Humo, chatarra y silencio un día después de la batalla

La ministra Penitenciaria, Iris Varela, hizo acto de presencia con civiles armados y la Guardia Nacional en el puente de Ureña, generando tensión y ocasionando el cierre de negocios

El camión que transportaba la ayuda humanitaria fue incinerado antes de entrar a Venezuela Reuters

Ymarú Rojas

El 23 de febrero fue un día épico para Venezuela. Fue el día en que la gente enardecida, retomó las calles, por la indolencia hacia su pueblo de un gobierno dictatorial. Un día después de la represión, Ureña, localidad fronteriza con Colombia en el estado de Táchira, era el caos, un territorio opaco, en el que era patente el miedo y la esperanza al mismo tiempo. Sin embargo, sus habitantes estaban ayer determinados a continuar su rutina, pese a que el día anterior había sido atacada por la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).

Los rastros del enfrentamiento eran evidentes desde cualquier ángulo del puente Francisco de Paula Santander, un paso fronterizo que conecta a Venezuela con Colombia desde Ureña. La gente estaba en las calles, los supermercados estuvieron disponibles al público desde muy temprano, al igual que las viviendas: sus puertas y ventanas estaban abiertas.

Pero cerca del mediodía (hora local) la ministra de Asuntos Penitenciarios, Iris Varela , hizo acto de presencia con civiles armados y la Guardia Nacional Bolivariana en el puente de Ureña, generando tensión y ocasionando el cierre de negocios.

Un clima similar se podía percibir en el puente binacional Tienditas. A primeras horas de la mañana del domingo estaba completamente militarizada. ABC pudo constatar que el escenario para el concierto del gobierno chavista había sido desmontado y no quedaba rastro de la supuesta multitud que el viernes por la tarde había acudido, para competir con el organizado por la oposició del lado colombiano.

El ambiente en San Antonio, la capital del estado de Táchira, no difería del de Ureña. A unos 100 metros de la entrada del puente internacional Simón Bolívar, un grupo de civiles armados y apoyados por el régimen (llamados en el argot «colectivos») no permitieron a ABC fotografiar ni grabar en el paso fronterizo. Otros compañeros de la prensa fueron igualmente expulsados por los «colectivos chavistas» que parecían tener la misión de custodiar e intimidar en los alrededores.

Durante los disturbios del sábado, la prensa fue asediada por los uniformados de la GNB mientras daba cobertura a la situación en Táchira. Al menos cuatro periodistas fueron asaltados y agredidos por la policía militarizada.

En medio del choque entre manifestantes y militares en Táchira, más de cien miembros de las Fuerzas Armadas de Venezuela, desertaron, huyendo de la dictadura de Maduro. Ayer varios se reunieron con el presidente interino Juan Guaidó para manifestarle su apoyo.

El 23 de febrero cerró con una cifra de 285 heridos en Táchira, de los cuales 255 son venezolanos y los 30 restantes colombianos, según el canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo. Solo en Ureña se registraron más de 50 personas heridas . Hasta ahora no se han reportado fallecidos. Mientras que en la frontera de Venezuela con Brasil trascendió que 20 ciudadanos sufrieron heridas de bala, y según el diputado opositor, Américo de Grazia, 15 perdieron la vida.

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