Un soldado de las tropas de la alianza formada por el gobierno de unidad vigila la rotonda de Al Zafran, un cruce de caminos estratégico
Un soldado de las tropas de la alianza formada por el gobierno de unidad vigila la rotonda de Al Zafran, un cruce de caminos estratégico - EFE

La liberación de Sirte no acabará con la presencia de Daesh en Libia

La entrada de tropas libias en «la capital» de la provincia yihadista en el norte de África es un éxito en la lucha contra este grupo, pero a partir de ahora puede verse forzado operar en células terroristas

Corresponsal en El Cairo Actualizado: Guardar
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Al menos una docena de personas fueron colgadas por Daesh en una suerte de poste de tráfico junto a una de las carreteras que conducen a Sirte. Las fotografías de los condenados, frente a una bandera negra, fueron difundidas en foros yihadistas leales al grupo en Libia. La semana pasada, los libios celebraron en las redes sociales la destrucción del macabro patíbulo tras la irrupción de tropas libias en la ciudad.

Desde Sirte, su «capital» en el país, los yihadistas del autoproclamado Estado Islámico habían establecido una provincia libia donde, según testimonios de familias que lograron escapar de la ciudad, gobernaban bajo la más estricta sharía de niqabs negros, barbas forzosas y ejecuciones por blasfemia y espionaje.

«Es importante hacer caer Libia (…) Es la puerta a África y a Europa», insistía la propaganda yihadista de Daesh.

Ante el avance de las milicias afines al Gobierno de Unidad Nacional (GNA) libio auspiciado por las Naciones Unidas, la propaganda de Daesh se hizo más apremiante, con decenas de mensajes llamando a la lucha en Libia, hasta hace pocos meses considerado como un «paraíso seguro» desde el que extender el «califato» frente a los ataques que Daesh sufría en Irak y Siria.

Medios locales denuncian la existencia de «células» de Daesh en Trípoli y Misrata

La campaña de reclutamiento «al Nafir ila Libya» (movilización hacia Libia) no ha logrado detener a las milicias -misratíes en su mayoría-, que esta semana anunciaron la toma del puerto de Sirte y que continúan avanzando hacia el centro de la ciudad.

La rapidez con la que las fuerzas del GNA han hecho recular a Daesh en Libia ha sorprendido a los propios milicianos: «La batalla no fue tan complicada como pensamos que sería», señaló un oficial de la ofensiva. «Quizá exageramos los números».

La Inteligencia occidental –francesa, británica y estadounidense- cifraba en de 5.000 a 8.000 yihadistas, la mayoría libios o tunecinos, pero también africanos del Sahel, que todavía se atrincheran en el centro urbano de Sirte, una ciudad donde todavía permanecen 30.000 civiles, según calcula Human Right Watch. Tras una semana de combates en las calles del centro de Sirte, la ciudad todavía no ha sido «liberada».

Nuevos atentados

Aunque las tropas misratíes, a través de los portavoces de las brigadas Bunyan Marsu, claman que «acabarán con todos los terroristas» y que «no dejarán escapar a ninguno», analistas libios apuntan que la «posibilidad de atentados en grandes poblaciones o infraestructuras petroleras aumentará con las pérdidas de Daesh en Sirte», señala Mohamed El Jarh, de «The Atlantic».

Al ser expulsados de la ciudad, los yihadistas se verán forzados a operar en «células terroristas», que probablemente llevarán a cabo ataques terroristas en su «usual estilo barbárico», señala a ABC Tarek Megerisi, analista libio.

Medios locales libios han denunciado la existencia de «células» de Daesh en poblaciones como Trípoli o Misrata, que podrían ser utilizadas tras la caída de Sirte para «minar la confianza en el nuevo gobierno» (el GNA), visto por muchos libios como impotente e incapaz de mantener la seguridad.

