Fracasan los intentos de reabrir la Administración de EE.UU. tras 35 días
El Senado rechaza dos leyes propuestas por demócratas y republicanos y Trump renuncia al discurso del Estado de la Unión
A pesar de que la Administración norteamericana lleva congelada 35 días y la gran mayoría de los 800.000 funcionarios afectados dejará de percibir hoy la segunda nómina que les niega este cierre, el Senado rechazó ayer dos propuestas de ley que hubieran facilitado la reapertura. En una muestra de la división extrema que vive la política norteamericana, los senadores votaron por separado dos leyes opuestas, una propuesta por los republicanos con dinero para el muro y otra de los demócratas, sin él.
Aunque el cierre administrativo adquiere ya tintes dramáticos —colas de funcionarios para recibir comida gratuita, largas esperas en los aeropuertos por el absentismo de los agentes de seguridad, un retraso probable en las devoluciones de la declaración de la renta— ni republicanos ni demócratas han logrado avanzar ni un milímetro en una negociación que en realidad es inexistente y tiene a todo un país cautivo.
La prueba es que el Senado votó ayer sobre esas dos leyes contradictorias. La primera con una oferta que el presidente, Donald Trump, hizo el sábado: 5.700 millones de dólares (5.000 millones de euros) para construir el muro con México a cambio de reinstalar las protecciones a los ‹dreamers› o inmigrantes que llegaron al país de niños, entre otras concesiones y ayudas humanitarias. La segunda, propuesta por la Cámara de Representantes, que controlan los demócratas, hubiera reabierto la Administración hasta el 8 de febrero sin destinar un solo dólar al muro.
Sin mayoría reforzada
Las dos leyes fracasaron porque necesitaban una mayoría reforzada de 60 votos, de los que ningún partido dispone. En las elecciones parciales de noviembre los republicanos consiguieron una precaria mayoría de 53 escaños de los 100 que tiene esa cámara.
Esta previsible debacle en el Capitolio significa que la situación sigue igual a como estaba el 22 de diciembre, cuando Donald Trump forzó el cierre del Gobierno al negarse a ratificar los presupuestos si no incluían los fondos para el muro con México . Desde entonces, los demócratas han tomado el control de la Cámara de Representantes y se han enrocado, beneficiados por ello en unas encuestas que reflejan que los norteamericanos culpan de la crisis a Trump.
Esos sondeos explican que ayer seis republicanos se sumaran a los demócratas y votaran a favor de reabrir la Administración, aunque tengan que prescindir del muro. Entre ellos se encuentra el nuevo azote del presidente en su partido, el senador por Utah y fallido candidato a la presidencia en 2012 Mitt Romney.
Mientras la crisis se alarga, Trump se resiente, incapaz de conseguir una sola concesión por parte de los demócratas. Esta batalla ya le ha privado de la oportunidad única de dirigirse a la nación como hace cada año el presidente en el discurso del Estado de la Unión, que suele logran unas audiencias que superan los 45 millones de espectadores. En una decisión sin precedentes, la presidenta de la Cámara y líder de la oposición, Nancy Pelosi , retiró el miércoles la invitación al presidente alegando problemas de seguridad por la falta de personal que provoca el cierre.
No es habitual ver a Trump admitir una derrota, pero finalmente tiró la toalla en la madrugada de este jueves a través de un mensaje en Twitter: «Es su prerrogativa. Daré el discurso cuando haya acabado el cierre», dijo. Nunca antes la Cámara se ha negado a abrir sus puertas al presidente en tan solemne fecha. Que haya ocurrido es prueba de lo insólito de esta crisis para la que no hay un final en el horizonte.
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