Die Linke propone a SPD una fusión para frenar la sangría de votos de los socialdemócratas alemanes

La pérdida de votos y afiliados de una izquierda dividida y que durante décadas se ha tratado con cordón sanitario de por medio, ha terminado en la situación actual, con un 12% en las encuestas y sin un candidato para presidir el partido

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En la tormentosa primavera de 1999, Oskar Lafontaine dio un portazo en la Cancillería de Berlín y abandonó el gobierno socialdemócrata que presidía Gerhard Schröder y en el que ocupaba el número dos, en la cartera de Economía. Entre ellos dos saltaban las chispas de choque entre dos ambiciosas determinaciones de liderara el SPD alemán, pero también los separaba la implementación de la denominada Agenda 2010, una serie de reformas con las que Schröder dotó a Alemania de las herramientas que le permitirían después sortear la crisis del euro pero que en ese momento se percibían como el principio del fin del sistema de bienestar alemán. Lafontaine dejó el SPD y creó a su izquierda otro partido, denominado precisamente Die Linke (La Izquierda), aglutinando a quienes le siguieron en ese éxodo y a los excomunistas del PDS, reciclados desde el sistema totalitario de la RDA y que encontraron con él su ensamblaje en la democracia de la Alemania reunificada. Desde ese día, el SPD no levanta cabeza. La pérdida de votos y afiliados de una izquierda dividida y que durante décadas se ha tratado con cordón sanitario de por medio, ha terminado en la situación actual, con un 12% en las encuestas y sin un candidato para presidir el partido. A sus 75 años, Oskar Lafontaine no desea dejar este legado y está trabajando por la reunificación de la izquierda alemana. «Todavía estamos a tiempo», ha dicho a su equipo de colaboradores, a quienes ha encargado comenzar a recomponer los puentes que un día él quiso dinamitar personalmente.

Desde su puesto honorario como presidente de Die Linke en el Sarre, Lafontaine ha comenzado a convencer a los líderes de su propio partido de la conveniencia, « por el bien de Alemania » de una fusión entre el SPD y Die Linke. Así lo ha confirmado la radio alemana RND, que cita fuentes de Die Linke y círculos muy próximos a Lafontaine. Confirma también estas conversaciones el presidente de la Comisión Internacional de Die Lnke y amigo personal de Lafontaine, Heinz Bierbaum. «Le duele la situación actual del SPD y desea revertirla», ha comentado.

Ya el verano pasado, a través del sitio web «aufstehen.de», la mujer de Lafontaine y líder de Die Linke Sahra Wagenknecht comenzó un proceso de acercamiento entre las dos formaciones.Se trataba de un movimiento ciudadano, «¡en pie!», que aglutinaba personalidades de izquiera y excluía nombre problemáticos para la hipotética fusión entre los dos partido, como el de Gregor Gysi, ícono de la izquierda radical y que desaconsejó abiertamente la fundación de tal movimiento a su sucesora al frente del grupo parlamentario de La Izquierda. Rudolf Dreßler, otro veterano,de 79 años, apeló por su parte desde Chemnitz a sus copartidarios socialdemócratas a abrirse a este nuevo movimiento. En su opinión, es «la única oportunidad» para que el partido socialdemócrata alemán (SPD) pueda volver a aspirar al poder. «Queremos presionar a los partidos», ha escrito en su página web, «aglutinar a todos aquellos que desean salarios más altos, buenas pensiones y servicios de asistencia, impuestos justos, una mejor política ambiental, desarme y política de distensión».

Todos estos objetivos también se encuentran en los programas de La Izquierda y el SPD. Hemos de forjar una alianza confiable y, con un contraconcepto político, provocar un cambio de poder en Alemania». El SPD, sin embargo, está a años luz de provocar en Alemania otro cambio que no sea su propia desaparición.

La debacle del SPD en las elecciones europeas, que llevó a la dimisión de su presidenta, Andrea Nahles , ha hecho necesario designar un triunvirato interino para gestionar la formación hasta que se elija nuevo líder en un congreso extraordinario, probablemente en septiembre, para el que todavía no hay candidatos. Los tres encargados son líderes regionales: las presidentas de los länder de Mecklemburgo-Antepomerania y Renania - Palatinado,Manuela Schwesig y Malu Dreyer; y el jefe del grupo parlamentario en el Parlamento de Hesse, Thorsten Schäfer-Gümbel. Nahles dejó también su puesto de jefa del grupo parlamentario en el Bundestag (Cámara Baja del Parlamento), que interinamente ha asumido un diputado poco conocido, Rolf Mützenich. Esta es la directiva provisional que se enfrenta al hecho de que el SPD no logra dar visibilidad a sus logros en el gobierno, que capitaliza Merkel. «El SPD siempre está luchando por la visibilidad de sus aportaciones al Gobierno e intentando justificar su apoyo a medidas de los conservadores», explica Thorsten Faas, politólogo de la Universidad Libre de Berlín, que apunta una anécdota que ilustra la circunstancia. En la concesión a Merkel del doctorado honoris causa por la Universidad de Harvard, sus anfitriones la alabaron por introducir en Alemania el salario mínimo y el matrimonio homosexual, cuando esas han sido dos exigencias del SPD a las que Merkel tuvo que ceder y que jamás hubiera aprobado por su propia iniciativa.

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