimas de frecuentes abusos y malos tratos por parte de sus patrones, hasta grupos como Ciudadanos de Hong Kong, que pedían ayuda para personas “sin techo” como Kong Homan, quien lleva 13 de sus 35 años viviendo en la calle. “Además de sufrir numerosos problemas sociales, la vida en Hong Kong ha empeorado por el control de Pekín y la persecución de los activistas”, criticaba una voluntaria de esta ONG, Lesley Lau. Desconfiando del discurso que horas antes había pronunciado el presidente de China, Xi Jinping, en la ceremonia por el aniversario de la devolución, la joven denunciaba que “Pekín está metiendo sus manos sobre todo lo que ocurre en Hong Kong”.

Por su parte, la abundante comunidad india residente en la excolonia recordaba su larga historia desde la dominación británica y un grupo enarbolaba la bandera del arcoíris para reclamar los derechos de gais y lesbianas.

Un niño sostiene una pancarta en favor de la independencia de Hong Kong
Un niño sostiene una pancarta en favor de la independencia de Hong Kong - EFE

Animando el recorrido, desfilaba por las calles una bien nutrida banda de Falun Gong, el culto perseguido que acusa al régimen chino de ejecutar a sus fieles para usar sus órganos en trasplantes. Representando esta denuncia, les acompañaban varios seguidores disfrazados de policías y médicos con los rostros pintados como muertos. Y hasta un joven calcado al joven dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, portaba un cartel contra la “intromisión del comunismo chino en Hong Kong”. Ataviado con un “traje Mao” de color negro y con el pelo repeinado hacía atrás, no le faltaba ningún detalle, ni siquiera el pin con las efigies de los líderes norcoreanos.

Entre banderas de Taiwán y hasta una “Union Jack” de un par de nostálgicos británicos que querían la vuelta al Reino Unido, la marcha avanzaba bajo las colmenas de viviendas del centro de la isla, de cuyas ventanas colgaban algunas pancartas reivindicativas. En el trayecto, los voluntarios repartían folletos y botellas de agua y pedían donativos para sus respectivas causas, a las que muchos asistentes contribuían solidariamente llenando sus urnas de billetes. Todo marchaba sin problemas. Pero, al cabo de casi cuatro horas, una tormenta de verano impidió la concentración prevista ante la sede del Gobierno local y obligó a suspender la manifestación, que se dispersó bajo la lluvia. Como las esperanzas democráticas que muchos de sus asistentes depositaron en China hace hoy veinte años.

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