Llega a Roma la cooperante italiana liberada en Somalia tras 18 meses de secuestro

Italia ha pagado un rescate de entre 2 a 4 millones de euros a sus secuestradores, un grupo terrorista islámico

Fue recibida en el aeropuerto por Conte y el ministro de exteriores que le dieron la bienvenida

Silvia Romano se reúne con su familia en el aeropuerto de Roma tras pasar casi dos años secuestrada

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Con túnica islámica, Silvia Romano, de 25 años, la cooperante italiana de la ONG «África Milele» , llegó esta tarde al aeropuerto Ciampino de Roma, en un vuelo militar de los servicios secretos italianos, procedente de Mogadiscio, capital de Somalia. Es el último capítulo de un secuestro de 18 meses por un grupo terrorista islámico, al que se habría pagado un rescate entre 2 y 4 millones de euros, según los medios italianos. Sonriente siempre, con mascarilla y guantes, Silvia vestía una túnica verde, que le cubría también su cabeza. Al ser liberada, manifestó: « Me he convertido al Islam sin ser obligada ». En los medios italianos se había hablado de la supuesta conversión de la joven, quizás presionada por sus carceleros. Los servicios de inteligencia declararon que lo hizo «quizás por su condición psicológica durante el secuestro». Pero ella respondió a los agentes italianos que la liberaron: «Nadie me obligó».

En el aeropuerto, la esperaban sus padres y una hermana, con los que se fundió en un interminable y emocionado abrazo , felices y aliviados tras una larga pesadilla que duró 536 días, en los que se llegó incluso a temer la muerte de Silvia. «Estoy muy feliz, me encuentro bien, tanto mentalmente como físicamente; ahora quiero estar con mi familia», fueron sus primeras palabras. En Ciampino se encontraban también el primer ministro, Giuseppe Conte, y el titular de Exteriores, Luigi Di Maio, a los que saludó tocándose los codos, como imponen las reglas anticoronavirus. Conte y Di Maio le dieron la bienvenida en nombre de toda Italia, que se alegró de su liberación.

Muchos interrogantes

Silvia Romano fue interrogada de inmediato por la magistratura sobre su largo y dramático secuestro, rodeado de misterio y con mil interrogantes. En septiembre del 2019, el diario italiano Il Giornale destacó, citando fuentes de inteligencia italianas , que la joven se encontraba en poder de islamistas radicales que la habrían obligado a casarse con uno de sus carceleros y llevar velo islámico. Un detalle fundamental será conocer en cuántos lugares estuvo secuestrada y quiénes la vigilaban. Se supone que al menos la tuvieron en tres madrigueras.

Silvia Romano fue secuestrada el 20 de noviembre del 2018, en la pequeña aldea de Chakama, en una zona rural en la costa de Kenya, a 80 kilómetros de Malindi. Allí trabajaba en un asilo de niños abandonados. La operación la realizó un grupo de delincuentes con acento somalí . No está claro si actuaron de forma autónoma para pedir un rescate o bien, hipótesis más probable, por encargo. Sus primeros secuestradores contaron que la entregaron a un grupo fundamentalista de Somalia, tras un viaje por bosques que duró semanas. Sus últimos secuestradores pertenecían al grupo yihadista Al Shabaab, un grupo terrorista somalí afiliado a Al Qaeda. Durante gran parte del secuestro no se tuvieron noticias ciertas, porque llegaban muy pocas y contradictorias. Se llegó a pensar incluso que podría haber muerto. La señal que todos esperaban con ansia llegó en noviembre pasado: Un video fue la prueba de que estaba viva, confirmándose también que estaba en manos del grupo de Al Shabaab.

Pago por el rescate

Los servicios secretos italianos contaron con la colaboración de sus colegas de Somalia y también de Turquía, país que ejerce un notable control en la zona. En la noche del viernes, se produjo el intercambio: los secuestradores entregaron a Silvia Romano, en un territorio fangoso de acceso difícil por las inundaciones de los últimos días, a cambio del rescate. Los agentes trasladaron a la joven a un lugar seguro de la ONU y después a la Embajada italiana en Mogadiscio, donde cenó y durmió. Sus primeras palabras en la residencia diplomática fueron de orgullo: « He sido fuerte, he resistido ». Después, la primera petición al embajador: «Desearía una pizza». Esta tarde, tras el interrogatorio con el magistrado Sergio Colaiocco y funcionarios del antiterrorismo, Silvia Romano viaja con sus padres y hermana a Milán , donde recibirá el abrazo de su ciudad.

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