Hong Kong da por «muerta» la ley de extradición, pero se niega a afirmar que la retira

La jefa del Gobierno local no anuncia que cancela la legislación, lo que le daría margen para negociar las otras demandas de los manifestantes

EFE
Pablo M. Díez

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Cuando se cumplía un mes del inicio de las protestas en Hong Kong contra la ley de extradición a China , la jefa del Gobierno local, Carrie Lam, aseguró ayer que esta controvertida moción «está muerta». Aunque reconoció su «completo fracaso» e insistió en que la ley «no será reactivada», se negó a decir que la retiraba, como le piden las multitudinarias manifestaciones de las últimas semanas. Con estas palabras, Lam modula su discurso anterior, cuando anunció que el proyecto de ley iba a morir al no tramitarse en el Parlamento local antes del final de la legislatura en julio del próximo año. Pero no lo cancela, que a fin de cuentas sería lo mismo y le daría margen para negociar las otras demandas de los manifestantes, más difíciles de cumplir.

Entre ellas destacan, además de su dimisión, una investigación a la Policía por lo que consideran un «uso excesivo de la fuerza» y que las autoridades no presenten cargos contra los detenidos por «disturbios», que conllevan penas de hasta diez años de cárcel para los arrestados durante este mes.

El domingo 9 de junio, Hong Kong se echó en masa a la calle para mostrar su rechazo a esta ley, que permitiría la extradición a China continental para los r eclamados por ciertos delitos . Las autoridades aseguraban que las extradiciones serían solo para delitos de sangre y violentos penados con más de siete años de cárcel, como crímenes y violaciones.

Grandes marchas

En cualquier otro país, lo normal es que un Gobierno central tenga potestad jurídica sobre una de sus regiones. Pero China, regida por el régimen autoritario del Partido Comunista, tuvo que concederle a Hong Kong el principio de «un país, dos sistemas» cuando el Reino Unido se la devolvió hace ahora 22 años. Gracias a dicha fórmula, esta antigua colonia británica goza de una autonomía judicial y unas libertades mayores que el resto del país, que los hongkoneses temían perder con la polémica ley de extradición. Además, no se fiaban del Gobierno y les aterraba la mera idea de ser juzgados en los tribunales de China, al servicio del régimen y donde el 99,92 por ciento de los casos acaba en condena.

Movilizándose contra dicha posibilidad, millones de hongkoneses han inundado las calles durante este último mes con todo tipo de protestas: desde marchas multitudinarias hasta concentraciones, vigilias, cercos a la Policía e incluso ocupaciones de edificios públicos, como el violento asalto al Parlamento de la semana pasada. Además, cuatro personas se han quitado la vida a modo de protesta. Por la última de ellas, una muchacha de 28 años llamada Señorita Mak, se celebra esta noche una nueva vigilia que recuerda la lucha de Hong Kong por su libertad e identidad. Aunque el Gobierno da la ley de extradición por «muerta», lo que sigue muy vivo es el temor al control cada vez mayor de Pekín.

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