El disidente chino y premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo
El disidente chino y premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo - PABLO M. DÍEZ

El disidente chino Liu Xiaobo, Nobel de la Paz, en libertad condicional por un cáncer terminal

Profesor universitario durante las protestas de Tiananmen, fue condenado en 2009 a once años de cárcel por promover la «Carta 08» por la democracia

CORRESPONSAL EN PEKÍN Actualizado: Guardar
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Tras ocho años en la cárcel, el disidente chino y premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo ha obtenido la libertad condicional al padecer un cáncer terminal. Según informa el diario de Hong Kong “South China Morning Post”, así lo ha anunciado este lunes su abogado, Mo Shaoping. Tal y como le había comunicado el propio hermano del disidente, Liu Xiaoxuan, dicho cáncer terminal, que es de hígado, le fue diagnosticado el pasado 23 de mayo.

En estos momentos, Liu Xiaobo está siendo tratado en un hospital de Shenyang (provincia norteña de Liaoning) después que las autoridades autorizaran su salida de la prisión de Jinzhou, donde cumplía condena lejos de su casa en Pekín. Sentenciado a once años de cárcel por “incitar a la subversión contra el Estado”, Liu era el principal promotor de la “Carta 08” por la democracia, inspirada en la “Carta 77” checa contra la ocupación soviética.

Dicho documento, suscrito a finales de 2008 por 300 intelectuales y apoyado luego por miles de internautas, reclamaba 19 medidas como reformar la Constitución de China, llevar a cabo una auténtica separación de poderes para alcanzar la independencia judicial, promover el multipartidismo y las elecciones democráticas a todos los niveles, garantizar los derechos humanos y las libertades de expresión, reunión y religión. Además de alertar sobre las desigualdades sociales y los graves problemas medioambientales que sufre el país, esta carta abierta abogaba por el diálogo con Taiwán y las etnias minoritarias para avanzar hacia una república federal en China y no se olvidaba de pedir la liberación de los presos políticos y la abolición de los delitos que criminalizan a los disidentes.

Todo un desafío al monopolio político del régimen comunista, que lo arrestó el 8 de diciembre de 2008 y lo condenó a once años de cárcel 25 de diciembre de 2009, tres días antes de su cumpleaños. Nacido el 28 de diciembre de 1955 en Changchun, capital de la provincia de Jilin, Liu Xiaobo era profesor de Literatura en la Universidad de Pekín durante las protestas de los estudiantes que tomaron la plaza de Tiananamen en la primavera de 1989, y que acabaron con un baño de sangre cuando el Ejército las aplastó por la fuerza por orden de Deng Xiaoping, el “Pequeño Timonel” que abrió el país tras la muerte de Mao Zedong en 1976.

Señalado como un “enemigo del Estado” desde entonces, Liu Xiaobo pasó seis años en la cárcel y luego fue confinado bajo arresto domiciliario y sometido a constante vigilancia policial. Tras despistar a los policías que lo custodiaban, concedió una entrevista a ABC en junio de 2007, coincidiendo con el aniversario de la matanza de Tiananmen. En aquella charla, mantenida en un discreto salón reservado de una tetería, aseguraba que el movimiento de los universitarios “no fracasó, porque despertó la democracia y la lucha por los derechos civiles en China”. En aquella intensa y profunda charla, Liu Xiabo no sólo desgranó con su brillante oratoria su papel en las protestas de 1989, sino que analizó su influencia en la posterior evolución de China. Después de 30 años de reformas económicas, el culto al dinero, la censura y la propaganda del régimen, que ensalza los indudables logros de la apertura al capitalismo, han anestesiado la conciencia política de los jóvenes.

Mientras se pudría entre rejas, le fue concedido el premio Nobel de la Paz en 2010. Como su esposa, la poetisa Liu Xia, estaba bajo arresto domiciliario, nadie puedo acudir a recoger el galardón, que solo puede ser entregado a un familiar cercano. Para encontrar tan siniestro precedente había que remontarse a la Alemania nazi de 1936.

En pleno siglo XXI, la silla vacía de Liu Xiaobo en Oslo retrataba a la nueva China del progreso y la modernidad, donde su autoritario régimen sigue encerrando a la gente por pensar de forma diferente. Ocho años después de su condena, y casi una década entre rejas tras su detención, el Nobel de la Paz solo consigue su libertad para enfrentarse a la muerte.

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