El adoctrinamiento nacionalista se agota en Quebec

Los jóvenes condenan al partido independentista que impuso el nacionalismo francófono en las aulas

David Alandete

Si hoy se le pregunta a cualquier alumno de la mayoría francófona de Quebec cuál es el acontecimiento histórico más importante en la historia de Canadá, responderá sin dudar: la batalla de los llanos de Abraham, de 1759 . Es una curiosa elección, porque en 20 minutos las tropas francesas fueron reducidas por el ejército británico. Pero esa dudosa proeza, destacada en los libros de texto, encaja perfectamente en el habitual victimismo independentista que , como en el caso de Cataluña, convierte una derrota militar en el instante que impidió a una nación tener un Estado.

Así se enseña historia en Quebec, con un temario que una inmensa mayoría de los 1,2 millones de alumnos de primaria y secundaria estudia únicamente en francés. Es resultado de las agresivas políticas educativas aplicadas en los pasados 40 años por los independentistas del Partido Quebequés. Algo, sin embargo, no les ha funcionado, porque en las elecciones del lunes pasado perdieron hasta el grupo parlamentario . Y son precisamente los jóvenes quienes más han castigado a los padres de ese modelo educativo, matándoles políticamente al votar a otros partidos.

En las pasadas cinco décadas el porcentaje de quebequeses que habla francés ha crecido del 88% al 95% . El dominio fracófono no está ni mucho menos en duda. También son más las personas bilingües, pero no por haber aprendido inglés en la escuela, donde es asignatura secundaria. «Ojalá nos hubieran enseñado más inglés», lamenta Marion Daignault , que a los 18 años estudia formación profesional. «Para trabajar en Montreal [la mayor ciudad de la región, 1,7 millones de habitantes] necesitas saberlo. Si no, estás fuera».

La estudiante Marion Daignault, de 18 años

Jóvenes como Marion son los que más han padecido los efectos de la primera ley del Partido Quebequés, de 1977, una estricta regulación de los usos del francés en la vida pública. Hoy, Quebec sólo permite estudiar en una escuela en inglés a los hijos de quien a su vez haya estudiado en inglés y sólo si lo ha hecho dentro de Canadá. Todos los demás, incluidos extranjeros, aprenden en francés.

Esta ley se cumple, con efectos claros: la mitad de los quebequeses, cuatro millones, dice hablar solo francés . Lo que no han sabido ver los políticos nacionalistas en las pasadas décadas es que la principal amenaza a ese dominio educativo venía de fuera de Canadá: son el medio millón de inmigrantes llegados en los pasados 10 años quienes han traído consigo el auge del inglés y otros idiomas.

«No creo que la identidad francesa esté amenazada, al contrario. Aquí todo se hace en francés, aprendemos en francés, vivimos en francés», asegura Leila Funes-St.Pierre , estudiante de informática de 20 años cuyo padre es un inmigrante salvadoreño. «Es imposible oponerte al nacionalismo abiertamente, pero está claro que es una sociedad cada vez más multicultural».

La estudiante Leila Funes-St. Pierre

En ese sentido, el independentismo está retrocediendo también porque ya no le quedan batallas que ganar. Según Christian Bourque , vicepresidente de la consultora demoscópica Leger: «La educación es la demostración de la determinación del Partido Quebequés de controlar las instituciones del Estado y que este se sometiera al dominio francófono. Décadas después, se ha detenido el declive de la cultura francesa, y la soberanía es menos urgente».

Los votantes más fieles del partido, sin embargo, contemplan con recelo la multiculturalidad. Para Léolane Kemner , escritora de 28 años, «la primera norma de un conquistador para mantenerse en el poder es crear escuelas que transmitan su gloriosa visión de la historia , porque para dominar bien es mejor seducir que aterrorizar». Según ella, eso es lo que los anglohablantes y «Canadá», como ella llama al Gobierno federal, han hecho a Quebec.

«Los ingleses han relegado a nuestros ancestros y a nuestras mayores figuras históricas a papeles folclóricos, a mayor gloria de los héroes británicos . Así se ejecuta la aniquilación del espíritu de los niños de Quebec, se nos educa para admirar a los ingleses», opina.

La escritura Léolane Kemner

En realidad, de las 72 juntas educativas de la provincia, sólo nueve operan en inglés. El currículo educativo lo ha diseñado íntegramente el Partido Quebequés, al que Kremner ha votado . Hay en ella sin embargo un poso de resentimiento no sólo hacia los angloparlantes, sino hacia la inmigración en general. Sobre todo, sospecha que en el último referéndum de 1995, cuando el «no» a la independencia ganó por apenas un 1,16%, ó 54.000 votos, «Canadá trajo a Quebec miles de inmigrantes que votaron y cambiaron el resultado». Es un viejo rumor nacionalista, nunca confirmado.

Hoy, ve en los inmigrantes una fuerza que «puede destrozar aquello que somos». « Por defender nuestra identidad nos llaman racistas », asegura. «En las escuelas aprendemos quiénes somos y Canadá las usa para hacernos ignorantes».

Precisamente François Legault, de la Coalición Futuro de Quebec, ha ganado estas elecciones con un mensaje populista, prometiendo reducir la cuota de inmigrantes a Quebec de los 50.000 actuales a 30.000 . «Creo que en ese sentido va por el buen camino», opina Kremner.

Con la victoria de ese populismo conservador, la guerra política y cultural vuelve a las escuelas de Quebec, pero por otros motivos diferentes a los del adoctrinamiento. El Gobierno entrante ha prometido prohibir a los profesores lucir velo islámico, la kipá judía y otros atuendos religiosos . Precisamente esa lucha contra la multiculturalidad ha sido lo que ha atraído a ese partido a votantes tradicionalmente independentistas, motivados ahora por valores identitarios. Es nacionalismo, pero de otro nombre.

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