Una inmigrante salvadoreña en Italia denuncia por asesinato a su propio hijo

La mujer decidió delatarle cuando descubrió que era miembro de la temible Mara Salvatrucha y había participado en una reyerta en la que murió un joven de 18 años

Corresponsal en Roma Actualizado: Guardar
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Una madre salvadoreña que denunció por asesinato a su propio hijo, miembro de una banda que de vez en cuando siembra el pánico en Milán, ha causado asombro y elogios en medios italianos. La banda es una de las más feroces de la capital lombarda, conocida también en España: la temida Mara Salvatrucha, que nació en Los Angeles y se ha extendido a otras ciudades con alto índice de inmigración hispana, entre droga y delincuencia.

En una conversación interceptada por la Policía, un miembro de la banda dice: «Esta noche tenemos sed de sangre». En las proximidades de la discoteca «Lime Light», una de los locales históricos y más grandes de Milán, una pandilla, guiada por un miembro de la Salvatrucha, apuñaló en el mes pasado a Albert Dreni, albanés de 18 años, joven tranquilo y víctima casual al intentar defender a un amigo.

Murió después de once días de agonía.

Pocos días después, una mujer salvadoreña se presenta conmocionada en la comisaría y frente a los investigadores, con dificultad para hablar, les comunica: «He visto en Internet un video y he reconocido a mi hijo (17 años) dentro del grupo que ha agredido al joven que ha muerto». La mujer salvadoreña, madre de cuatro hijos, deja boquiabiertos a sus interlocutores, al explicarles las razones de su denuncia: «No quiero que sus hermanos lo imiten y se hagan unos delincuentes. Lo denuncio para protegerlo a él y para protegernos a todos nosotros». La Policía detuvo a los siete componentes de la pandilla: El hijo de la salvadoreña, otros dos menores y cuatro mayores de edad, todos ellos jóvenes entre 17 y 22 años.

Drama humano

La madre salvadoreña, con una historia de inmigrante como la de tantas latinoamericanas, ha contado al «Corriere» su drama humano, su desesperación y su coraje. Como miles de mujeres llegadas del Salvador, Ecuador o del Perú, vino a Italia para dar un futuro mejor a sus hijos. A menudo se encuentran solas porque los padres se han marchado abandonando a los hijos. Este es el testimonio de la madre salvadoreña: «Mi hijo es tímido y alto. Le regalé una bicicleta, comprada con sacrificio. Hasta hace dos años no era violento. Después ha cambiado: ha empezado a ser agresivo incluso en casa y a menudo no regresaba en la noche. Hace poco me dijo que quería hacerse un tatuaje en el brazo con la fecha de mi nacimiento y me dijo que era en recuerdo mío. Yo le creí. Cuando lo he visto en video en la pelea, intenté convencerle para que tuviera coraje y se presentara en la comisaría a la policía. Pero me miró con los ojos vacíos y solo me dijo: “Son ellos los que me deben buscar”».

Al final, la señora salvadoreña, siguió su conciencia de madre y denunció al hijo, prefiriendo verlo en la cárcel antes que siendo un delincuente en la calle. El «Corriere» le reconoce su «coraje por romper la cadena de la connivencia y enseñar el respeto a los otros hijos, para recordarles que viven en un país civilizado y no primitivo, donde existe una legalidad que se debe respetar».

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