El independentismo se bate en retirada de la cultura en Quebec

Cada vez son menos los artistas que defienden públicamente el nacionalismo, sobre todo por razones comerciales

Grupo escultórico en el centro de Montreal

David Alandete

Ya ha pasado más de medio siglo desde que Gilles Vigneault cantara la letra que se ha convertido en el himno no oficial del independentismo quebequés , «mi país no es un país, es el invierno». Hoy, a punto de cumplir 90, Vigneault , su generación de cantautores y su apasionada defensa del soberanismo son más bien un melancólico recuerdo del pasado, en una provincia con una identidad más canadiense que nunca y donde la música que triunfa son más bien el hip hop y el pop estadounidenses, cantados mayoritariamente en inglés o en su defecto en franglés, una mezcla callejera de los dos idiomas mayoritarios.

Las razones del declive del apoyo al independentismo en la industria cultural quebequesa son principalmente comerciales . Primero, cada vez son menos los quebequeses —sobre todo los jóvenes— que tienen como prioridad la consecución de un Estado propio, y sus gustos culturales así lo reflejan. Segundo, el mercado de Canadá en inglés es más grande y por lo tanto más lucrativo que el francés. Y aunque el Gobierno regional sigue promoviendo por ley y con cuantiosos subsidios la música y las artes en francés, poco efecto están teniendo estas medidas en la defensa pública del soberanismo.

Uno de los exitosos cantantes que sigue defendiendo a través de su música y en declaraciones públicas los ideales del separatismo es Daniel Boucher (Montreal, 1971), quien cree que hay una «fatiga» en el mundo cultural quebequés. «Sin duda se hace cada vez más difícil encontrar artistas y figuras de la cultura que defiendan la independencia », explica de camino a un concierto en las afueras de Montreal. «Por eso es tan importante que gente como yo defienda la independencia como algo natural y positivo, que hablemos de ello a diario, que hagamos de ello un estilo de vida, un proyecto».

Boucher es hoy una excepción. Es cierto que estos días Montreal está plagado de carteles de homenaje al cantante francés Charles Aznavour , fallecido el 1 de octubre, quien en vida actuó en esta ciudad en numerosas ocasiones y llegó a comprar una casa en ella. Aznavour flirteó con el independentismo de esta provincia y expresó su admiración por la cultura quebequesa repetidamente. Pero las generaciones más jóvenes le conocen mejor por la inclusión de su canción «Emmenez-moi» en un largometraje de gran éxito de 2005, titulado, en inglés, C.R.A.Z.Y., que por su defensa del vínculo francófono a ambos lados del Atlántico.

Según las leyes de protección lingüística, cualquier proyecto musical que se publique en Quebec debe tener al menos un 70% de su contenido en francés para poder recibir subsidios. En el canal en francés de la radio pública un 65% de canciones emitidas debe estar en francés, y un 35% debe haber sido producido en Canadá . La principal patronal del sector, la Asociación Quebequesa de Grabaciones, Conciertos y Vídeo, suele otorgar premios en categorías en francés e inglés, y creó una gran polémica en 1990 cuando concedió un galardón a Celine Dion como artista angloparlante, que esta rechazó por ser de una familia francófona.

Quebec es una isla en francés rodeada por un océano anglohablante. Diez millones de canadienses hablan ese idioma, frente a los 24 que no lo hacen y los 325 millones de habitantes de EE.UU., que es el epicentro de la industria cultural occidental. Desde que en 1974 los independentistas del Partido Quebequés lograran formar su primer gobierno, la provincia ha protegido de forma draconiana el uso del francés , que es la lengua preferida y dominante por la administración y las escuelas públicas. Esos esfuerzos han sido, sin embargo, un frustrado intento de ponerle puertas al campo de la globalización, con medio millón de inmigrantes y refugiados llegados a la provincia en la pasada década.

«El descenso del independentismo está muy relacionado con la cultura», opina Christoff Deblois, de 30 años y empleado administrativo en el colegio de formación profesional de Rosemont. « Aquí hay cada vez más refugiados inmigrantes y extranjeros , y hablan idiomas diferentes al francés, se hacen entender en inglés, y nosotros, a pesar de haber sido educados en francés, lo hablamos y lo entendemos». En las elecciones provinciales del 1 de octubre, el Partido Quebequés sufrió una dura derrota, perdiendo su grupo parlamentario y quedándose con apenas nueve escaños de 125.

Hay un grupo escultórico en el centro de Montreal, en la plaza de Armas, que refleja como pocos la bipolaridad de la cultura actual en Quebec. Se trata de dos estatuas de bronce del artista Marc Andre J. Fortier, tituladas «Los dos esnobs». En una, un hombre sujeta en brazos un cachorro de raza «pug», símbolo de Reino Unido. A unos 500 metros, una mujer abraza a un caniche francés . Las dos personas, con los ojos cubiertos por una máscara, no se miran. Los dos perros sí, como ansiosos por reunirse. Es tal vez el mejor símbolo de cómo el comportamiento social está forzando una fusión a la que la cultura oficial todavía se resiste.

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