En cambio, en las zonas menos pobladas como el suroeste de Sirte, los restos de Daesh en Libia tomarán la forma de «un movimiento de guerrillas», apunta el analista, para intentar atacar puntos vulnerables y que les permita «parecer más peligrosos y poderosos de lo que realmente son». «Se verán obligados a operar de forma encubierta. Hasta que puedan encontrar una nueva base, su estrategia se dictará al ‘estilo guerrilla’». El área semidesértica y escasamente poblada de Fezzan es ya considerado un «paraíso seguro» para yihadistas-salafistas de distintas banderas. Informes locales -recogidos en foros yihadistas- señalan que en las semanas previas al ataque contra Sirte miembros de Daesh se desplazaron a esta área, desde donde podrían, hipotéticamente, establecer un nuevo centro de operaciones.

Sirte es más «una Palmira, Ramadi o Tikrit» que una Raqqa o Mosul

«Sirte es importante para Daesh en Libia, pero no es requisito indispensable para conseguir sus objetivos», escribe por su parte Emily Estelle, analista del think tank «Critical Threats», que analiza amenazas para la seguridad estadounidense. Para esta analista, aunque Sirte es la primera capital de Daesh fuera de Irak y Siria, la rapidez con la que las tropas del GNA han tomado primeras posiciones puede indicar que, para los yihadistas, Sirte es más «una Palmira, Ramadi o Tikrit» que una Raqqa o Mosul. Sin embargo, para Megerisi la liberación de Sirte será «un duro golpe» para Daesh, al menos para su «legitimidad» y su propaganda.

Hace poco más de un año, los yihadistas de Daesh entraron en Sirte «con el apoyo de la población», apunta a ABC la investigadora para Libia del think tank Crisis Group, Claudia Grazzini. Sirte fue el feudo de Gadafi, su ciudad natal y donde se protegió en su último intento de evitar la muerte. Tras la irrupción de las milicias de Misrata, ciudadanos de Sirte fueron tratados como gadafistas y sufrieron la represión de las milicias. Por ese motivo, para Daesh «resultó más fácil» entrar en Sirte, pues fue visto como una solución al acoso de los de Misrata.

«La reconquista de Sirte tiene que ser llevada cuidadosamente», advierte al respecto Megerisi a este periódico. «Si las milicias de Misrata actúan de modo similar al que lo hicieron (tras la caída de Gadafi), es bastante probable que se vean forzadas nuevamente a abandonar la ciudad y por tanto dejándola vulnerable a otros grupos». La capacidad que tenga el GNA para gobernar la ciudad una vez recuperada, sin «revanchismos» por parte de las milicias que le han dado apoyo, servirá para probar o no su capacidad para una nueva Libia, añade. «El nivel de caos en todo el país es muy fuerte. Un gobierno eficiente necesitaría mucho tiempo para controlar este caos. Y el gobierno Sarraj (GNA) ciertamente no es el más eficiente», señala el investigador para libia del European Council Foreign Relations (ECFR), Mattia Toaldo.

Dos ejércitos en una misma área

Aunque la toma de Sirte de manos de los yihadistas era vista como una oportunidad para unificar ejércitos y milicias bajo el paraguas de un «enemigo común», las reiteradas llamadas del GNA a la unidad han sido ignoradas por el Ejército Nacional Libio (LNA), del este y bajo las órdenes del general Hafter. Pese a que en un principio anunció su marcha sobre Sirte, según confirmó su portavoz a ABC, sus fuerzas no tomaron parte en la batalla, permaneciendo en la periferia. «Dada la falta de coordinación y unidad en la guerra contra el IS en Sirte (y antes en Derna o Begazi), un enfrentamiento potencial entre el GNA y el LNA es real», advierte El Jarh, de «The Atlantic». Hafter sigue siendo un obstáculo para el reconocimiento del GNA en la zona este, cada vez más separada del Gobierno central y donde la Cámara de Representantes de Tobruk ha vuelto a fracasar en su intento de dar el voto de la legitimidad al Gobierno de Unidad.

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